Saturday, May 4, 2013

El ring de Diosdado

El ring de Diosdado
RUBÉN DE MAYO | EL UNIVERSAL
sábado 4 de mayo de 2013 12:00 AM

En otro artículo de mi autoría, calificaba a Diosdado Cabello,
presidente de la Asamblea Nacional, como un gran demócrata. Tanto, que
afirmaba, recordando al nazista Hermann Göring, que cada vez que
Diosdado escuchaba la palabra: democracia, sacaba el revólver, para
defenderla, claro está, de los apátridas y malvados opositores.

Buena muestra de esa defensa corajuda y valiente de nuestra democracia
fue el reciente incidente de violencia en la Asamblea Nacional, en la
cual fueron agredidos a puñetazo limpio varios diputados opositores. Y
aquí me quisiera detener un momento, ya no me contengo más, para
felicitar y agradecer sinceramente a Diosdado, en nombre de todos los
venezolanos, su arrojo y denuedo democráticos.

Hombre comedido y equilibrado, aunque su fiereza y radicalidad
revolucionarias lo igualen a Lenin, Bakunin o Trotski, Diosdado ha
preferido defender nuestra democracia civilizadamente, con un deporte
antiquísimo, ya practicado por los griegos en las olimpiadas: el
pugilato o, como se le denomina modernamente, boxeo.

Experto en boxeo, Diosdado es el entrenador y estratega de una de las
figuras más prometedoras del boxeo y la política nacionales, ya lo
veremos como titular de algún ministerio: hablo del peso pesado de la
chaqueta patriota (sí, el gordo), que combinó con técnica impecable
golpes de derecha e izquierda a los diputados opositores, especialmente
al diputado Julio Borges, que quedó hecho un Cristo por la golpiza.

Diosdado, admirador de Angelo Dundee, entrenador de grandes campeones
como Cassius Clay y Sugar Ray Leonard, aplicó la estrategia de
rope-a-dope, condimentándola con ingeniosas variantes tropicales. Esta
estrategia, que haría famoso a Dundee, consiste en extenuar y cansar al
oponente, reservando las propias fuerzas, para luego contraatacar
enérgica y sorpresivamente. Ya cansada y extenuada la oposición de
solicitar la palabra en el Parlamento, se armó (fíjense la diferencia
con Diosdado, que decidió no hacer uso del revólver para defender la
democracia) de pancartas, bocinas, pitos, cornetas, etc., para
interrumpir y sabotear el derecho de palabra de los diputados
oficialistas, que fecunda y críticamente intercambiaban entre sí las
mismas ideas que todos comparten por ser de la misma tolda política; y
es aquí cuando hubo el contraataque oficialista y surge
providencialmente, en defensa de la democracia, el púgil adiposo, peso
pesado, que Diosdado entrenara con tanto esmero y dedicación. Rectos de
derecha e izquierda, hooks, ganchos y crochets llovieron en los cuerpos
apátridas de los opositores, con beneplácito y orgullo del presidente de
la Asamblea.

La verdad es que la acción de la oposición fue bochornosa, por
antidemocrática; bien se merecía la paliza que recibió. ¿Cómo es posible
que sabotee el derecho de palabra a los oficialistas? Es un acto
despótico, autoritario, que niega toda posibilidad de entendimiento
civilizado por vía de la razón, que se fragua en el diálogo. Tal
conducta alejada de la tolerancia y el respeto a la opinión del otro,
postrando la pluralidad y diversidad propias de la democracia, Diosdado,
el demócrata entre demócratas, la fustigó severamente desde su majestad
de presidente de la Asamblea dando el ejemplo con el sano y entretenido
deporte olímpico del boxeo.

Ahí veíamos a Diosdado, desde su curul presidencial, protegido de sus
guardaespaldas, observando aquel espectáculo. De seguro, nuestro
Diosdado estaba impaciente por bajar del estrado y demostrar sus
habilidades y destrezas boxísticas, porque ¡cómo sabe Diosdado de
"golpes"! Recordemos el del año 1992, en asociación con el hombre que
después se convertiría en nuestro segundo Libertador: Hugo Chávez.

Viendo el espectáculo boxístico, Diosdado se acordaría de Pinochet,
Trujillo, Somoza, Fidel y otros tantos golpistas, de mano muy dura. De
Chávez se acordaría también, pero haciendo una distinción: Chávez jamás
hubiese permitido que en la Asamblea golpearan brutalmente a la diputada
opositora María Corina Machado. Aunque solo sea por eso, entendemos por
qué Chávez era jefe de Diosdado. Ojalá que Maduro alguna vez se enteré
que también debe ser jefe de Diosdado; que debe estar muy por encima de él.

¡Ojalá!

@rubdariote

rub_dario2002@yahoo.es

http://www.eluniversal.com/opinion/130504/el-ring-de-diosdado

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