El fraude económico
Miguel Ángel Santos
Sábado, 3 de noviembre de 2012
La oposición ha conseguido el 45% de los votos. Una vez que pase la
marea lucirá como una hazaña.
El 7-O ha arrastrado a la oposición hacia una nueva crisis existencial.
Venía como anillo al dedo la expresión en inglés soul-searching (algo
así como "en la búsqueda de su alma"), pero ésta se suele traducir más
bien por "examen de conciencia", un proceso que evoca cierta serenidad
de espíritu y disposición objetiva a reconocer nuestras fallas que aquí
no aparece por ninguna parte. Predomina en su lugar la descalificación,
el énfasis en el argumento ya conocido de antemano vociferado a-la
Rodrigo de Triana, la crítica destructiva que paraliza y te deja sin
ninguna idea, ya no digamos de qué hacer diferente, sino de qué hacer
del todo a partir de ahora. Ya lo hemos intentado todo: ensayamos las
marchas pacíficas y la salida militar, probamos la amarga copa de la
abstención, amparada en aquella triste construcción del "parlamentarismo
de calle". Tras esa enorme hipérbole regresamos al voto. Antes de que
esa desesperanza nos convenza de regresar a los estadios anteriores,
vale la pena evaluar, de todas las que no nos han dado los resultados
deseados, cuál ha sido la que nos ha dejado más cerca.
El 7-O coloca a la oposición a 5% de la mayoría absoluta. Con una
participación superior al 80% no cabe esperar que el crecimiento pueda
venir de otra parte. Siendo así, se trata "sólo" de convencer a 5% de
los 55%, o menos de uno de cada diez. No será fácil, y menos aún con la
muy confusa percepción y el nulo conocimiento que tenemos del otro y sus
motivaciones. Aún así, no es un resultado despreciable. Se ha dicho
mucho acerca de la naturaleza fraudulenta del proceso electoral, de la
necesidad de negociar mejores condiciones. Ese debate parece decantar en
una obviedad que nos ha costado mucho: Fraude nos es sólo pulsar "A" y
que el voto se cuente como "B", sino más bien el conjunto que rodea al
acto electoral. Menos se ha dicho del fraude económico, que no es menos
significativo.
En la rampa a las elecciones de octubre, el gasto público por persona ha
llegado a ser 34% más grande de lo que fue en 2011. Esto equivale a
decir que cada venezolano recibió en promedio 34% más de bolívares de
gasto, una cifra colosal que no tiene precedentes. El del 2012 será el
gasto público más alto de nuestra historia en términos reales por
habitante. Este año el Estado venezolano gastará 51% del PIB, cuando el
resto de América Latina promedia 27%. Como quiera que nuestros ingresos
han permanecido estables, esa expansión ha provocado un déficit de 19%
del PIB. La Grecia arruinada de hoy se encuentra alrededor de 10%; la
España del 25% de desempleo está ahora mismo alrededor de 8%. Para
financiarlo el Gobierno ha recurrido a la impresión de monedas y
billetes a mansalva, que crecieron 51% entre la primera semana de
octubre 2011 y la de las elecciones.
Bajo esas condiciones, la oposición ha conseguido el 45% de los votos.
Visto así, una vez que pase la marea del día después, lucirá como toda
una hazaña. A diferencia del conjunto del fraude electoral, en el que
habrá que buscar formas de reclamar desde nuestra fortaleza, el fraude
económico se reversará y desvelará a sí mismo. Es importante que esa
revelación nos consiga con la fuerza que sólo se deriva de la unidad.
Cualquier otra cosa, es un nuevo salto al vacío.
@miguelsantos12
http://www.analitica.com/va/economia/opinion/2277892.asp
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