Thursday, April 3, 2014

Respuesta al 'llamado urgente' de Nicolás Maduro

REPRESIÓN EN VENEZUELA

Respuesta al 'llamado urgente' de Nicolás Maduro
JUAN ANTONIO BLANCO | Miami | 3 Abr 2014 - 11:36 am.

Para convocar al diálogo tendría que dejar de criminalizar a la
oposición. Para hablar de independencia y soberanía venezolana tendría
que expulsar al ejército de ocupación cubano.

El presidente de Venezuela ha publicado un artículo de opinión en The
New York Times en el que ofrece su visión de lo que ha acontecido en ese
país por quince años y concluye con un llamado abierto: "Venezuela
necesita paz y diálogo para moverse hacia delante. Damos la bienvenida a
cualquiera que sinceramente desee ayudarnos a alcanzar esos objetivos".

Magnifico, señor Maduro. Estoy seguro de que muchos desean ayudar. Yo
entre ellos. Lo que sucede es que no compartimos su visión de las cosas.
Si ese fuera el caso no podríamos ayudar a los venezolanos a alcanzar la
"paz y diálogo" para seguir adelante. Me explico.

¿Cuál es la naturaleza del conflicto venezolano?

La esencia del conflicto en Venezuela se expresa entre la mayor parte de
la población y un régimen político-económico que ha sumido el país en un
estado de cosas que ya le resulta insoportable.

¿Le sorprende que la gente no responda sus llamados a una "conferencia
de paz"? ¿Cómo podría una persona responsable acudir a un diálogo
convocado por el líder de una fuerza que reprime a personas de todas las
edades y géneros cuando expresan su descontento por la inseguridad
ciudadana, el desabastecimiento, la improductividad nacional, la
exclusión laboral por razones de preferencias ideológicas, la brutalidad
policial, la corrupción a todos los niveles, la mordaza a la libertad de
expresión?

Recuerde, Sr. Maduro, cómo se iniciaron estas jornadas de protesta
nacional. Después del asalto y violación a una compañera de estudios,
algunos estudiantes decidieron expresar su protesta por la falta de
seguridad ciudadana en el campus universitario en que estudian. El
Estado los embistió con toda la brutalidad de la que es capaz. Fue
entonces que la protesta se extendió a los estudiantes de todo el país.
Y las fuerzas uniformadas y paramilitares del Estado las embistieron de
nuevo, pero con mucha más saña. Fue entonces que salieron otras fuerzas
y sectores de población a apoyar a esos jóvenes. Son sus hijos, ¿sabe?

Usted entonces dispuso que contra todos ellos se usara todo el arsenal:
perdigones, gases lacrimógenos, mangueras de agua a presión, tanques
livianos, vuelos rasantes de cazas de combate. Pero la protesta siguió
creciendo. Encarceló a un líder de oposición que se entregó a una
justicia que hasta ahora no ha hecho honor a ese nombre y lo mantiene
injustamente encarcelado. Ha desaforado alcaldes y diputados electos
violando todos los procedimientos legales. Y los balazos de sus
paramilitares y las granadas de gases lacrimógenos de la Guardia
Nacional no solo afectaron a quienes protestaban, sino que penetraron en
viviendas donde causaron víctimas que estaban recogidas en su hogar.
Lógico: más personas se indignaron. No hace falta acudir a teorías
conspirativas y acusar a países extranjeros para comprender por qué.

Su gobierno que tanto había hablado de la "Intifada" palestina pudo
asistir a una nacional. Los "indignados venezolanos" —que recibieron
peor trato que los que se manifestaron en Wall Street— decidieron
rehusar el uso de armas de fuego y cuchillos. Se enfrentaron a aquella
tropa a fuerza de botellas incendiarias, piedras y devolverles las
granadas de gas que les arrojaban. Pero usted no se detuvo a
reflexionar. Ordenó a su Guardia Nacional y paramilitares que siguieran
matando a jóvenes desarmados —en nombre del Socialismo del Siglo XXI—
con certeros disparos a la cabeza.

La tortura, los arrestos arbitrarios, las golpizas, los disparos de los
malandros paramilitares fueron alentados en nombre de la revolución. ¿De
cuál? ¿La de las camisas pardas nacional-socialistas de los bares de Múnich?

Según su versión este el choque inevitable con un puñado de violentos
que intentan derrocar el actual gobierno en Venezuela. No, Sr. Maduro.
Este es el choque ampliamente popular con un Gobierno que se ha
propuesto deliberadamente desmontar la democracia y las instituciones
republicanas para instalar un régimen totalitario, sumiso a la elite de
poder cubana, que mantiene un ejército de ocupación extranjero de miles
de asesores militares, de inteligencia y otras especialidades para
controlar incluso a los funcionarios públicos. Ese es el poder que usted
y el Sr. Diosdado Cabello representan.

La voluntad e intereses de la mitad —si es que no ya de la mayoría— ha
sido sistemáticamente desconocida por su partido y Gobierno. Los
diputados disidentes silenciados y golpeados físicamente en la Asamblea
Nacional. Es allí donde debería haber tenido lugar desde un inicio el
diálogo que hoy usted reclama.

¿Y ahora qué?

¿Usted quiere que vengan del Vaticano u otro lugar a llamar "a todos por
igual" a abandonar la violencia, cuando su bando la inició y es quien la
ha ejercido frente a una población desarmada? Sr. Maduro, usted no está
en la Colombia de las FARC, Irlanda del Norte del IRA, o Sri Lanka de
los Tigres Tamiles. Está en Venezuela, donde aquella parte del pueblo
que su gobierno ha desconocido, atropellado y vejado, ahora resiste
desarmada la embestida de verdaderas hordas fascistas. Para poder
dialogar usted tiene primero que retirar de las calles a la Guardia
Nacional y desarmar a los grupos paramilitares.

¿Usted quiere que los mediadores hagan un llamado a respetar la
soberanía e independencia venezolanas? Adelántese a esa petición:
expulse de Venezuela al ejército de ocupación cubano. Con ellos
presentes no puede haber un diálogo en condiciones soberanas.

¿Usted quiere que el mundo crea en su buena fe? Libere a todos los
presos políticos, permita el retorno de los exiliados y no siga
criminalizando y reprimiendo la protesta social.

Y rece mucho o hable con algunos de esos pajaritos que le trasmiten
mensajes del difunto Chávez. Lo va a necesitar porque aun si el Vaticano
llama a todos a seguir el ejemplo de Jesús hay quienes no van a olvidar
lo sucedido. El perdón, a fin de cuentas, es potestad exclusiva de las
víctimas…y ellas no siempre están dispuestas a extenderlo.

http://www.diariodecuba.com/internacional/1396475496_7950.html

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