Venezuela desde el cristal cubano: torpeza y brutalidad
Posted on 26 febrero, 2014
Por Carlos Cabrera Pérez
La muerte de un ciudadano español, otro herido y la valiente petición de
Panamá de que la OEA se reúna para analizar la crisis de Venezuela
confirman que Nicolás Maduro y Diosdado Cabello son más torpes que un
cerrojo y que la asesoría castrista no funciona porque sabe cómo
prevenir, pero nunca ha manejado bien estallidos como el Mariel y el
Maleconazo.
Maduro y su equipo han hecho una lectura errónea de los resultados
electorales, que indicaban claramente que la sociedad venezolana estaba
polarizada y que los votantes no se identifican con él como con el
fallecido Hugo Chávez. Aunque en la escalada de la crisis, el difunto
Comandante-Presidente también está recibiendo los embates del deterioro
chavista. Los hechos están a la vista, con crudo simbolismo: este
miércoles hemos presenciado la decapitación y derrumbe de una estatua
suya en una plaza de San Antonio, en el estado de Táchira,
Tender puentes, evitar el barullo
Cuando uno gobierna -incluso con amplio respaldo- su éxito consiste en
tender puentes, generar consensos y evitar el barullo y las crisis.
Paradójicamente, Maduro actúa como un bombero pirómano y Cabello ha
tenido que pasar de la expectación gozosa de ver cómo su rival se mataba
el mismito, como Chacumbeles, a tener que bajar al ruedo y enfangarse.
El apoyo del que disfruta Cabello es el soporte que le dan militares
mediocres como él, que jamás habrían llegado a altos puestos por su
escasa valía profesional, aunque comparten con su referente el mismo
afán boliburgués de enriquecerse con variadas actividades, incluida la
protección a determinados narcotraficantes.
Quizá los asesores cubanos y el propio Raúl Castro hayan intentado, sin
éxito, persuadir a Maduro de que el nuevo mapa electoral aconsejaba
prudencia y generosidad. No era momento de tensar cuerdas, sino de
trabajar por recuperar el voto fiel a Chávez.
La Habana sabe desde hace dos años o más que el maná venezolano se
agotaba debido a la errónea política chavista de comprar votos con
tratamientos médicos gratis y becas educativas. Por eso Raúl Castro ha
intentado no tensar la cuerda con Washington, y apoyarse en Brasil y
Colombia.
Pero ni con esa prudencia, el raulato ha conseguido impedir el brote de
una fuerte corriente anticubana en la oposición y amplios sectores
venezolanos, incluidos estudiantes y gente de la calle, que culpa a Cuba
de sus desgracias.
Embajador en Washington
La prisa de Maduro en designar a un nuevo embajador en Estados Unidos,
responsabilidad que ha recaído en Maximilien Sánchez, ex embajador en
Brasil y asesor del propio presidente en temas Internacionales parece
obedecer a la sugerencia cubana de bajar tensiones, en vez de abrir frentes.
Aunque ya el propio mandatario venezolano se encargó de criticar al
"imperio", como hizo Raúl Castro en su desacertado discurso de clausura
del recién concluido XX Congreso de la CTC congreso sindical, en el que
responsabilizó a la Casa Blanca y a la Unión Europea de la crisis
venezolana, como si los problemas de desabastecimiento, restricciones de
la libertad de expresión y reunión y el descontento popular, pudieran
exportarse desde Washington o Bruselas.
De hecho, ahora mismo Lula está en La Habana y seguramente que hablarán
de la tragedia venezolana y del acierto raulista de no recibir a Edward
Snowden, de buscar zonas de entendimiento con Washington, de negociar
con la Unión Europea y de intentar matizar con algunos toques de
sensatez el manicomio económico castrista.
Excepción hecha con los precios de los automóviles, las tarifas de
Internet para teléfonos móviles y los alquileres de inmuebles vacíos por
años y al que los cubanos han tenido vedado al acceso debido al
sinsentido castrista del apartheid contra su propio pueblo.
Lecciones de Angola y el Mariel
Una política de precios debe estar respaldada por la economía real. Por
tanto, los cálculos basados en que un extranjero o cubano residente en
el exterior alquile a su novia, novio, y familiares un apartamento en
Miramar -mal construido y a precio de Miami- es como el que tiene un tío
en Alcalá, que no tiene tío ni tiene nada.
Y la estrategia de La Habana de no tensionar era la correcta para sus
intereses y su experiencia, mucho más efectiva en evitar fuegos que en
apagarlos, una vez que han estallado, como ocurre ahora mismo en Venezuela.
Los muertos de la guerra de Angola y la estampida de El Mariel fueron
los primeros cismas en el apoyo popular masivo de los cubanos al
castrismo. Fidel Castro calculó mal y quitando los custodios de la
Embajada de Perú abrió una sangría que aún duele a Cuba.
En 1980 no emigraban batistianos y burgueses, sino trabajadores e
intelectuales hartos de las prácticas de una dictadura comunista que les
negaba su condición de ser adultos libres y tomar sus propias decisiones.
El discurso oficial de que eran "antisociales", provocó que la sociedad
cubana viviera la tragedia de mítines de repudio al estilo maoísta, en
los que familiares, amigos y vecinos agredían al prójimo. El castrismo
aprovechó y vació cárceles, pero la mayoría de los 125 mil cubanos
emigrados era gente decente.
Alharaca antifascista
En 1994 el Maleconazo provocó la llamada Crisis de los Balseros. El
mundo contempló asombrado cómo el paraíso igualitario seguía escupiendo
a personas hartas del lavado de cerebro y de una vida sin futuro, con
los agravantes de hambre y de deterioro general de la vida cubana.
De ambas experiencias -su crisis económica estructural y su escaso
tiempo político- La Habana optó por un modelo de bajo perfil en sus
consejos al chavismo, pero sus discípulos han mostrado que son muy
buenos en la alharaca antifascista, aunque muy malos gobernantes.
En política real el arte de gobernar consiste en no generar problemas,
sobre todo, cuando una política previa ha polarizado a la sociedad hasta
extremos insostenibles de 16 muertos y cientos de heridos, hasta hora.
La mayoría de muertos y heridos, los asesinos, los agresores y sus
victimas, son venezolanos. Por tanto, estamos ante un gobierno populista
que ha dilapidado en pocos meses el supuesto o real éxito electoral que
cosechó en las pasadas elecciones.
Salvo que Maduro, Cabello y su gente están persuadidos de que todo el
que discrepa es fascista o sospechoso; entonces poco margen queda al
entendimiento y mucho para una indeseable guerra civil.
http://cafefuerte.com/cuba/12189-venezuela-desde-el-cristal-cubano-torpeza-y-brutalidad/
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