Publicado el sábado, 04.13.13
Venezuela enfrenta un oscuro futuro económico
Pedro Garcia Otero
Especial para El Nuevo Herald
Caracas -- Hugo Chávez no vivió para ver la implosión de su modelo
socialista, pero las señales del colapso son evidentes y se
profundizarán en los próximos tiempos, independientemente de quién gane
las elecciones presidenciales del domingo en Venezuela.
Nicolás Maduro —delfín del fallecido mandatario, presidente encargado y
candidato del gobernante Partido Socialista Unido— propone mantener las
políticas chavistas, lo cual parece imposible ante el panorama económico
que padece el país. Henrique Capriles, el aspirante de la Mesa de la
Unidad Democrática, promete su reversión gradual y generar un "shock" de
confianza que se convertiría en una mejoría rápida, que tampoco parece
factible en lo inmediato.
Más aún, durante 14 años, Chávez y su gobierno ocultaron o maquillaron
indicadores que hoy prefiguran que la situación del país —social y
económica— es peor que la que esas cifras muestran. Los venezolanos del
2013 viven entre la inflación, el desabastecimiento, el estancamiento
económico, la criminalidad y las deficiencias de los servicios públicos
propias de un país en guerra.
El país no sabe hoy, por ejemplo, cómo cancelará el próximo mes las
pensiones de vejez de 2.4 millones de personas; los recursos para cubrir
estos pagos alcanzan a un cuatrimestre en el presupuesto. Chávez logró,
apoyado por precios del petróleo que llevan una década completa por
encima de $50, quintuplicar el número de pensionados por vejez; pero no
es la economía real la que soporta el incremento, sino el boom petrolero.
Lo mismo puede decirse del número de empleados públicos (2.4 millones,
en comparación con 800,000 en 1999), y de la auténtica orgía de
expropiaciones que vivió Venezuela entre el 2006 y el 2012, incluyendo a
empresas cementeras, el sector eléctrico privado, bancos, la siderúrgica
Sidor, cadenas de hipermercados y de tiendas agrícolas.
El petróleo ha sostenido controles de cambios y de precios durante más
de una década. Aunque los controles ya colapsaron, siguen trancando la
economía y el crudo ya no da para más, aún con su mismo valor de
intercambio internacional. Chávez gastó mientras pudo, y cuando se acabó
el dinero, recurrió al endeudamiento.
La deuda total de Venezuela, se ha al menos sextuplicado desde 1999, y
hoy es estimada entre $190,000 millones y $230,000 millones (no hay
cifras oficiales); aproximadamente 60 por ciento del Producto Interno
Bruto, lo que hace de Venezuela una nación altamente endeudada. El PIB
creció 5 por ciento en el 2012, pero hubo un déficit fiscal de 18 puntos
del PIB.
Chávez ganó las elecciones de octubre pasado, pero no fue el único que
pagó un costo altísimo por ello. El costo lo está pagando ahora el país
entero.
¿Dónde están los reales?
En los 70, Venezuela vivió una situación similar. El boom petrolero de
esa década creó una ilusión de riqueza que Carlos Andrés Pérez
administró mal, con nacionalizaciones y la creación de un pesado sector
público. Luis Herrera, el presidente entre 1979-84, hizo su campaña
electoral preguntándose "¿dónde están los reales?".
Chávez hizo tropezar al país nuevamente con la misma piedra —y a lo grande.
Tras ingresos de $1.5 billones entre 1999 y el 2012, (y una inversión
social estimada por el gobierno en $500,000 millones) los venezolanos
padecen la inflación más alta del continente: 23 por ciento el año
pasado y 26 por ciento anualizada a marzo, lo que indica que se está
acelerando. Esto, a pesar de que para medir la inflación, el Banco
Central de Venezuela (BCV) usa la red Mercal-Pdval de establecimientos
públicos, donde los precios están subsidiados.
La escasez promedio es de aproximadamente 20 por ciento, con algunos
productos sobre 75 por ciento, siempre según el BCV, cuya estructura
completa de cifras ha sido cuestionada, incluyendo la liquidez de las
exiguas reservas internacionales de apenas $28,000 millones.
Que los anaqueles estén vacíos en plena campaña electoral indica que no
hay dinero para sostener una estructura que depende en un 70 por ciento
de las importaciones de alimentos.
Falta el cemento y escasean las medicinas, la acerera estatal Sidor ha
dejado de exportar y produce un tercio del hierro que producía en el
2008, cuando fue expropiada. Requiere subsidios; las fábricas de
automóviles están paralizadas, y un Dodge Dart de la década de los 70
alcanza el astronómico precio de $8,000 en las calles de Caracas al tipo
de cambio libre, que es cuatro veces mayor que el oficial. El gobierno
ha introducido una ley con la que pretende regular, también, el precio
de los automóviles usados, señal de que no piensa rectificar.
En el fondo del asunto está Petróleos de Venezuela (PDVSA), que produce
1 millón de barriles menos que en el 2002 y cuya producción está
estancada en 2.2 millones de barriles diarios. De ellos, un millón es
pagado en efectivo por Estados Unidos. El resto se vende con descuento a
Cuba y los países del ALBA; o en el mercado interno, causando una
pérdida de $18,000 millones el año pasado, debido en parte a un precio
de la gasolina que en la práctica es un regalo.
Fuga de cerebros
A este panorama hay que agregar la descapitalización humana. Sus mejores
técnicos petroleros (despedidos y obligados a exiliarse por la
"revolución"), se le han fugado, así como 8,000 médicos, miles de
ingenieros y hombres de negocios. En el otro extremo del escalafón
social, aunque se reconoce que las clases más desfavorecidas han tenido
un drástico incremento en su poder de consumo, la metodología del
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que mide la
pobreza en función de necesidades no resueltas, muestra cifras similares
a las de 1999. El indice de Desarrollo Humano del PNUD está estancado en
Venezuela desde finales de los 90.
Es muy difícil que las cosas mejoren con Maduro en el poder, ya que su
promesa es cumplir el programa que Chávez presentó para el sexenio
2013-19, más intervencionista y radical. Muchos consideran que el delfín
de Chávez tendrá que dar un giro hacia el libre mercado, solo para
mantenerse en el poder. Otros creen que aún queda un largo camino de
expolios al escaso sector privado que sobrevive, y que ése es su margen
de maniobra.
También es difícil para Capriles, que calcula que si elimina los
subsidios de entre $5,000 milloes y $7,000 millones anuales a Cuba,
tendrá los recursos para atender los problemas. Pero un aparato
productivo en ruinas y un sector privado agobiado por leyes hostiles, no
se recupera por arte de magia; y difícilmente convencerá al votante
chavista de que el trabajo, y no el populismo, es la solución a los
problemas.
http://www.elnuevoherald.com/2013/04/13/v-fullstory/1453081/venezuela-enfrenta-oscuro-futuro.html
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