14 años de Hugo Chávez en la economía y la política
Eduardo Ortiz Ramírez
Miércoles, 21 de noviembre de 2012
Estas notas persiguen ordenar elementos de importancia para la
evaluación de la eficiencia de un gobierno o administración nacional,
así como otros atinentes a la revisión del cumplimiento de objetivos
planteados por la administración del Presidente Hugo Chávez (PHC). Dado
el conjunto variopinto de aspectos presentes en un proceso complejo
–dentro sus particularidades- como es el de la llamada revolución
bolivariana, es necesario en algunos puntos abordarlos desde una
perspectiva de economía política o de la política en si misma. Así, en
la parte I se refieren algunos conceptos de utilidad en economía junto a
señalamientos sobre el caso venezolano y, en la II, se abordan más
ampliamente perfiles, objetivos, realidades y alcances de la
administración del PHC que ya adquiere casi década y media de duración y
tiene seis años más por delante, según resultados de octubre 2012.
Finalmente, se ordenan unas observaciones finales que remiten a puntos
tratados y a logros y deficiencias.
I. Aproximaciones conceptuales y tendencias económicas.
Ningún gobernante dice en sus inicios que va a hundir a una nación o a
encaminarla por vías distintas al crecimiento económico y aumento del
bienestar de sus habitantes (los tres objetivos más comúnmente aceptados
de la política económica son: aumentar el crecimiento, reducir la
inflación y acrecentar el bienestar). Tampoco lo asumen como resultados
-los gobiernos- al final de sus gestiones. Gobiernos o gobernantes
generalmente afirman que llevarán a la nación respectiva por distintos
senderos de éxitos y -corrientemente- aseveran en sus momentos finales
de administración que dejan el país mejor que lo que lo encontraron.
Distintas vías se usan para analizar los éxitos de los gobiernos:
análisis ingresos gastos; proyectos y sus derivaciones
costos-beneficios; aumentos del producto percapita y/o del bienestar;
evaluaciones positivas de los organismos internacionales; niveles de
riesgo y mejoramiento de sus indicadores; algún complicado y
preferiblemente útil modelo que pueda articularse a una perspectiva
macroeconómica; o, entre otros tantos elementos, la simpatía de
seguidores o beneficiarios que puedan dar como positivo cualesquiera
resultados. También, desde el punto de vista de las grandes variables
que abarca aquella perspectiva señalada, puede enfocarse lo exitoso o no
de la política cambiaria, tratamiento de la inflación, endeudamiento,
manejo fiscal, política de exportaciones o de generación de empleo para
el largo plazo, entre otros tantos elementos. Más aun, existen las
alternativas tradicionales destacadas en la literatura vinculada al
Estado del Bienestar y, en lustros recientes, las perspectivas brindadas
por la economía en enfoques hacia el sector público y el manejo de los
llamados bienes públicos (de difusión masiva y que representan ámbitos
de la política públicas).
Vistos resultados y acumulaciones para 2012, Venezuela enfrenta círculos
viciosos en el manejo de la política cambiaria, pues el control de
cambio férreo instrumentado por una década y sostenido por la cualidad
de principal y mayoritario oferente de divisas que presenta el estado
venezolano, no exhibe perfiles de ser eliminado y, contrariamente, se
fortalece -en una perspectiva de economía política- como instrumento de
control político. El caso de la inflación, con el procedimiento de las
políticas implementadas en la última década, ha degenerado en una
inflación inercial, donde los agentes económicos no perciben su
disminución sino, contrariamente, su prolongación. El manejo cambiario
–con estructuras fiscales y políticas de gasto que erosionan el erario
público- no disminuye el resultado inflacionario sino que, junto a otros
elementos, lo mantiene como un fenómeno estructural y de pugna
distributiva entre distintos agentes económicos.
Por otra parte, en condiciones de una economía rentista y de un
petroestado, los altos ingresos vía precios que se trasladan al fisco en
condiciones de una presencia mayoritaria -del bien que produce la renta-
en las exportaciones, generan una especie de espejismo de éxito que
justifica cualquier caída o disminución en un criterio que precise
logros positivos. Contrariamente, puede uno evaluar la eficiencia de la
actual administración, pensando en poco éxito en el manejo de la cosa
pública, si se considera que a la par de altos ingresos petroleros (en
promedio la cesta petrolera para mediados de octubre de los corrientes
ha contado con un barril a 105$ ), en los últimos 10 años, se han
presentado fenómenos como desabastecimiento, poco dinamismo de la
inversión privada, creciente endeudamiento público (ya bordea los
150.000 millones de $/50% del PIB; ver Leonardo Vera. Los desafíos
económicos del "chavismo", infolatam.) y aumento del desempleo a pesar
de los malabarismos estadísticos que se han ejecutado desde el INE.
