El mantra fascista de Maduro
La palabra fascista o ultraderecha aparecen en cada esquina del discurso
de Maduro.Sus estrategas le han recomendado repetir esa palabra como si
se tratara de un mantra que le mantendrá alejado de cualquier peligro y
que le ayudará en todos sus propósitos.
Joan Antoni Guerrero Vall
febrero 27, 2014
Hay un grupo de palabras que con una desacostumbrada insistencia está
repitiendo por estos días Nicolás Maduro y todo su entorno. Se trata de
los duros términos de fascista, extramederecha y ultraderecha. Según la
versión chavista hay una conspiración internacional, impulsada por
Estados Unidos, para hacer caer a Maduro, una situación que ya comparan
con el golpe de Estado que acabó con Salvador Allende en Chile. En esta
operación, parecer ser, está participando lo peor de cada casa. Si se
escucha cualquier intervención del presidente venezolano en la
televisión estatal los improperios hacia la oposición no cesan y la
palabra fascista o ultraderecha aparecen en cada esquina del discurso.
Sus estrategas le han recomendado repetir esa palabra como si se tratara
de un mantra que le mantendrá alejado de cualquier peligro y que le
ayudará en todos sus propósitos. La carga negativa de la palabra
fascista es suficiente para crear un consistente muro de contención para
frenar el apoyo a unas protestas que siguen vivas en todo el país.
A pesar de convocar a una conferencia nacional de paz, de pobres
resultados, el discurso de Maduro sigue enmarcado en unos parámetros de
violencia verbal que más que pacificación representan el abono perfecto
para la confrontación enconada, la polarización extrema y la
deslegitimación de cualquier crítica. Además, el discurso oficial está
atrapado en una contradicción que es la misma en la que se encuentra
enlodada Cuba desde hace más de medio siglo: pues parece difícil
conjugar la palabra democracia, respeto, humanismo y al mismo tiempo
sostener una estrategia de derribo y aniquilación de la oposición,
básicamente porque en ese caso sí se cae de forma irremediable en el
fascismo que tanto preocupa al propio Maduro. El presidente venezolano
debería hacer un ejercicio de auto-observación y darse cuenta de que el
camino de la paz no es precisamente el que proyecta en sus alocuciones
públicas.
El hecho de deslegitimar también de forma insistente las peticiones de
los estudiantes, que se basan en demandas sociales sobre todo, como es
la necesidad de poner freno a la inseguridad o a toma de medidas para
acabar con la creciente inflación, representa un punto que puede
redundar en el malestar de un colectivo que se ve denigrado desde
instancias oficiales. Un presidente lo es de todos los ciudadanos del
país, incluso de aquellos que se le oponen. El problema es que una parte
del pueblo se siente sin representación ante las instituciones y es por
ello que esta semana un líder estudiantil de Voluntad Popular sentenció
que "ya no somos oposición, somos resistencia". Porque el contrapeso de
la oposición es necesario y su contraposición debe estar protegida como
una garantía democrática.
El proceso político que el chavismo parece estar dispuesto a seguir en
Venezuela, siguiendo los pasos de la Revolución cubana, violenta algunos
principios y los cambios en el país requieren probablemente un consenso
mucho más amplio que el arrojado por los resultados de las últimas
elecciones en el país. Los descontentos con la Revolución bolivariana
solo podrán ser subyugados aplicando más represión y probablemente,
dejando a esos descontentos huérfanos de representación política se
puede desembocar en mucha más crispación que cristalizará en más violencia.
Decir que todos los opositores son fascistas y que los líderes de la
oposición son los ricos que quieren recuperar sus privilegios es una
interesada reducción de los problemas que vive Venezuela y una injusta
respuesta para todas aquellas personas que de forma legítima reclaman
cambios para su país.
http://www.martinoticias.com/content/venezuela-mantra-fascismo/32462.html
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