Tuesday, May 7, 2013

El fraude de Estado

El fraude de Estado
EDILIO PEÑA | EL UNIVERSAL
martes 7 de mayo de 2013 12:00 AM

El poder está muy cerca del crimen, esa fiera que lo acecha. Por eso, en
todo golpe de Estado la sangre es el río más cercano que lo acompaña.
Eso explica el porqué los golpistas tienen alma asesina; es su amante
predilecta. Cuando el golpista decide tomar el poder por la fuerza, no
hay escrúpulos con ese cuerpo que quiere asaltar y violar. No lo
detienen vínculos ni afectos. Aunque después quiera lavar las pruebas
del crimen en el propio río de la sangre, y hecho un sonámbulo, intenta
huir de sí mismo. Quizá por ello, William Shakespeare, dedicó buena
parte de sus piezas referidas al poder a dos temas cruciales que
fundaron el Estado clásico: el magnicidio y el tiranicidio. Macbeth
representa esa dimensión primera, y Julio César, la segunda.

En ambas obras, Shakespeare no sólo desmonta los procesos de
conspiración contra el Estado, que consolida su fin a través de hechos
cruentos fraguados por un individuo o una facción, sino que a su vez,
explora la conducta psicológica de sus protagonistas. Matar a un
estadista noble, como es el caso de Macbeth al asesinar al rey Duncan,
es un acto repudiado por la Corte y el pueblo. Hacer lo mismo con un
dictador como Julio César, a manos de las espadas afiladas de miembros
del Senado, constituye un acto justificado por la voluntad popular y esa
instancia del Estado. Era legítimo en la república romana, la existencia
de grupos tiranicidas dispuestos a defender el Estado y a ejecutar, sin
dilación, a aquellos gobernantes que se convirtieran en tiranos.

Napoleón Bonaparte inicia la fundación del Estado moderno con un golpe
de Estado, bautizado como el 18 Brumario, en una confusa época donde
todavía la resaca de la Revolución Francesa gobernaba. La modalidad de
ese golpe le permitirá pasar –a Bonaparte–, de genio militar a genio
político. Su técnica se basó en un golpe parlamentario, evitando hasta
el final el uso de la fuerza militar para consolidar su objetivo.
Preservó la legitimidad de su acción conquistando el reconocimiento
institucional, así como la del pueblo francés. Usó la constitución como
hoja de ruta para justificar su golpe de Estado, aunque la transformó a
su antojo para coronarse después como Emperador. Sin embargo, la
paradoja no dejó de perseguirlo, y al volver a sus andanzas militares,
fue derrotado estrepitosamente, en medio de un río de sangre, en la
batalla de Waterloo.

En el siglo XX, el golpe de Estado se separa de lo político y militar,
para convertirse en un hecho técnico, como señaló Curzio Malaparte, en
su libro Técnicas del Golpe de Estado. Y esa modalidad, la va a
inaugurar León Trotsky con su táctica insurreccional, y no Lenin, con su
estrategia de masas. Trotsky precisó que el corazón vulnerable de un
Estado es su sistema de comunicación, siendo el primero que hay que
tomar y neutralizar. El triunfo de la Revolución Bolchevique se debe no
a Lenin, sino a ese desterrado del Ejército Rojo que después Stalin,
mandaría a matar a manos de Ramón Mercader, en México, con un pico de
alpinista. Décadas después, Hitler coronará su golpe parlamentario al
incendiar el Reichstag, mientras sus grupos paramilitares, sembrarán
terror en la sociedad civil. El "Führer" juntó con astucia, legitimidad
e ilegitimidad, para la toma del poder total.

El golpe de Estado en Venezuela, no partió de ninguna modalidad conocida
hasta ahora. Porque su soporte ha sido gansteril: El Fraude. Encabezado
por Fidel Castro y su hermano Raúl, quienes fueron socializados por
aquellas bandas de gánsteres que abrevaban en La Habana, en su etapa de
desalmados dirigentes estudiantiles. El CNE ha negado, con sospechosa
persistencia, recontar los votos de la última elección presidencial,
incumpliendo su compromiso de ley ante los venezolanos y el mundo. Esa
demanda, ha descontrolado al G2 cubano, porque tal exigencia está
soportada por evidencias que los compromete en el delito. La enfermedad
y larga agonía del presidente Chávez, la transformaron los Castro en un
lento y conducido magnicidio que formó parte de ese golpe de Estado, y
que ahora, asalta a la Asamblea Nacional con golpes y mordaza, de una
rata que chilla y ríe.

Perdidos, los golpistas de La Habana, apuran escenarios de
confrontación, persecución, represión y terror en Venezuela, ante el
avance táctico y político de la oposición, a nivel nacional e
internacional. Quieren que el río de sangre rompa su cauce, aniquilando
a Henrique Capriles. Creen que Venezuela es uno de aquellos países
africanos que en la década del setenta invadieron para robarles las
minas de diamante. Los Castro no deben olvidar que su interés,
representado en miles de barriles de petróleo que reciben gratis, podría
convertirse también en un objetivo potencial a suspender, que los
llevaría a huir en estampida gritando, como ese otro personaje de
William Shakespeare, Ricardo III, en su último acto: ¡Mi reino, mi reino
por un caballo!

edilio2@yahoo.com

@edilio_p

http://www.eluniversal.com/opinion/130507/el-fraude-de-estado

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