Monday, September 12, 2011

El triunfal retorno de Acción Democrática

El triunfal retorno de Acción Democrática
Luis Fernández Moyano
Lunes, 12 de septiembre de 2011

Ese destello se vio en el acto de presentación de Antonio Ledezma, que
supo tocar sus corazones

Ese murmullo brotó de las bocas de los adecos presentes. Un como
súbito despertar de un gigante dormido, que recién comienza a
desperezarse, pero podría alzarse en toda su dimensión para arrasar con
el depravado enanismo gobernante, a cuyo ídolo comienzan a
desmoronársele sus pies de barro. Ojo con el futuro: un gigante acecha.
Es blanco y tenaz. Pero de piel curtida y multicolor. Podríamos
encontrarnos a las puertas del triunfal regreso de Acción Democrática.
Ya encontró el hombre. Sólo falta el partido.


Al verlo súbitamente paralizado ante el insondable misterio
de la muerte, un habitante de los vecindarios del infierno que se cree
reencarnación tropical de Zaratustra, puso en las manos de nuestro
atribulado y confundido teniente coronel un libro de Federico Nietzsche,
Así Hablaba Zaratustra. Símbolo del profetismo vitalista, del himno a la
vida eterna, pero sobre todo al mito del superhombre, el Übermensch. El
mismo que encarnara en Hitler y en todas sus excrecencias nazional
socialistas, desde Sadam o Gadaffi a Pinochet y Alberto Fujimori y desde
Fidel Castro – nuestro Zaratustra habanero - a Abimael Guzmán.
Devorador de solapas, no llegó muy lejos con el bigotudo, cejijunto y
apasionado pensador germano, como tampoco con Gramsci, el curcuncho,
cuya obra le pusiera en sus manos el comunista italiano Antonio Negri.
Como con todas sus fragmentarias y aceleradas lecturas, le sirvió para
presumir en alguna de sus fastidiosas apariciones televisivas, y más
nada. Hasta allí llegó Zaratustra. Hasta allí Federico Nitzsche. Chávez
es el clásico hombre de acción, no un pensador. Un rastreador de
carroña, no un cazador de alturas.

Si hubiera ido más lejos y más profundo, hubiera alcanzado
niveles de conocimiento insondables y hasta puede que hubiera aprendido
a encarar la muerte, su inevitable muerte – como la de todos nosotros –
con el coraje, la virtud y la honestidad de millones y millones de seres
humanos que no juran ser reencarnación de Superman pero mueren con esas
maravillosas palabras como extraídas del poeta español Francisco de
Quevedo en sus bocas: "polvo seré, mas polvo enamorado". Si lo hubiera
hecho, se habría encontrado con una de las ideas más sorprendentes de la
historia de la cultura: la del eterno retorno. Un antropólogo rumano,
Mircea Eliade, lo estudió en las antiguas culturas en un libro de suma
importancia: El Mito del Eterno Retorno. Lo que fue, será. Lo que es,
está condenado a su desaparición.

Es lo que está a punto de ocurrir en Venezuela, cuando al
borde de caer en la disgregación y el caos se siente brotar desde el
subsuelo de nuestra sociedad el murmullo del renacimiento de los viejos
y menospreciados partidos de nuestra única experiencia democrática. Nada
raro: donde hubo fuego cenizas quedan. Mucho más que cenizas: brasas que
podrían volver a encender la pradera y revertir el escenario político de
un solo y gran movimiento envolvente, devolviéndolos al Poder en andas
de un contra deslave que arrase con quienes pretendieron arrasarlos
friendo sus cabezas y hoy ven frustrados sus intentos en la porfía con
que esos partidos encuentran en alguno de sus candidatos la llama capaz
de encender la mecha de una explosión de rebeldía popular. ¿O es que el
respaldo social de la aventura golpista cayó, como el oro, de los
espacios siderales y no de adecos y copeyanos de nuestras barriadas
populares y de unas clases medias desencantadas del esfuerzo y los
sacrificios que demandan la libertad y la justicia?

Ese destello se vio en el acto de presentación de Antonio
Ledezma, que supo tocar sus corazones. Ese murmullo brotó de las bocas
de los adecos presentes. Un como súbito despertar de un gigante dormido,
que recién comienza a desperezarse, pero podría alzarse en toda su
dimensión para arrasar con el depravado enanismo gobernante, a cuyo
ídolo comienzan a desmoronársele sus pies de barro. Ojo con el futuro:
un gigante acecha. Es blanco y tenaz. Pero de piel curtida y multicolor.
Podríamos encontrarnos a las puertas del triunfal regreso de Acción
Democrática. Ya encontró el hombre. Sólo falta el partido.

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/9711301.asp

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