Tuesday, September 27, 2011

Las cenizas verdes del socialismo libio

Las cenizas verdes del socialismo libio
Baldomero Vásquez
Martes, 27 de septiembre de 2011

Afortunadamente para el pueblo libio, del Libro Verde de Gadafi sólo
quedan cenizas. Y, después de 4 décadas, el régimen socialista
(Jamahiriya) al cual sirvió de sustento ideológico ha desaparecido de la
faz de la Tierra. Socialismo inútil es una buena descripción de la
experiencia

El desalojo del Coronel Gadafi del poder en Libia tiene en el plano
ideológico una enorme trascendencia sobre la que vale la pena hacer
algunas reflexiones. El dictador libio dirigió durante 42 años una
experiencia socialista indudablemente original: ni el golpe de estado
del 01 de septiembre de 1969 –fecha de nacimiento de la "revolución
popular"- ni la construcción del socialismo fueron obra del partido
comunista, como había ocurrido en todas las demás casos. Su fuente de
inspiración no fue El Manifiesto Comunista, sino el Libro Verde (1)
escrito por el propio Coronel Gadafi. Analicemos algunos planteamientos
políticos y económicos de dicho texto que se materializaron en la realidad.

En el plano político, Gadafi implantó una forma de democracia directa
que llamó "la verdadera democracia". A ésta la consideraba superior a
todas democracias occidentales que habían existido hasta entonces, a las
que llamaba "regímenes dictatoriales" porque nunca todo el pueblo forma
parte del gobierno. O sea que su definición de democracia rechaza la
supremacía de la mayoría electoral sobre la minoría. En cambio, su
régimen de gobierno era piramidal y contenía a todo el pueblo: "el
pueblo se divide en congresos populares de base. Cada congreso elige un
comité para que lo dirija. El conjunto de estos comités forman los
congresos populares para cada zona, diferentes de aquellos de la base
para cada zona. Después, las masas de los congresos populares de base
eligen a comités populares administrativos para sustituir a la
administración del Gobierno". Y en la cúspide de la pirámide colocaba
"El Congreso General del Pueblo". Afirmaba que esta organización estatal
era el único tipo de régimen democrático, ya que "la democracia es el
control del pueblo por el pueblo".

En esa estructura gubernamental formal, Gadafi no tenía cargo oficial
ni de presidente ni de jefe del estado. El papel que reservó para si
mismo fue el de Guía de la Revolución. Por supuesto que con este cargo
informal de jefe supremo se convirtió en un dictador dueño eterno del
poder en Libia, lo cual le facilitó manejar con absoluta
discrecionalidad la descomunal renta petrolera, perseguir
implacablemente a los opositores apoyado en milicias populares que
sustituyeron al ejercito y suprimir la propiedad privada en 1980.

En la realidad, la "verdadera democracia" de Gadafi no fue más que otro
régimen totalitario que eliminó: los partidos políticos ("el partido es
la dictadura contemporánea"), el parlamento ("Las dictaduras más
tiránicas que el mundo ha conocido se han establecido a la sombra de
Asambleas Parlamentarias"), la constitución ("Las constituciones no son
la ley de la sociedad…las constituciones no se apoyan más que sobre las
concepciones de los sistemas de Gobierno dictatoriales dominantes en el
mundo") y la ley ("Que un comité o un parlamento legisle por la sociedad
no es valido y es antidemocrático").

Debemos a la increíble agudeza intelectual del profesor Alberto Arvelo
haber detectado en el Libro Verde la fuente doctrinaria de la inversión
del concepto de democracia que está presente en los Decretos (2) que los
militares conspiradores de febrero de 1992, encabezados por el
Presidente Chávez, ejecutarían si el golpe de estado hubiese triunfado:

"Después de mucho ojear en mi memoria, fui a parar a Muammar El Gadhafi.
En los escritos del dirigente libio encontré ¡por fin! una doctrina en
donde democracia recibe el mismo tratamiento invertido que en los
documentos de los golpistas del 04 de febrero" (3).

En el área económica, sencillamente todo estaba resuelto para Gadafi con
"el socialismo". Sólo este sistema permitía "La solución del problema
económico", la cual provenía de su objetivo: "La meta de la nueva
sociedad socialista es el logro de la felicidad del hombre". Y, ¿cómo
se llega a esa nueva sociedad socialista? Con "la desaparición del lucro
y del dinero". A la caída de Gadafi, lo que quedó de manifiesto fue la
miseria del pueblo libio y la fastuosa riqueza del dictador y su
familia. En Venezuela, los repetidores de planteamientos socialistas
similares a los de Gadafi" los resumen en una frase: "socialismo del
siglo XXI".

El tratamiento que en el Libro Verde se da al tema económico es de un
simplismo que raya en la estupidez, como cuando trata de explicar la
explotación del trabajador con el ejemplo de las manzanas:

"Un trabajador que produce 10 manzanas por cuenta de la sociedad, a
quien ésta le concede una sola manzana a cambio de su rendimiento, lo
que viene a satisfacer plenamente su necesidad"

No obstante, el Libro Verde ha sido elogiado y su autor reconocido como
intelectual por letrados izquierdistas en el mundo. Entre éstos, el
sociólogo inglés Anthony Giddens (4), ex-Director de la London School of
Economics (1997-2003). Este absurdo no parece tener más explicación que
la búsqueda del vil metal, al igual que en el caso de tantos
intelectuales extranjeros adulantes del líder de la "revolución venezolana".

Hoy, afortunadamente para el pueblo libio, del Libro Verde de Gadafi
sólo quedan cenizas. Y, después de 4 décadas, el régimen socialista
(Jamahiriya) al cual sirvió de sustento ideológico ha desaparecido de la
faz de la Tierra. Socialismo inútil es una buena descripción de la
experiencia histórica que lideró el Coronel Gadafi.

1) http://www.mediafire.com/?kmc3ojtgyh3

2) http://www.soberania.org/Articulos/articulo_6085.htm

3) ARVELO RAMOS, A. El Dilema del CHAVISMO. Una incógnita en el poder.
Ed. Centauro. Caracas. 1998. pp. 72-75.

4)
http://cinabrio.over-blog.es/article-anthony-giddens-su-tercera-via-o-modernizacion-del-socialismo-y-gaddafi-70198834.html

jesusmarcano50@gmail.com"

http://www.analitica.com/va/internacionales/opinion/7567677.asp

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