Venezuela, una lección para los cubanos
Ninguna dictadura es lo suficientemente fuerte como para no ser derrotada
martes, diciembre 8, 2015 | Miriam Celaya
LA HABANA, Cuba.- Pese a todas las adversidades y las trampas que
intentaron sabotear el triunfo de la oposición en las elecciones
parlamentarias venezolanas, se cumplieron los pronósticos: la Mesa de la
Unidad Democrática (MUD) barrió en las urnas y no –como ansiaba el señor
Maduro– solo en las encuestas.
Los fantoches de Telesur, 'el canal televisivo de Latinoamérica', apenas
podían disimular su nerviosismo. La prolongada espera que siguió al
cierre de los colegios electorales era un claro indicador de que las
boletas votadas eran tan propicias a la MUD que ninguna triquiñuela
castrochavista podría revertir los resultados. No obstante, informar el
resultado iba a ser un trago amargo y difícil para las marionetas de
Maduro y Cabello.
Bien pasadas las 12 de la medianoche en Venezuela, una nerviosa y
tartamudeante Tibisay Lucena, muy distinta de la habitualmente enérgica
presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), informó oficialmente de
los resultados. La MUD se había alzado hasta ese momento con 99 curules
del Parlamento, muy por encima de los 46 alcanzados por los chavistas.
Se trata de un golpe tan demoledor para el oficialismo que hasta la
noche de ayer no se habían ofrecido los resultados de los 22 curules
restantes que completaron el total de 167 del Parlamento.
Un estupefacto Nicolás Maduro posó de demócrata y fingió satisfacción
por "el triunfo de la democracia". Obviamente, algún consejero le
sugirió que abandonara la postura beligerante de los días previos,
cuando amenazó gobernar "en la calle" con "una coalición cívica
militar", si el chavismo legaba a perder las elecciones. Podemos
imaginar al consejero: "Señor Presidente, es que precisamente 'la calle'
fue la que votó en su contra". Así, el discurso de la derrota no podía
ser más gris y monótono, un recuento de pasadas victorias que solo
acrecentaban el contraste con el fracaso de la jornada. Los rostros de
estupor de su auditorio gritaban a las claras que los días de gloria del
chavismo habían terminado. Otro que muerde el polvo, tras la también
estrepitosa caída de la figurina vacua de la Casa Rosada apenas unos
días atrás.
La saga se anuncia interesante. Solo con los 99 escaños alcanzados la
MUD garantizó la mayoría simple, los que le permiten desde el 5 de enero
de 2016, cuando asuma sus funciones el nuevo Parlamento, incidir
directamente en cuestiones tan raigales como la elección de la junta
directiva (¡bye, bye, Señor Diosdado Cabello!), la aprobación o veto de
nombramientos, la promulgación de leyes o la designación de los jueces
del Tribunal Supremo y el fiscal general de la República, entre otras
atribuciones que pondrían punto final a la impunidad gubernamental y al
autoritarismo, impuestos mediante la violencia, el miedo y la coerción
en 16 años de chavismo.
Semejante poder en manos del adversario político, sin embargo, no sería
la peor pesadilla de la autocracia bolivariana. La circunstancia más
hostil para el agónico chavismo es que la MUD haya alcanzado 11 curules
más, de los 22 que quedaban pendientes (aún faltan dos por anunciar).
Llegar a 112 diputados le permitiría a la concertación opositora
conseguir los dos tercios del total de escaños, una fuerza lo
suficientemente arrolladora como para echar abajo todo el entramado
dictatorial tejido por Hugo Chávez y sus seguidores. La MUD podría
ejercer funciones legislativas de gran envergadura y profundidad, tales
como promover referendos, reformas constitucionales y asambleas
constituyentes.
No es de extrañar, pues, que por muy inexplicable que sea –habida cuenta
de la rapidez y eficacia del sistema electoral totalmente informatizado
con lo último en tecnología digital– casi 24 horas después de finalizado
el referendo todavía los funcionarios del CNE, mayoritariamente
chavistas, no se hubiesen hecho públicos los resultados definitivos. Los
seguidores de Maduro y su comparsa están preocupados, y tienen razones
muy ciertas para ello.
Ayer amaneció con un Telesur completamente silenciado en el tema.
Diríase que el domingo no hubo elecciones parlamentarias en Venezuela.
Elecciones que, dicho sea de paso, el propio gobierno anunciaba serían
"históricas". Hay que reconocer que en eso no se equivocó. Ayer lunes 7
de diciembre, sin embargo, la atención de Telesur se centraba en las
elecciones municipales francesas… Cosas del Orinoco.
La reacción desde La Habana
El mensaje de Castro II a su par venezolano tiene un matiz fúnebre, como
el pésame formal que se ofrece fríamente a los conocidos que han perdido
un familiar cercano: "Estaremos siempre junto a ustedes". Con
suficientes problemas por los cuales preocuparse, el General-Presidente
se mostró parco, seco y distante con su "Estimado Maduro", pese a la
'admiración' con que escuchó las palabras del soberbio Presidente. Al
final, "un abrazo".
Los demócratas cubanos, en cambio, estamos de fiesta. Nos regocija y
anima el triunfo de la democracia en Venezuela y hacemos votos por que
la MUD sepa valorar en su justa medida la colosal importancia de la
victoria alcanzada. Es una palma más que merecida, duramente luchada por
ellos a un costo altísimo, pero solo es un primer paso en un camino que
se anuncia difícil y lleno de obstáculos. En lo personal, creo que es
una luz de esperanza para todos los que aspiramos al fin de la dictadura
en nuestro propio país. El momento es propicio para desearles éxitos a
los venezolanos en el retorno al camino de la democracia.
Y es propicio también para que aquí, dentro de la Isla, disidentes y
opositores meditemos sobre la necesidad de explotar más eficazmente las
grietas de la precaria legalidad oficial. Cierto que los partidos
políticos alternativos al Poder no tienen en Cuba reconocimiento legal
alguno, que son demonizados y perseguidos, que sus fuerzas son
constantemente reprimidas y que no tenemos el espacio legal que han
podido defender los demócratas venezolanos. Pero la vía legalista no
solo ha demostrado ser una herramienta eficaz, sino que es la única que
contaría con el apoyo internacional.
En las pasadas elecciones, en la ciudad de La Habana se presentaron a
optar por el cargo de delegados de circunscripción dos opositores. Fue
un acto valiente, y ellos fueron reprimidos por las turbas al servicio
del gobierno y criticados por no pocos compañeros de ruta, dentro de las
filas opositoras. Sin embargo, ambos demostraron que una parte
representativa de sus comunidades fue capaz de votar por ellos, y así
quebraron el mito de la ausencia de arraigo de la oposición.
Hoy, el triunfo de Venezuela se erige no solo como una esperanza, sino
también como una lección para nosotros: ninguna dictadura es lo
suficientemente fuerte como para no ser derrotada. Si es en las urnas,
tanto mejor. Ningún espacio ganado a una dictadura es pequeño o
insignificante. En el cercano 2016 se promulgará una nueva Ley electoral
en Cuba. Quizás sea ésta una buena ocasión para empujar en esa
dirección: presionar con fuerza y determinación sobre las autoridades
para lograr espacios legales de reconocimiento, luchar desde esos
espacios, dejar de lado el derrotismo porque "ese es el juego de ellos".
La distancia entre la realidad venezolana y la nuestra es, en verdad,
muy grande; pero cuando el resultado podría mover al cambio, vale la
pena el intento.
Source: Venezuela, una lección para los cubanos | Cubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/venezuela-una-leccion-para-los-cubanos/
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