El polvorín venezolano
"En el caso de Venezuela la situación resulta doblemente preocupante
porque la dialéctica del grupo en el poder parece estar orientada a
encender mucho más los ánimos..."
Joan Antoni Guerrero Vall
febrero 20, 2014
Nos llegan desde Venezuela y Ucrania, de forma simultánea, imágenes de
personas levantadas que han trasladado a las calles de sus ciudades,
Caracas y Kiev, la lucha por sus derechos y que probablemente no se
apaciguarán fácilmente por mucho que los presidentes respectivos
maniobren para cerrar la crisis. Cualquier solución a corto plazo será
un cierre en falso de ambas problemáticas, donde se muestran fisuras
mucho más profundas y que implican cambios mucho más importantes en los
dos países.
En todos los manifestantes que protagonizan las movilizaciones parece
haber una determinación que resulta implacable en los primeros momentos,
con el fin de lograr sus objetivos de liberación, frente a unos
gobiernos que parecen haber desoído, cuando han sido interpelados por
los cauces normales, las voces de los que ahora protestan de forma
revuelta en las calles.
En el caso de Venezuela la situación resulta doblemente preocupante
porque la dialéctica del grupo en el poder parece estar orientada a
encender mucho más los ánimos cuando se lanzan improperios constantes
contra las personas que están parapetadas tras las barricadas en las
calles o que se guardan de los balazos detrás de algún muro. Gente joven
que está recibiendo el impacto de los gases lacrimógenos, o de alguna
bala que aparece de repente en medio de los disturbios, que les alcanza
el cráneo y acaba matándoles, como ha sucedido con la joven Génesis
Carmona, la miss de 22 años. Carmona no parece cumplir con ese perfil
"fascista" que Maduro intenta trasladar contínuamente a través de sus
discursos cuando habla de los estudiantes que están manifestándose.
Un repaso a los mensajes en Twitter que publicó esta joven durante los
úlitmos meses es suficiente para darse cuenta de su compromiso con la
democracia y la libertad y en defensa de derechos como la libertad de
expresión y manifestación. Todo muy lejos de la caricatura fascistoide
que Maduro se empeña en extender. Incluso en algunos mensajes podemos
leer cómo la joven se dirige de forma directa al presidente y le
reprocha sus ataques al opositor Henrique Capriles. "Capriles, como tú y
como yo, también es venezolano", escribe en una ocasión, dándole al
presidente una lección de respeto y convivencia que cabe solo en 140
caracteres.
La insistencia del entorno y los medios de Maduro en proyectar esa
imagen de la oposición como fascista no deja de ser una manipulación
chapucera de la realidad que tan solo podría funcionar si hiciéramos
oídos sordos a las denuncias y evidencias que llegan, no solamente de
las medidas represivas que se están llevando a cabo, y que chocan con el
debido respeto a derechos fundamentales, sino también, por los
testimonios de aquellos que se expresan en todos los canales de
expresión habidos y por haber para lanzar su mensaje de socorro,
resumido en ese #SOSVenezuela que las redes sociales han convertido ya
en el lema principal de esta crisis.
Si el gobierno de Nicolás Maduro sigue por la senda actual, si insiste
en ser él mismo el generador de la tensión, parece poco probable que las
cosas en Venezuela puedan cambiar hacia un escenario de esa paz de la
que tanto hablan los mandatarios que participaron en la úlitma cumbre de
la CELAC en La Habana. Tal y como están la cosas parece que el choque
entre las dos Venezuelas va a seguir y que la explosión de este choque
puede tener consecuencias inesperadas.
http://www.martinoticias.com/content/similitudes-protestas-en-venezuela-y-ucrania/32233.html
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