Saturday, December 5, 2015

Los insultos de Maduro

Los insultos de Maduro
LUIS NIETO , Diciembre 05, 2015

No son los insultos de Nicolás Maduro los que provocan tristeza, sino la
reacción de los compañeros de Luis Almagro, porque el actual secretario
general de la Organización de Estados Americanos (OEA) es senador electo
por el Movimiento de Participación Popular (MPP), sector mayoritario del
Frente Amplio. Si el expresidente y senador José Mujica y el MPP están
informados sobre la situación venezolana, resulta más incomprensible
todavía que sean tan duros con Almagro, que está exigiendo garantías
para la oposición dentro de un sistema democrático, tal como exige el
Mercosur a sus socios.

O bien, Almagro fue un desconocido para el expresidente Mujica o actuó
como un impostor durante su permanencia como ministro de Relaciones
Exteriores. Lo que ahora importa saber es si el secretario general de la
OEA cumple con el deber de cuidar la calidad democrática de los países
que integran la institución que dirige, o se hace el distraído, como su
antecesor, José Miguel Insulza, mientras permaneció al frente de la
institución regional.

Clausura de diarios y compra con fondos públicos de radios y canales de
televisión que son administrados por personeros chavistas; destitución
exprés de diputados, por la sola voluntad del presidente de la Asamblea
Nacional y número dos del régimen, el teniente Diosdado Cabello;
encarcelamiento, bajo pruebas falsas, de gobernadores y alcaldes que
fueron electos por votación popular; detención y procesamiento de
estudiantes por el solo hecho de manifestarse en la calle; financiación
y aprovisionamiento de grupos paramilitares, como el del Picure, que,
curiosamente, ahora aparece mencionado como posible responsable del
asesinato de Luis Manuel Díaz, dirigente socialdemócrata; uso de la
principal empresa de Venezuela (PDVSA) con fines partidarios, porque
nada de lo anterior se podría haber hecho sin una tesorería generosa.

A Venezuela no le falta nada de lo que se ve en cualquier dictadura,
aunque, eso sí, mantiene una muy fina costra de formalidad democrática.
En estos días se ha escuchado el argumento de que en el Caribe no debe
extrañar el tipo de insulto que Maduro usó para descalificar a Almagro.
Es cierto, también Chávez se despachaba a gusto cuando quería graficar
su desprecio hacia alguien. También en Cuba se acuñó el término "gusano"
para nombrar a quienes se han opuesto al régimen de los Castro. Pero
querer generalizar este comportamiento a toda la región caribeña es una
injustificada excusa para no rechazar con mucha claridad el insulto de
Maduro hacia Almagro. Lo dijo una, dos , tres, varias veces y desde
varios ángulos, como para que no quedasen dudas. Está acostumbrado a
mostrarle la fusta a sus amigos, ya había tratado de cobarde al
vicepresidente uruguayo. ¿Quién sigue?

Almagro ya no habla en función de la política que impulsaba su
presidente Mujica, él es la máxima autoridad de la OEA, y es lógico que
su opinión represente la pluralidad de los países que la integran, y que
empiezan a sentir cansancio frente a un régimen que sólo huye hacia
adelante, endeudando al país con China y Rusia para disfrazar sus
extravagancias.

Este fanfarrón grandote, que no le hace ascos al ridículo de relatar con
detalles la conversación que tuvo con los pajaritos, todavía genera
algún tipo de expectativa en la izquierda latinoamericana. En privado,
todo el mundo se ríe de él, pero continúa alimentando la esperanza de
que ese es el camino al socialismo. Vivir en el limbo de la ética
política es peligroso, y más peligroso si se ocupan cargos importantes,
o se aprovecha de la notoriedad para propagar la idea de que todo vale.
En el chavismo no hay ninguna posibilidad de transitar hacia el
socialismo. Ninguna. Más bien, el régimen parece inspirado en el "cuanto
peor mejor", por tanto cualquier ayudita para que crezca la
arbitrariedad, el desprestigio institucional, y disminuya el poder
decisorio de los ciudadanos, bienvenido sea.

