Thursday, September 8, 2011

¿Hackear o bloquear?

¿Hackear o bloquear?
Marianella Salazar
Jueves, 8 de septiembre de 2011

Si los resultados electorales son represados, los ciudadanos no tendrán
otro modo de acceder a la información que a través de Twitter. Las redes
sociales se han convertido en una herramienta fundamental de acción
ciudadana y fueron fundamentales convocando las protestas que han
conducido al derrocamiento de algunas dictaduras.

El gobierno de Chávez ha intentado convertir en delito a la libertad de
expresión. Los periodistas que se expresan sin autocensura son acusados
de tener propósitos subversivos o de participar en alguna conjura
conspirativa. Han cerrado medios de comunicación, amedrentado a
radiodifusores y editores de medios impresos para evitar que los
comunicadores se expresen libremente.

Esos execrables métodos, sin embargo, se han estrellado en las redes
sociales y por más activas que se encuentren las guerrillas
comunicacionales, sumergidas en direcciones electrónicas falsas,
identidades camufladas o el anonimato que proporciona la invisibilidad
de las redes -aprovechadas para injuriar, confundir y desinformar-, aún
así, no podrán limitar un medio instantáneo como Twitter, a no ser que
bloqueen el tráfico de la red, como lo hicieron los dictadores en
Egipto, Libia, Siria o Irán. Eso no lo hará Chávez, a no ser que vea
peligrar su permanencia en el poder e intente desconocer los resultados
electorales, si le son desfavorables.

El gobierno y su oficina electoral -Consejo Nacional Electoral- no
podrán contener el Twitter en caso de fraude electoral. Si los
resultados electorales son represados, los ciudadanos no tendrán otro
modo de acceder a la información que a través de Twitter. Las redes
sociales se han convertido en una herramienta fundamental de acción
ciudadana y fueron fundamentales convocando las protestas que han
conducido al derrocamiento de algunas dictaduras. Así sucedió con Hosni
Mubarak después de tres décadas en el poder.

El gobierno venezolano le teme a Twitter, por eso ha inundado la red con
sus "candangas", con el propósito de manipular la información, pero la
red es amplia y democrática, no discrimina las ideologías y los mensajes
de los disidentes también se transmiten a una velocidad de vértigo.

Ajuste de cuentas

Las usurpaciones de identidades en Twitter a través de hackers no
persiguen otra cosa que incomunicar a personalidades con audiencia y,
por supuesto, desinformar. El grupo de hackers, identificado como N33 y
que se atribuyó a través de un comunicado la última fechoría en esta red
social, recibió el encargo de ajustar las cuentas: "La motivación no ha
sido otra sino el indebido uso de Twitter por sus legítimos dueños, bajo
la excusa de la libertad de expresión.

Desde estas cuentas, que suman algo más del medio millón de usuarios, se
atacó de distintas formas la solemnidad de nuestras instituciones y más
específicamente la del jefe de Estado, cuya convalecencia no ha sido
causa suficiente para que estos personajes de oposición, y los
relacionados a ellos, disminuyan su carga de saña y mala intención. Son
pues, fuente de odio y división del país. Twitter, desde luego, permite
estas actitudes con total flagrancia y es allí donde aparecen estas
individualidades representadas por nuestro contraataque". Esta conducta
delictiva propiciada y celebrada por el oficialismo no debe extrañarnos:
los hackers aparecieron públicamente en el año 2002, cuando Felipe
Pérez, como ministro de Planificación y Desarrollo, le dio un "viraje" a
la política digital del Estado.

Pérez llegó a jactarse en un programa Aló, presidente -transmitido el 15
de diciembre de 2002- de tener muy "buenos hackers", que prestaron sus
servicios en las oficinas de Alí Rodríguez en Pdvsa. Los temibles
hackers no sólo son capaces de cobrar venganza en las redes o descifrar
números encriptados de tarjetas de crédito, también serán muy eficientes
en el manejo del software durante la próxima jornada electoral. En
delitos electorales, los hackers también tienen su prontuario.

msalazar@cantv.net

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/2211013.asp

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