Si la oposición gana el 6-D
FERNANDO MIRES | Oldenburg | 5 Dic 2015 - 8:34 pm.
Hay que pensar a veces en condicional, tiempo prohibido para
historiadores, impropio para la práctica política, necesario sí, cuando
se trata de reflexionar acerca de las posibilidades que pueden surgir en
el futuro si este aparece como una realidad demasiado próxima.
Cuando digo condicional no digo especulativo. Hay indicios que apuntan
hacia la posibilidad de que un triunfo de la oposición venezolana sea
realidad mañana. Las encuestas coinciden. Pero en tanto no leamos las
cifras finales, son solo indicios, probabilidades; nada más.
Lo cierto es que si la oposición logra un triunfo electoral estaremos
frente a un gran acontecimiento histórico; uno que marcará a fuego un
antes y un después; un nuevo comienzo; la apertura de otro espacio en
ese largo camino que lleva hacia la conquista de la democracia.
Si la oposición gana este domingo, esa oposición pasará de hecho a ser
parte constitutiva del Estado; perderá su carácter marginal y asumirá
responsabilidades públicas. Independientemente a si el Gobierno de
Maduro reconozca o no a la oposición, el hecho objetivo es que la tendrá
ahí, a su lado. De una u otra manera esa oposición buscará usar el poder
legislativo como un contrapeso frente al ejecutivo.
Si la oposición gana el 6-D no solo será legítima; será, además, legal.
Doblemente legal: lo será porque accederá legalmente a ocupar el sitial
que le corresponde y porque a sus manos será entregada la potestad
legal, esto es, la facultad de dictar y revocar leyes.
El acceso de la oposición al Estado abrirá un dilema al Gobierno de
Maduro: o la convivencia institucional con un poder hasta ahora
considerado como enemigo, o la aceptación de un Estado dividido en dos
partes antagónicas e irreconciliables.
¿Aceptará Maduro compartir el Estado con el enemigo? Hablando de un
gobierno normal esa sería la más óptima de todas las alternativas. Si
uno revisa la historia reciente de Europa nos encontramos con diversos
tipos de gobiernos convivientes y nadie se muere por eso. Pero ¿es el de
Maduro un gobierno normal? En esa pregunta yace el principal problema
que vivirá Venezuela en pocos días más.
El Gobierno de Maduro no es normal en el sentido de su autodefinición:
es un gobierno que se dice y cree ser revolucionario.
Para un gobierno que se dice y cree ser revolucionario, el poder cuando
se tiene no se entrega. Esa era en el pasado una de las afirmaciones
favoritas del mentor ideológico del chavismo, Fidel Castro.
Efectivamente, un gobierno, para un revolucionario, no es un fin. Es
solo un medio en el camino que lleva a la conquista del poder, de todo
el poder. La razón de la revolución para los revolucionarios —aun para
los de tercera clase como son los que rodean a Maduro— está situada por
sobre todo, incluyendo en ese todo a la Constitución y a las leyes.
Efectivamente, cuando Maduro viola las leyes (enviando a prisión a sus
adversarios, por ejemplo) lo hace, aunque parezca irrisorio, siguiendo
el designio de una religión política. Así como para los cristianos el
amor se encuentra por encima de la ley temporal, para los
revolucionarios, la revolución está por sobre todas las leyes y
constituciones.
Incluso cuando son minorías, la revolución es la ley de los
revolucionarios. Mayorías o minorías son para ellos factores
accidentales y fortuitos. Si el pueblo no los sigue es simplemente
porque el pueblo se ha equivocado. Como dijo un alto funcionario de la
desaparecida RDA, pocos días antes de la caída del Muro de Berlín: "Hay
momentos en que el pueblo debe ser obligado a encontrar su felicidad".
Lo más probable entonces es que si la oposición gana el 6-D, el Gobierno
Maduro, siguiendo la anormalidad ideológica congénita que lo determina,
intentará desconocer al nuevo poder legislativo.
Si es que a alguien del Gobierno no se le ilumina de pronto el cerebro,
habrá que contar entonces con la posibilidad de dos poderes antagónicos
al interior y al exterior del Estado. A un lado, el poder instrumental:
el de los decretos, el del aparato represivo, el de los grupos
paramilitares. Al otro lado, el poder de la mayoría nacional, el del
pueblo soberano, el de la legitimidad y el de la legalidad. Como decían
los bolcheviques pocos días antes de la Revolución de Octubre en Rusia,
en Venezuela surgirá una situación de doble poder.
Maduro seguirá creyendo que él y sus secuaces son el pueblo y la
revolución a la vez. Será difícil que el poder de la mayoría nacional
representado en la Asamblea Nacional logre convencerlo de lo contrario.
Como ha demostrado magistralmente Alberto Barrera Tyszka en su
formidable novela Patria o Muerte, la que vive Venezuela no es una
situación sociológica; es más bien una situación patológica.
En el marco de los acontecimientos que se avecinan, hay un actor que, se
quiera o no, pasará a ocupar un lugar decisivo. Me refiero al ejército:
a las FAN. Con ellas al parecer cuenta Maduro en caso de que la
oposición gane las elecciones del 6-D. En ese sentido la amenaza de
Maduro relativa a que si la oposición gana el 6-D apelaría a una alianza
entre el pueblo (Maduro y su grupo) y los militares, debe ser tomada muy
en serio.
Eso significa que el anuncio de la tan mentada Unión Cívica Militar no
es una simple fanfarronada. Se trata, para que nadie se equivoque, de
una amenaza de golpe militar hecho desde el mismo gobierno en contra del
parlamento. Léase: desconocimiento de las facultades legislativas,
gobernancia por decreto y militarización absoluta del Estado. Todo en
nombre de la revolución y del legado histórico del "Comandante Eterno".
Por supuesto, Maduro nunca dirá: "Haré un golpe de Estado". Reconocerá
el resultado electoral y poco a poco, en la mejor escuela del chavismo,
intentará ignorarlo. Su objetivo será convertir a la Asamblea Nacional
en un simple ornamento del Estado. Intentará, ahí yace la astucia de la
Unión Cívico Militar, someter al legislativo bajo el peso de las armas.
La pregunta frente a esa posibilidad es obvia: ¿se prestarán las FAN
para actuar como comparsas de una farsa antidemocrática y dictatorial en
contra de la mayoría nacional?
La respuesta depende, a su vez, de dos preguntas. La primera: ¿Cuán
mayoritaria será la nueva mayoría? La segunda: ¿Cuán unitaria será la
nueva mayoría?
Ninguna de esas dos preguntas pueden ser respondidas con absoluta
seguridad en estos momentos. Pero las dos son muy decisivas.
Si la oposición gana el 6-D, escribiré de nuevo sobre este tema el 7-D.
Source: Si la oposición gana el 6-D | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/internacional/1449344086_18614.html
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