Francisco José Virtuoso
Viernes, 2 de septiembre de 2011
Para la oposición captar a los ni-ni pudiera resultar más sencillo,
porque hasta ahora está ensayando cómo convertirse en una alternativa de
poder sin que haya conformado de manera definitiva una fórmula política.
Las encuestas reflejan que alrededor del 30% de los electores
venezolanos no están alineados con ninguna de las dos grandes opciones
que conforman el espectro político del país. Este grupo no puede ser
catalogado como abstencionista, porque generalmente sí ejerce el voto.
Su caracterización política ha sido subestimada por unos y otros. El
nombre que se les ha endilgado no les otorga ni siquiera la identidad de
independientes. Muy probablemente en las encuestas aparecen contados
como los light del chavismo o de la oposición, también pueden entrar en
la categoría de ns/nc.
El hecho es que ellos constituyen ese sector difuso del electorado que
marca los niveles de incertidumbre para las dos opciones en juego en un
contexto de polarización, y su decisión es determinante para inclinar la
balanza.
Hoy las encuestas señalan que las preferencias electorales tanto del
chavismo como de oposición no bastan para imponerse una a la otra. Es
decir, no basta con los "votos seguros" para ganar las elecciones. Hay
que cautivar a ese público clave que probablemente comparte aspectos
tanto de uno como de otro predicamento, pero que no se siente totalmente
satisfecho con las proclamas y prácticas políticas en juego.
Eso implica que ambas opciones se verán obligadas a salir en búsqueda de
los llamados ni-ni, de los no alineados, de los independientes, con un
discurso más envolvente, plural y amplio que el que los ha venido
caracterizando. Necesariamente deberán indagar qué busca este importante
sector del electorado venezolano que no se identifica automáticamente
con las opciones en juego, que echa en falta algo, que quiere escuchar
nuevas propuestas.
Para el chavismo este viraje es cuesta arriba; hasta ahora ha sacado
frutos de la polarización extrema, del descrédito y desmoralización del
contrario. Su base política la ha conformado gracias a este estilo y
salir de él le puede resultar contraproducente, además ya cuenta con una
tradición que no es fácil de borrar. Por su parte, para la oposición
captar a los ni-ni pudiera resultar más sencillo, porque hasta ahora
está ensayando cómo convertirse en una alternativa de poder sin que haya
conformado de manera definitiva una fórmula política. Me atrevo a decir
que quizás desde una posición de centro pueda atraer a la gente que está
descontenta en los sectores populares y, en general, a los que quieren
una democracia en donde las reglas de juego amparen más claramente los
derechos y garantías, al tiempo que promueve la equidad y la inclusión.
Es más fácil moverse por los carriles ya transitados. Innovar puede ser
la clave, pero es difícil y complejo. Se requiere mucha audacia.
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