Publicado el lunes, 10.07.13
Venezuela y Estados Unidos: El desencuentro es crónico
JIM WYSS
JWYSS@MIAMIHERALD.COM
Bogota, Colombia -- Cuando el diplomático venezolano Calixto Ortega
llegó este verano a Washington, tenía la difícil misión de reparar una
relación bilateral afectada por décadas de desconfianza y retórica
incendiaria.
Ortega pareció lograr algún progreso. En junio, se le designó para que
escuchara las conversaciones para el intercambio de embajadores por
primera vez desde el 2010. Esta fue una razón para tener la esperanza de
que naciones con profundos lazos comerciales y culturales pudieran
superar sus diferencias.
Pero la semana pasada, Ortega fue llevado al aeropuerto – como uno de
los seis funcionarios estadounidenses y venezolanos expulsados en la más
reciente ronda de un enfrentamiento diplomático que congeló las
esperanzas de una reconciliación.
Lo que sucedió en los meses después de la llegada de Ortega depende de
en qué capital se encuentre. Para la acosada administración del
presidente Nicolás Maduro, Estados Unidos entabló una serie de
provocaciones e insultos diplomáticos en un momento en que ambos países
andan con pies de plomo en las relaciones.
Desde Washington, la decisión de Maduro de lanzar la toalla al primer
jab a la mandíbula y expulsar entonces a tres diplomáticos de poco
sólidos cargos de "sabotaje" es una señal de que busca por chivos
expiatorios –no soluciones– mientras su país se hunde en una crisis
económica.
La más reciente presión por una representación del embajador tuvo
problemas desde el principio. Justo unas semanas después de que los
países formaran un comité negociador, la embajadora de EEUU en las
Naciones Unidas, Samantha Power, dijo durante una audiencia de
confirmación en el Senado que Estados Unidos debería mantenerse
"disputando la represión contra la sociedad civil que se lleva a cabo en
países como Cuba, Irán, Rusia y Venezuela".
Desde cualquier punto de vista, los comentarios fueron suaves. Justo dos
semanas después, Maduro llamó a EEUU "demente" y "pútrido", y dijo que
"el imperio norteamericano desea espiar y controlar a todo el mundo".
Pero cuando el Departamento norteamericano de Estado confirmó los
comentarios de Power el 19 de julio, Venezuela rompió las conversaciones
el decir que éstos eran "infundados" e "irrespetuosos".
"Cuando se retracten, estaremos esperándolos como siempre con una mano
extendida y una sonrisa", dijo Maduro. Pero la disculpa nunca vino, y la
mano extendida está ahora apretada.
El que Venezuela se retirara tan pronto es una señal muy elocuente, dijo
Patrick Duddy, embajador estadounidense en Caracas del 2007-2010.
"La noción de que pudieran alejarse tan rápidamente de un esfuerzo para
reconstruir la relación debido a que no les gustara un pequeño
comentario de un simple funcionario –aunque alto– en una audiencia de
confirmación alega muy a favor de que ellos no estaban comprometidos con
el esfuerzo", dijo Duddy.
Pero personas que hablaron con Ortega, encargado de asuntos de Venezuela
en Washington hasta la semana pasada, dijeron que él tenía órdenes claras.
"Me reuní [con Ortega] en Washington y él ciertamente parecía serio",
dijo Charles Shapiro, embajador estadounidense en Venezuela del 2002 al
2004. "El tenía instrucciones de incrementar las relaciones hasta el
nivel de embajador".
La próxima ola importante de malestar diplomático ocurrió el mes pasado,
un día antes de la reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas
en Nueva York. Maduro estaba en camino a China en una visita de estado y
reclamó que Washington le negó a su avión permiso para atravesar el
espacio aéreo de Puerto Rico. También dijo que Estados Unidos estaba
usando tácticas dilatorias para conceder a sus delegados las visas para
asistir a la ONU.
El Departamento de Estado reclama que tuvo problemas para cumplir con
las cambiantes demandas de último minuto de Venezuela. El hecho de que
Maduro volara en un avión cubano –no el avión presidencial regular, que
Caracas insinuó que fue dañado intencionalmente durante el
mantenimiento– también causó complicaciones.
Al final, Maduro canceló su comparecencia en la ONU, al decir que le
habían alertado de complots para general violencia en Nueva York, lo que
hubiera puesto en riesgo su vida. Aunque nombró a los instigadores y
acusó al presidente Barack Obama de hacerse de la vista gorda, nunca
suministró una prueba.
