Grito venezolano: ¡Cubanos, go home!
Posted on 18 febrero, 2014
Por Sergio Valdivieso
El líder opositor venezolano Leopoldo López se entregó a las autoridades
venezolanas tras presentarse en una multitudinaria marcha que retó las
advertencias del gobierno de Nicolás Maduro en un país estremecido por
la violencia y el camor popular.
Vestido de blanco y con flores en sus manos en símbolo de paz, López se
rindió a dispositivos policiales desplegados para enfrentar un proceso
por su presunta responsabilidad en hechos violentos, ocurridos la semana
pasada, y que dejaron un saldo de tres muertos.
Su arresto se produjo a las 12:24 del mediodía.
López dijo que optaba por no marchar, como estaba previsto, alegando que
quería evitar más hechos de violencia y derramamientos de sangre en el país.
"Tenía opción de irme, pero no me voy a ir de Venezuela nunca. La otra
opción era quedarme escondido en la clandestinidad y no tenemos nada que
esconder", dijo López ante miles de seguidores antes de traspasar un
cordón policial para entregarse a fuerzas de la Guardia Nacional.
En un breve discurso, afirmó que su arresto debe servir a "Venezuela
[para] despertar definitivamente y para que los venezolanos que queremos
el cambio".
Significativamente, su discurso se produjo desde el pedestal de una
estatua del prócer independentista cubano José Martí, en el barrio de
Chacaíto, en Caracas. Todo un símbolo de contraste en momentos en que el
principal diario del país, El Nacional, ha publicado uno de los más
contundentes mensajes contra los cubanos comprometidos en la
colaboración con el régimen chavista, que reproduzco debajo.
No se había escuchado un grito tan demoledor contra la presencia
intervencionista de los cubanos en Venezuela: ¡Cubanos, go home!
¡CUBANOS, GO HOME!*
El pasado domingo, un periodista que labora para una cadena de
televisión extranjera aseveraba en uno de sus despachos enviado sobre
Venezuela que desde La Habana había salido un contingente de "fusileros"
entrenado en la tarea de contrarrestar motines y reprimir
manifestaciones, una especialidad en la cual han dado muestras de gran
eficacia y crueldad.
No se ha podido confirmar, luego de numerosas tentativas, la veracidad
de tal noticia, pero nada tendría de extraño que la dictadura de los
hermanos Castro manejara la hipótesis de intervenir directamente en este
país para salvaguardar sus intereses que, claro está, son muchos y muy
importantes, pues de ellos depende, en la práctica, la supervivencia del
represivo régimen caribeño.
Absolutamente nadie, excepto quienes los suscribieron en secreto, conoce
los términos del convenio de cooperación cubano venezolano. Sin embargo,
quienes han investigado sus alcances opinan que el acuerdo supone una
erogación de más de 90.000 dólares por cada uno de los más de 50.000
invasores llegados, hasta el año 2012, desde la económicamente extenuada
y militarmente bien apertrechada isla antillana.
Por otra parte, investigaciones serias y bien documentadas han expuesto
las vergonzosas condiciones del tratado que, en virtud de un
irresponsable concepto de solidaridad enarbolado por Hugo Chávez,
convirtió a Cuba en país exportador de petróleo sin que la isla produzca
una gota del preciado hidrocarburo. También estiman en más de 5.000
millones de dólares la deuda petrolera del régimen insular con nuestro
país. Las cifras corresponden al año 2012, pero extraoficialmente se
acepta que hoy la presencia cubana se puede contabilizar en 100.000 almas.
En Venezuela hay cubanos hasta en la sopa. Su intromisión ha sido
detectada, denunciada y repudiada en la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana. En manos cubanas, más exactamente en las del G2, está la
cedulación de los venezolanos, así como la emisión de pasaportes; la
gestión de los registros y las notarías, lo que le permite a La Habana
hurgar en asuntos que deberían ser de absoluta incumbencia de la República.
De igual manera, controlan los puertos y aeropuertos, que por razones
estratégicas y de seguridad nacional corresponde a nuestro país
administrarlos, pero que fueron graciosamente dados en concesión a
empresas cubanas que controlan el flujo de nuestras importaciones y
exportaciones.
No escapan a esta situación los ministerios de Alimentación, de
Ciencias, el de las Comunas, el de Salud, el de Deportes, el Ministerio
de la Defensa y el Despacho de la Presidencia, la corporación Casa y el
Inces. Medio país y algo más entregado a piernas abiertas por el PSUV a
unos extranjeros que, en el fondo, no son más que funcionarios al
servicio de otro gobierno.
Así, lo que comenzó con una misión de salud terminó en una invasión que,
con la anuencia del comandante eterno, fue meticulosamente planificada
por el gobierno castrocomunista para hacerse, no de una playa de
desembarco para sus tropas, sino de un protectorado al estilo colonial,
a cuyo domesticado gobierno pudiera dictar lineamientos en función de
sus necesidades internas, sin que le importe el qué dirán de los
venezolanos.
El descaro llegó al colmo cuando se nos envió al comandante cubano
Ramiro Valdez (alias "ponchera de sangre") y que para ayudar a resolver
la crisis energética. Ahora, cuando se ha comenzado a embestir
cruelmente contra pacíficos manifestantes, queda en evidencia que
aquella visita fue para diseñar nuevas estrategias de represión.
Y como Maduro pierde credibilidad, la gente teme que sea cierto lo de
esos invisibles fusileros enviados por Cuba y que luego descargarían sus
municiones sobre indefensos críticos del régimen. Es el momento de
gritar: ¡cubanos, go home!
*Publicado por el diario El Nacional.
http://cafefuerte.com/mundo/11936-editorial-de-el-nacional-cubanos-go-home/
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