Ya Fidel Castro había arrancado sonrisas de complacencia con aquello de
la "pluriporquería" para referirse al sistema de partidos políticos con
el que Uruguay ha edificado su sociedad. La izquierda lo dejó pasar,
como una viveza que, tal vez, siga compartiendo. El insulto de Maduro
debería arrancar una condena unánime y sin ambigüedades, en primer lugar
por parte de los compañeros de Almagro. Cuando se trata de derechos
humanos no hay territorialidad, ¿o sí la hay? ¿Verdad que no, diputada
Gelman, que usted, casi más que nadie, es testigo de que los derechos
humanos no tienen patria? La carta de Almagro dirigida a Tibisay Lucena,
presidente chavista del Consejo Nacional Electoral, es un claro
compendio de las condiciones desventajosas que el régimen chavista
impone a la oposición, de cara a las elecciones parlamentarias del 6 de
diciembre.

Aparte del lenguaje insultante, lo que debiera levantar un rechazo
generalizado, dentro de la izquierda uruguaya, es la amenaza, implícita
de que si gana la oposición él resistirá desde la calle, y ya se sabe lo
que eso quiere decir: poner en marcha su alianza cívico-militar contra
la Mesa de la Unidad Democrática de Venezuela. Desde la titularidad del
Poder Ejecutivo, con las Fuerzas Armadas a sus órdenes, Maduro está
anunciando que copará la calle, y en ese caso, incurrirá, entre otros,
en los delitos que él mismo se inventó para procesar a Leopoldo López,
al alcalde Daniel Ceballos y al Alcalde Mayor de Caracas Antonio
Ledesma, entre más de cien presos políticos. Con el agravante, en este
caso, que se opondrá, con el uso de la fuerza pública, a una decisión
que emanará del voto popular. Un anunciado golpe de Estado, ni más ni
menos. ¿Sigue sin tener sentido la lectura que Almagro hace de Venezuela?

Maduro empezó mal y los gobiernos latinoamericanos también, porque
fueron ciegos ante la cantidad de evidencias de fraude que la oposición
venezolana les presentó, pidiéndoles una auditoría de los datos
electorales. Muchos de esos gobiernos, no hay que olvidar, fueron
receptores de los millones que Chávez sustrajo a los venezolanos con el
fin de crearse un ambiente internacional favorable. No sólo se puede
decir que fueran coimas, porque la mayoría llegaron como donaciones
solidarias, con bombos y platillos, pero ¿cómo se puede calificar a la
valija que Antonini Wilson llevaba al llegar a Buenos Aires, procedente
de Caracas, en un avión de la petrolera estatal, como si todo eso fuera
propiedad privada del chavismo, para vergüenza de sus ingenuos amigos?
¿No recibimos nosotros, entre otras tantos regalos, el tablero
electrónico del estadio Centenario, 10 millones de dólares para el
Clínicas, y hasta lo que hacía falta para reformar el edificio que hoy
ocupa la Presidencia de la República? ¿Por qué el Gobierno venezolano le
daría a Uruguay ese dinero, si no le pertenecía, y sí a su pueblo, que
hoy no tiene ni papel higiénico?

Cuando Maduro insulta a Almagro insulta a todos los que siguen con mucha
preocupación lo que pasa en Venezuela, tenemos parientes y amigos allí.
Nos recuerda demasiado a lo que vivimos en Uruguay, y, también, a la
actitud valiente del Gobierno de Carlos Andrés Pérez, el único gobierno
latinoamericano que rompió relaciones con la dictadura uruguaya, a raíz
del secuestro de Elena Quintero. Un Carlos Andrés Pérez contra el que,
años más tarde, Chávez, Maduro, Cabello y Cilia Flores intentaron dar un
golpe de Estado. Aunque más no sea por el margen de duda ante aquellas
actitudes, todos los uruguayos debiéramos sentir, como un agravio
personal las palabras de Maduro.

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Nota de la Redacción: esta columna de opinión ha sido publicada
previamente en el semanario uruguayo Voces. La reproducimos con la
autorización del autor.

Source: Los insultos de Maduro -
http://www.14ymedio.com/opinion/insultos-Maduro_0_1901209870.html

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