El legado de un vendedor de sueños
[05-03-2014 12:24:27]
Beatriz Cisneros
Analista venezolana
(www.miscelaneasdecuba.net).- Hugo Chávez(foto) fue un gran vendedor de
sueños. Sobre esa base él construyó su imagen en Venezuela y en el
mundo. Vendió la imagen del buen revolucionario, tal como lo hizo el Che
Guevara, ignorando las atrocidades cometidas al mejor estilo
maquiavélico. Para ambos, el fin justificaba los medios.
Hugo Chávez supo cómo cultivar sobre los más profundos resentimientos
del ser humano, los que nunca habían sido expresados por una población
que desde hacía años se sentía excluida. Puso en práctica una política
para incluir a aquellos anteriormente excluidos y aseguró la exclusión
de aquellos que él consideraba habían sido los beneficiarios de las
políticas de gobiernos anteriores. Él ignoró que, a pesar de los errores
de 40 años de democracia, en Venezuela había libertad de pensamiento y
existían posibilidades de movilidad social. El mismo, Chávez, fue
resultado de esa libertad y de esa movilidad.
Es justo reconocer que el gobierno de Chávez tuvo un impacto social
importante, que deberá ser tomado en cuenta por futuros gobiernos. En
efecto, Chávez le brindó importancia a los pobres, como era justo que se
hiciera. Es por eso que muchos expresan que, gracias al "comandante",
ellos se hicieron "visibles"; para ellos eso es más importante que
cualquier otra cosa.
Durante 14 años, sus políticas fueron políticas de impacto que solo
buscaban mantener el apoyo del pueblo, de quienes agradecen por lo
recibido y de quienes tienen la esperanza de recibir en un futuro
próximo. Él compró conciencias gracias a los ingresos petroleros. Más
que educar a los venezolanos para que fueran más productivos y para
asegurarles su destino y el de sus hijos, Chávez nutrió la cultura del
Estado paternalista y de los ciudadanos parásitos que solo viven a costa
del Estado.
Sin embargo, de poco sirve ya ese paternalismo cuando hoy vemos las
consecuencias de la permanente mentira del "padre". Hoy, toda la
población, sin distingo de clases y de ideología, sufre la ya muy
evidente precaria situación de todo el sistema de salud (repunte de
enfermedades que estaban erradicadas ausencia de recursos en los
hospitales, escasez de medicinas); sufre el desabastecimiento
generalizado, producto de los cercos impuestos a la producción nacional,
mientras el gobierno beneficiaba a empresarios de otros países y nos
hablaba de desarrollo endógeno y de soberanía nacional; sufre de una
elevadísima pérdida de su poder adquisitivo, debido a la recurrente
devaluación de la moneda y a la más alta tasa de inflación en el mundo,
a pesar de estar gozando de los más altos ingresos de la historia por la
venta de su petróleo.
La escasez de alimentos, que hoy nos cachetea a la cara con las largas
colas que el pueblo hace para obtener productos de la canasta básica, se
refleja en los informes de la FAO que dan cuenta de nuestra precaria
seguridad alimentaria. El déficit comercial de Venezuela en materia
alimentaria es la más elevada de toda América Latina. Solo entre 1999 y
2012, la importación de productos alimentarios y agrícolas aumentó en
366 %. Nuestros productores agrícolas fueron puestos en total desventaja
frente a los productores de Brasil, de Argentina, de Uruguay, de
Colombia e inclusive de Nicaragua. Fácil pues explicar la ausencia de
apoyo de la OEA en los momentos que vivimos hoy.
Adicionalmente, el lenguaje violento - lleno de resentimientos y de odio
– de Chávez y de sus funcionarios, fueron el mejor caldo de cultivo para
contar hoy con una de las mayores tasas de criminalidad en el mundo.
Durante su período de gobierno la tasa de homicidios aumentó en 223 %
según cifras del Observatorio de la Violencia. De 5.968 homicidios
registrados en 1999, 14 años después contábamos cerca de 21.000 caídos
en un año, la mayoría de ellos jóvenes. Chávez nos obligó a rezar todos
los días por ver a nuestros hijos regresar a casa sanos y salvo.
Hugo Chávez murió hace un año o quizá un poco más. La población de
menores recursos del país heredó una identidad que le era justo tener.
Pero esa herencia va de la mano de un país dividido por una lucha de
clases, por una sociedad intolerante y llena de un odio exacerbado por
un régimen que destruyó las bases para el desarrollo de un gran país.
Calificativos de "apátridas", "oligarcas", "parásitos", "fascistas", han
llevado a que una mitad de la población sea la nueva excluida de hoy,
despreciada y violada en sus derechos civiles y humanos por el solo
hecho de discernir de las políticas de un régimen que es conducido por
el castro-comunismo cubano.
Es ese el único país que ha conocido la generación que creció durante
los 14 años del gobierno de Chávez, jóvenes que cuentan hoy entre 15 y
25 años de edad. Son ellos los que hoy están en las calles queriendo
construir otra historia para Venezuela.
El vendedor de sueños quizá tuvo ideas que muchos soñamos también. Pero
cometió gravísimos errores en su forma de llevarlos a la realidad.
Chávez se fue - hace un año o quizá un poco más - dejando el peor legado
que gobernante alguno puede dejar a su Nación: un país en apartheid, con
prisioneros políticos, con represión en sus calles, con una lamentable
fuga de talentos, con familias divididas, con un pueblo hundido en el
estiércol de la confrontación y de la violencia.
Al morir el farsante "vendedor de sueños" escribí también que había
dejado un país dominado por el miedo. Sin embargo, al paso de un año
escribo con satisfacción que el miedo que él dejó, hoy ya quedó
enterrado junto a él.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/5317096b3a682e1868e72464#.UxcpzvldUx4
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