Venezuela, Maduro, Chávez, La denuncia de hoy
El eje bolivariano
Son neocomunistas, pero sus métodos son viejos, de los tiempos de
Vladimir Lenin
Félix Luis Viera, México DF | 18/02/2014 6:29 pm
La situación en Venezuela se hizo más crítica el pasado 12 de febrero,
cuando una multitud de estudiantes salió a las calles en distintas
ciudades del país para pedir la libertad de varios de sus compañeros
antes detenidos, así como para protestar por el desabasto que asola
aquella nación, la carestía de la vida y el aumento de la criminalidad.
El mandatario venezolano, Nicolás Maduro, reemplazo del fallecido Hugo
Chávez e hijo putativo de este y de Fidel Castro y otrora estudiante de
la Escuela Superior del Partido Comunista de Cuba "Ñico López" de La
Habana, desde que tomara la presidencia hace un año, ha actuado como
tal: como el hijo fiel que cumple las órdenes de un padre, o de dos.
Como el hijo parcializado, enceguecido por el amor a sus dos padres. Es
decir, sin pensamiento propio. Así, tuvo a bien recibir el barco medio
hundido que era Venezuela cuando tomó el poder, sin reparo alguno para
terminar de hundirlo. No hay que tener una mente privilegiada para
concluir que Maduro ha sido utilizado por Castro y Chávez: cándido,
aceptó la estafeta del espíritu numantino de aquellos dos para terminar
de sepultar a su tierra. O sea, más claro: la culpa de los males que hoy
sacuden a Venezuela no es de Maduro, sino de Chávez. Y antes, de Fidel
Castro, quien sembró en el fallecido gobernante ese asunto del
antiimperialismo, el florecimiento del comunismo y el quehacer de
cacique, entre otras virtudes. Claro, alguien podría observar entonces
que Hugo Chávez no era tan despierto de intelecto si se dejó inocular
por Castro el virus de una doctrina perdida. Robot a las órdenes de sus
mentores, Maduro ha heredado o ha querido heredar, entre otros rasgos de
su predecesor, la ofensa cotidiana contra sus oponentes, el peor
vocabulario de barrio, la humillación para quien sea de sus adversarios
y adversarias, de lo cual se ha hecho eco su grupo élite compuesto por
personas con nombres y apellidos raros y la mayoría con aspecto de
bolcheviques redivivos. Y eso tiene un precio: las heridas que abre la
lengua, dice el refrán, no sanan nunca.
Inmediatamente después de los sucesos del 12 de febrero —donde murieron
tres personas y más de 60 resultaron heridas— el llamado "eje
bolivariano" —los neocomunistas latinoamericanos que han ascendido al
poder mediante elecciones democráticas— se han pronunciado a favor de
Nicolás Maduro, en contra de los estudiantes y en contra de la verdad
documentada en innumerables fotos y videos, donde ha quedado claro el
actuar pacífico de los estudiantes y otros manifestantes, y el
ensañamiento de las fuerzas del orden y los piquetes chavistas.
Son neocomunistas, pero sus métodos son viejos, de los tiempos de
Vladimir Lenin. Los que, luego del enclaustramiento que padecimos en
Cuba, al fin logramos tener acceso a la verdad, nos enteramos de que el
revolucionario ruso era un asesino impiadoso que justificaba sus
crímenes en pos de la Dictadura del Proletariado. Y un gran manipulador,
un gran mentiroso, un tipo sin escrúpulos. Y así actúan hoy sus tísicos
seguidores en América Latina.
De este modo, sobre los sucesos del 12 de febrero en Venezuela, ha
declarado el gobierno de Argentina "su firme respaldo al gobierno
constitucional elegido por los ciudadanos de dicho país [Venezuela] y
alerta sobre los evidentes intentos de desestabilización que enfrenta el
orden institucional en el país hermano". El de Bolivia: "solidaridad con
el pueblo venezolano" y "el total apoyo de la democracia en Venezuela".
El de Cuba, condena "los incidentes violentos, que ocasionaron muertes,
decenas de heridos, ataques a instituciones públicas, quema de vehículos
y destrucción, organizados por grupos fascistas" y afirma que todo
obedece a "intentos en desarrollo de golpe de Estado en Venezuela". El
de Ecuador condena "los actos de violencia y vandalismo producidos por
elementos irresponsables de la oposición" y hace saber su "total apoyo"
al presidente Nicolás Maduro. El de Nicaragua: "Rechazamos la política
de odio y destrucción" que promueve la "derecha fascista" de Venezuela
"y nos solidarizamos en cariño y hermandad con Nicolás y su pueblo". Y,
como si fuera poco, declara el Partido Comunista de Chile que la
oposición en Venezuela "conspira para llevar a cabo un golpe de Estado".
Bueno, estas declaraciones son tan nauseabundas, tan elementalmente
infames, que quienes las lean creo que solo tiene dos opciones: reírse o
pasar la página. Sucede que estos muchachos del neocomunismo al parecer
han olvidado que ya no estamos en la época de Lenin: ahora hay internet
(excepto para el ciudadano promedio en Cuba), cámaras digitales,
máquinas de video, y en fin, un planeta comunicado al instante.
Como le es común a esta sífilis extemporánea, los gobiernos antes
citados no aportan ni una prueba para calzar lo que dicen. Y elemental:
sabemos que nadie podría pensar que un golpe de Estado o la organización
de este se fuese a dar a plena luz el día, por medio de estudiantes que
se expresan con toda franqueza y de manera multitudinaria. O tal vez el
eje bolivariano quiere hacernos creer que estas manifestaciones, tan
justificadas, tienen el propósito de crear las condiciones para un
subsiguiente golpe de Estado. La preguntas es: ¿tan débiles son que esto
sería posible? Cínicamente infantil lo declarado por el eje bolivariano.
Como igual de cínico resulta tildar a los estudiantes de "fascistas" y
acusarlos de intentar desestabilizar a un país ya desestabilizado por
sus maldicientes, procaces gobernantes. Y la pregunta: ¿desde cuándo se
viene haciendo el caldo de cultivo en Venezuela para que hoy, así de
pronto, constatemos que existen cientos de miles de "fascistas"? Y otra:
¿tendremos que admitir que al menos, al menos, la mitad de la población
venezolana es fascista, como nos quisieron hace creer en las pasadas
elecciones presidenciales?
Nada, que cada día los argumentos de los nuevos comunistas
latinoamericanos son más débiles, y más sucios, y más risibles. Ya no
saben qué decir. Repiten el mismo cliché ante cualquier "amenaza" por
débil que esta sea. Dan pena.
Pero, lo que considero más importante es que, así como van, cada día
pierden más crédito ante la opinión pública internacional. Se acercan a
la agonía. Patalean en el absurdo y la inmoralidad. Nadie con un poco de
decencia les presta oídos.
Ya ven. Así van las cosas.
http://www.cubaencuentro.com/internacional/articulos/el-eje-bolivariano-316953
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