Vulnerabilidad económica
Pedro A. Palma
Martes, 20 de noviembre de 2012
La condición fundamental para romper con esa precaria dependencia de la
renta petrolera es que la economía se diversifique, con el fin de lograr
el desarrollo de múltiples sectores productivos.
Una economía que depende de una renta para su funcionamiento es
intrínsecamente vulnerable, particularmente si esa renta la determinan
variables externas sobre las cuales se tiene poco o ningún control. Ese
es el caso de la economía venezolana, que está a merced de su ingreso
petrolero, el cual, a su vez, depende del comportamiento del precio
internacional de los hidrocarburos, variable por demás volátil y sobre
la que tenemos muy poca, o ninguna capacidad de influencia.
Cuando los precios están debilitados sufrimos recesión o estancamiento,
y cuando se recuperan crecemos como producto de las políticas de
expansión de gasto público, mecanismo a través del cual se inyectan a la
economía los recursos petroleros adicionales, generando una situación de
bonanza que llega a su fin cuando los precios vuelven a caer.
Con la finalidad de romper ese círculo vicioso se hace indispensable la
creación de fondos de estabilización macroeconómica, con el fin de
ahorrar parte de los cuantiosos ingresos de los buenos años petroleros,
para así contar con recursos que compensen la caída de la renta en los
años de menores precios.
Incluso, durante los últimos tiempos hemos aprendido que para lograr
mantener tasas de crecimiento aceptables se requiere que los precios de
exportación aumenten sostenidamente, ya que su estabilización, aun
cuando sea a altos niveles, impide que la renta siga elevándose,
condición necesaria, mas no suficiente, para que la economía continúe
creciendo.
Sin embargo, la condición fundamental para romper con esa precaria
dependencia de la renta petrolera es que la economía se diversifique,
con el fin de lograr el desarrollo de múltiples sectores productivos
eficientes y competitivos, que no sólo produzcan más y mejores productos
para satisfacer el mercado interno, sino que exporten esos bienes,
disminuyendo la vulnerabilidad de la economía a los vaivenes de las
exportaciones petroleras.
Para ello se necesita, entre muchas cosas, que existan reglas de juego
claras, racionales y perdurables, que se disponga de servicios públicos
de calidad, que se priorice el desarrollo del capital humano requerido,
y que haya una delimitación clara de funciones de los distintos miembros
de la sociedad, incluido, obviamente, el Estado, al que le corresponde
realizar tareas fundamentales muy específicas, entre otras, la de velar
por el fiel cumplimiento de la normativa legal, ejercer una función de
supervisión y fiscalización efectiva para evitar prácticas indebidas por
parte de las empresas u otros miembros de la sociedad, y asegurar la
existencia de un Poder Judicial idóneo e independiente que vele por la
preservación del Estado de Derecho. En pocas palabras, el logro de
aquella diversificación requiere la implementación efectiva de un plan
de desarrollo sustentable.
Desgraciadamente, lo que vivimos en Venezuela es algo muy distinto. La
implantación del socialismo del siglo XXI, que no es más que un
comunismo matizado, pero tan retrógrado, caduco y fracasado como todos
los del siglo XX, nos está llevando a una situación precaria. El
hostigamiento a la empresa privada, la imposición de controles y
condiciones de trabajo irracionales, las expropiaciones arbitrarias e
ilegales, la ausencia de independencia de los poderes públicos, y la
inexistencia de un sistema judicial imparcial y funcional, han creado un
ambiente hostil a la inversión y contrario al que debe existir para el
logro de aquella necesaria diversificación económica. Adicionalmente, el
desmantelamiento del aparato productivo tradicional y su sustitución por
otro inoperante, la dependencia cada vez mayor del suministro externo,
el desenfrenado gasto público, el irresponsable endeudamiento
gubernamental y la absurda política cambiaria existente, lejos de
enrumbar la economía hacia el desarrollo deseable y sustentable, lo que
ha hecho es hacerla mucho más vulnerable y precaria. Eso lo pagaremos todos.
http://www.analitica.com/va/economia/opinion/9310438.asp
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