El Departamento norteamericano de Estado no comentó esta versión, al
citar el cierre del gobierno.
Para algunos, Maduro tuvo que correr a casa para hacer frente a la
creciente crisis – no para salvar su vida.
A pesar de tener las mayores reservas petroleras del mundo, Venezuela
lucha por mantener su economía a flote. La inflación anual es de un 45
por ciento – su mayor nivel desde mediados de la década de 1990 – y el
índice de escasez del Banco Central casi se ha duplicado desde hace un
año. Los apagones son incontrolados.
Todo son malas noticias para Maduro, que espera probar que es un digno
heredero del fallecido presidente Hugo Chávez al ganar las elecciones
municipales del 8 de diciembre. Maduro, quien ganó estrechamente una
disputada votación en abril, ha culpado de sus males económicos al
"sabotaje" y a la "guerra económica" organizada por la oposición y
dirigida por Washington y Colombia.
En un reciente día entre semana, Jesús Contreras, un vendedor de ropas
de 60 años de edad, estaba en el Bicentenario en Caracas – unos
desarreglados almacenes que venden alimentos y aparatos
electrodomésticos subsidiados. Es la respuesta de la Revolución
Bolivariana a Costco.
Enfrentaba una espera de 45 minutos en unaa fila de cientos de pies para
comprar unas cuantas libras de carne. Contreras dijo que el Bicenterario
era uno de los pocos lugares en que aún estaba disponible.
"Ha habido escasez y colas antes, pero nunca como esto", dijo Contreras.
Al preguntársele si las colas eran el producto del sabotaje económico,
sacudió su cabeza. "Esas sólo son mentiras políticas de Maduro", manifestó.
Pero otros aceptan la teoría del gobierno.
Andrea Monstarios, de 36 años, es miembro de la milicia nacional enviada
al Bicentenario y otras tiendas para administrar las registradoras y
evitar peleas sobre los alimentos y el papel de baño.
"Hay personas que desean sabotear al país, al tomar más de lo que
necesitan", dijo Monstarios, mientras revisaba las bolsas de los
compradores contra sus recibos. "Hay más que suficientes alimentos. Las
personas vienen aquí y compran a menudo cuatro veces lo que necesitan;
es acaparamiento".
Fue en este contexto que, a finales de septiembre, los tres funcionarios
de la embajada de EEUU, incluyendo el encargado de negocios Kelly
Keiderlin, quien administra la embajada en ausencia del embajador, viajó
al estado Bolívar.
Allí se reunió con legisladores de la oposición y líderes de la sociedad
civil. Venezuela dijo que también hubo reuniones con trabajadores de
plantas de acero en huelga y que le suministró dinero a grupos y
facciones de la oposición interesados en desestabilizar la economía. El
gobierno dijo que las reuniones, que están grabadas, eran el equivalente
a un "sabotaje" y le dio a los funcionarios 48 horas para abandonar el país.
Keiderling y el Departamento de Estado dijeron que hacían simplemente lo
que hacen todos los diplomáticos: tratar de conocer el terreno.
Pero la relación EEUU-Venezuela no es normal, dijo Pedro Díaz-Blum, un
ex legislador venezolano que ha estado más de una década tratando de
mejorar los lazos bilaterales.
"En una relación en que no hay confianza, es imprudente reunirse con
trabajadores que están en medio de una huelga y con personas de la
oposición", dijo Díaz-Blum. "En países con relaciones fuertes y
consolidadas, eso hubiera sido absolutamente normal. Pero Estados Unidos
y Venezuela están simplemente tratando de mejorar las cosas".
El día después que Venezuela apretó el gatillo diplomático, Estados
Unidos respondió, al expulsar a tres diplomáticos, incluyendo a Ortega,
el principal negociador de Venezuela.
"La reciprocidad es la regla de oro de la diplomacia", dijo Fernando
Gerbasi, el ex viceministro de Relaciones Exteriores de Venezuela.
Por el momento, ambas naciones están enfrentadas. Venezuela es el décimo
cuatro mayor socio comercial de Estados Unidos y su cuarto suministrador
de crudo.
Pero Caracas y Washington salieron afectados de la semana pasada, dijo
Gerbasi.
"Ambos países terminaron más limitados en sus capacidades para realizar
funciones diplomáticas básicas", dijo Gerbasi. "No creo que nadie ganara
aquí".
El corresponsal especial de The Miami Herald Andrew Rosati contribuyó
desde Caracas
http://www.elnuevoherald.com/2013/10/07/v-fullstory/1584491/venezuela-y-estados-unidosel-desencuentro.html
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