Saturday, September 3, 2011

El derecho a saber

Análisis | 03/09/2011

El derecho a saber

El país como un todo, más allá de las preferencias políticas de unos y
otros, a estas alturas debería tener información confiable sobre el real
estado de salud de Chávez. El ocultamiento sistemático de información,
que se inició desde que fue intervenido en dos ocasiones en Cuba, y que
incluso perdió facultades mentales al estar inconsciente ­como él mismo
admitió luego­, en realidad lo que hace es arrojar más dudas e incertidumbre
ANDRÉS CAÑIZÁLEZ

C on el paso de los días los venezolanos nos hemos acostumbrado a la
nueva imagen del presidente Hugo Chávez, producto de su tratamiento
contra el cáncer. La quimioterapia, ahora aplicada en Caracas, forma
parte del protocolo recomendado para pacientes con esa enfermedad,
después de una intervención quirúrgica.

Pese a la nueva imagen, a las recurrentes ausencias del mandatario,
quien seguramente debe hacer frente a períodos bastante desagradables
­según el testimonio de personas que han atravesado estos tratamientos­,
y a que el propio Chávez ha hablado (y usado) el tema de su cáncer con
fines políticos, en realidad dos preguntas de fondo siguen sin respuesta.

¿Cuál es el órgano afectado? ¿Cuál es la dimensión o grado de la
enfermedad? Estas dos preguntas siguen sin tener una respuesta, a dos
meses de que el presidente Chávez admitiera públicamente su padecimiento
en una cadena nacional de radio y televisión desde La Habana. Parece
obvio que el ocultamiento de información en estos asuntos tiene un
objetivo políticoelectoral.

No encuentro, personalmente, otra explicación. ¿Por qué razón los
venezolanos no pueden saber, a través de una fuente confiable, cuán
grave o no es el estado de salud de su Presidente? Puede ser llover
sobre mojado pero vale la pena volver sobre el manejo informativo de
casos similares, en tiempos recientes y en América Latina.

Es decir, no estamos hablando de un país nórdico o de Suiza. El
presidente paraguayo, Fernando Lugo, ha estado en los últimos meses
haciendo frente también al cáncer. El 31 de julio, sin ir muy lejos,
estuvo en un chequeo en el Hospital Sirio-Libanés de Sao Paulo (Brasil).
Luego del chequeo hecho al jefe de Estado de Paraguay, hubo un reporte
médico del hospital brindado a la prensa, para dar detalles que son de
interés de los ciudadanos de ese país.

No se trata de un asunto de morbo. En realidad, los personajes públicos,
y especialmente cuando ejercen el más alto cargo de elección popular de
un país, pierden de forma tajante su derecho a la privacidad. Si Hugo
Chávez, como un venezolano cualquiera, quiere dejar en su esfera íntima
los detalles de su cáncer, eso sería defendible.

Pero al ser Chávez el presidente, además negándose a dejar temporalmente
el poder, es un derecho de los ciudadanos de Venezuela saber cuán grave
o no está el jefe de Estado. Su salud, mejore o empeore, tiene
repercusiones directas sobre la conducción del país, y por tanto nos
afecta a todos los venezolanos.

Deberíamos conocer la versión médica oficial. Eso no lo podría decir el
mismo paciente, y menos Fidel Castro. En sana práctica democrática y
transparente, debería producirse un parte médico oficial. Nada distinto
a lo que sucede con el presidente Lugo en Paraguay, sin ir muy lejos.

El presidente Chávez ahora gobierna a través del Twitter junto a
apariciones en televisión, cuando su cuerpo se lo permite. Eso en sí no
es negativo, pero sin duda su ausencia de la esfera pública ­a la cual
ha demostrado su adicción­ tiene un trasfondo sobre el cual debe existir
una versión oficial creíble. E

El país como un todo, más allá de las preferencias políticas de unos y
otros, a estas alturas debería tener información confiable sobre el real
estado de salud de Chávez. El ocultamiento sistemático de información,
que se inició desde que fue intervenido en dos ocasiones en Cuba, y que
incluso perdió facultades mentales al estar inconsciente ­como él mismo
admitió luego­, en realidad lo que hace es arrojar más dudas e
incertidumbre. Los escenarios de incertidumbre pueden ser manejados
políticamente, ciertamente, pero hasta determinados límites.

Esta tensión entre lo que no se dice y la necesidad de decir para
responder a necesidades sociales parece evidenciar el cambio de
estrategia que se ha seguido en dos momentos claves: en primer término,
la aparición de Chávez el 30 de junio, pese a que aún no estaba
recuperado del todo; en segundo lugar, la tercera sesión de
quimioterapia en Caracas, a pesar de que no le garantiza el sigilo del
tratamiento médico en Cuba.

La estrategia oficial, hasta ahora, ha sido ir dosificando la
información. Se trata de ir acostumbrando a la sociedad, y especialmente
a los seguidores del proyecto político de Chávez, a la nueva realidad.
Tenemos un presidente enfermo, que a pesar de todo quiere ser reelecto
el año próximo.

No se brinda información médica oficial, puede presumir uno, porque
puede impactar negativamente la campaña o la propia imagen del Presidente.

No es ésta una situación que pueda prolongarse indefinidamente. Un
termómetro para tener una idea de lo avanzado que pudo estar el cáncer
detectado en Chávez, según médicos oncólogos consultados por este
articulista, puede ser el número de quimioterapias que reciba el jefe de
Estado. Veremos.

http://talcualdigital.com/Nota/visor.aspx?id=57961&tipo=AVA

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