Venezuela. Agoniza la paz
Subestimar a Chávez fue un error que no debe repetirse con los Cabellos
y Maduros que se debaten o puedan debatirse por el control de la nación.
Pedro Corzo
mayo 05, 2013
Los caciques del chavismo, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, con sus
respectivas tribus, están apostando a generar condiciones que sumerjan
al país en una crisis extrema que justifiquen decisiones que supriman
los exiguos espacios legales que todavía existen en Venezuela.
El primer objetivo es destruir la oposición. Los depredadores necesitan
impunidad para actuar a su antojo y una fuerza política que les rete
constantemente es un enemigo a vigilar y destruir si se presenta la
oportunidad, resultado que no será fácil porque se aprecia que la
ciudadanía está en el presente más dispuesta a defender sus derechos que
en el pasado reciente.
Tal vez la muerte de Hugo Chávez sacó del letargo a tirios y troyanos,
independientemente a si estaban a favor o no de un golpista que fue
capaz de imponer una dictadura electoral.
Al César lo que es del César debimos aprenderlo hace mucho tiempo.
Subestimar a Chávez fue un error que no debe repetirse con los Cabellos
y Maduros que se debaten o puedan debatirse por el control de la nación.
Por otra parte el liderazgo de la oposición aunque favorece soluciones
negociadas, indudablemente lo mejor para el país, tiene una mayor
conciencia de la realidad y está consciente que no puede seguir siendo
condescendientes con su enemigo porque la esquina del ring se le achica
y no van a encontrar donde entrenarse para futuras contiendas.
De ahí la firmeza de los reclamos actuales. Las denuncias constantes y
la demanda de inspecciones y auditorias de los resultados de las
elecciones. Hay demanda firmes, acusaciones de fraude, no solo de la que
se hace en las urnas, sino también de los muchos ventajismos a los que
recurrió el gobierno.
Se denuncia la corrupción y lo más importante, las violaciones a la
soberanía venezolana por parte de la dictadura cubana. Era inexplicable
que un sector de la oposición venezolana no fuera más crítica con la
dictadura de los Castro, no rechazara la presencia de militares cubanos
en ese país y no mostraran solidaridad con los cubanos que enfrentan la
dictadura.
No obstante el gobierno con sus mañas arrincona cada vez más la libertad
y los derechos ciudadanos. Las disposiciones arbitrarias de las
instituciones del estado buscan el caos social para provocar reacciones
extremas que argumenten el cese de las garantías constitucionales, que
aunque de hecho son inexistentes, acrecentarían su impunidad si se
dictan disposiciones legales que las anulen por completo.
La crispación social es tensa y se extiende a amplias capas de la
población. El oficialismo busca una confrontación violenta para hacer el
rol de víctimas. No cesa de reprimir y abusar de los poderes que detenta
para favorecer una explosión social que le sería beneficiosa porque a
pesar de sus iniquidades, la inmensa mayoría de los gobiernos y de
organismos internacionales prefieren estabilidad y gobernabilidad en el
resto del mundo, para que las olas de los otros no afecten sus mandatos.
La situación económica es alarmante y el empresariado independiente
tendrá menos recursos para producir, pero también para apoyar a los
políticos que favorecen un cambio, porque no se puede olvidar,
parafraseando a Napoleón Bonaparte, que la política, necesita dinero,
dinero y más dinero.
La información es cada vez más controlada por el estado. La compra de
medios, la cancelación de licencias y la capacidad de usar con fines
criminales el poder judicial, es una realidad que disminuye las
posibilidades de defender los derechos ciudadanos.
El exilio o al menos la emigración es una alternativa que muchos
consideran. Cada embate que se pierde le confiere terreno al enemigo y
si no trata de recuperarse, los fieles pierden la confianza y abandonan
el templo.
El argumento de la lucha de clases, el odio a la oligarquía, y ese sin
fin de sandeces a las que recurren los regímenes populistas ha perdido
mucha de su eficacia pero la policía política es más eficiente y tenebrosa.
Aunque amplios sectores de la población se han percatado de la soberbia
y el desprecio a los derechos propios y de los demás que muestran
constantemente los funcionarios chavista, el control de las fuerzas
represiva ha mejorado y el miedo a lo que puede pasar individualmente
supera muchas veces el compromiso con la nación, por eso los déspotas
controlan por mucho tiempo el poder.
Tampoco se puede obviar que hay sectores que sin estar asociados
directamente a la actividad política están irritados por la prepotencia
del gobierno. Otros, al faltar el Caudillo no son devotos de sus
intérpretes y prefieren abstenerse de cualquier gestión, incluido el
voto, lo que favorece a la oposición.
Todo eso ayuda a la estabilidad de la balanza en la que se juega el
futuro del país, pero es el momento de la ofensiva. Se debe actuar con
firmeza, recurrir a todos los espacios legales para reclamar los
derechos que el enemigo quiere cercenar, como el artículo 350 de la
constitución que apunta " El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición
republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad,
desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los
valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos
humanos".
http://www.martinoticias.com/content/venezuela-cuba-presidenciales-/22235.html
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