Dos conceptos fundamentales en estos asuntos son los de eficacia y
eficiencia. Se concibe a la primera como la ejecución de un proyecto
que, asociado a una meta, tenga una estructura de costos determinada y
esta se mantenga hasta la finalización de aquel. En el caso de la
eficiencia las combinaciones pueden ser variadas pero, en lo
fundamental, debe presentarse una reducción de costos para la
consecución de la meta. La eficacia y la eficiencia pueden ser afectadas
por estimaciones inadecuadas, errores humanos, financiamiento inestable,
insuficiencia de información y manejo tecnológico y corrupción, entre
otros tantos factores. En el escenario nacional y específicamente en
cuanto a vías de comunicación -y abarcando a varios gobiernos- un caso
suficientemente expresivo de eficacia y eficiencia negativa –si tiene
algún sentido esta expresión- es la construcción de la autopista a
oriente, que ya lleva varios períodos administrativos en ejecución y al
menos dos nombres. Esta autopista, iniciada hace varias décadas, ha
sido espacio de cultivo de desidias, incumplimientos, fantasías y
corrupciones. Tal es el caso que, varios de sus tramos, cuando han ido a
ser inaugurados, se ha sucedido con deterioros acumulados. Diversas
administraciones, incluida la actual, han prometido inaugurarla completa
o tenerla ya lista. Al momento actual la vía –todavía incompleta-
presenta numerosas irregularidades y deterioros. Esta ineficacia e
ineficiencia nacional ha sido –entonces- responsabilidad de varias
administraciones.
II. La administración del Presidente Chávez, sus propuestas y la
economía. Algunos lineamientos de evaluación.
Pueden recordarse las palabras efusivas del PHC en el cierre de su
campaña el año 1998 cuando juró cumplir numerosas promesas que hacia en
ese momento. Hoy día, desde varias perspectivas, incluso desde la de sus
propios intereses, puede considerarse que el transcurso desde aquel
entonces es casi una década y media muy llena de altibajos y vaivenes
para considerarse exitosa. Contrario a lo que varios creen sobre el PHC,
en cuanto a que siempre ha estado despejado, que le ha hablado claro al
país, que tiene sus metas claras, entre otras tantas expresiones, puede
afirmarse, si caer en excesos o en sicologismos que pueden comprometer a
muchos, que aquel transcurso ha estado afectado por imprecisiones,
variaciones y engaños que podrían relacionarse –guardando todas las
distancias entre un caso y otro y entre un personaje y otro- con
aquellas viejas estrategias de Mao Tse Tung en sus años de camino hacia
la toma del poder, donde las elaboraba para las distintas situaciones
por las que pasó China durante 25 años antes de 1949 y que fueron
previos a convertirse en un Dios y un dictador (Ver: Mao. La historia
desconocida. J. Chang y J. Hallyday. Taurus.).
¿Como entender los éxitos económico y sociales de una administración?
En economía, además de las aproximaciones señaladas más arriba, siempre
se recurre a las cifras y a la elegancia matemática. Un poco difícil
lidiar con cifras afectadas intencionalmente -o conceptualmente- con una
determinada intención. En economías con sofisticadas formas de empleo o
con desempleo mínimo e incluso bien vigilado o monitoreado, puede uno
evaluar formas de trabajo eventual o el trabajo que hoy se perfila como
realizable en el hogar. Contrariamente, en una economía con alto
desempleo y con expresiones asociadas de informalidad, las alteraciones
de la medición pueden ser un maquillaje ideológico. Otro asunto atañe a
que las distintas administraciones siempre consiguen quien desde
organismos determinados puedan darle un aval expresivo de la buena
conducción, aunque sus analistas no perciban la pobreza directamente o a
otras administraciones -en el caso de Venezuela- les hayan afirmado lo
mismo que puedan afirmarle a una más reciente como la del PHC. Queremos
decir: a todas les dicen que lo están haciendo bien. Vistas así las
cosas, las administraciones, en líneas generales –y a menos que sean
casos muy extremos- siempre alcanzan una posibilidad de desarrollar un
planteamiento para presentarse como que lo están haciendo bien. La
discusión en base a cifras se vuelve entonces, en variados casos, un
contrapunteo infructuoso. Esto fue así en las dos administraciones de C.
A. Pérez, en la segunda de Caldera (donde un ministro dijo con desenfado
"estamos mal pero vamos bien") y lo es en la actual administración de PHC.
Tres perfiles preliminares pueden tenerse para aproximarse a la
evaluación de los resultados de casi década y media con el PHC: 1. Los
logros según el proyecto fundamental de la administración en cuestión;
2. Los logros asociados al desarrollo económico; y 3. Los logros en
alcanzar un mejor posicionamiento para la nación.
1. Logros en cuanto al proyecto fundamental del PHC.
El punto 1 debería abarcar dos dimensiones interpretativas. Por una
parte, la atinente a la atención de los pobres o sectores menos
favorecidos en la distribución del ingreso. Es innegable que esta
administración ha ejecutado un conjunto de misiones y medidas que han
buscado atender a tales sectores, pero también lo es que varias de esas
medidas o acciones han sido ineficientes en sí mismas, otras han sido
fallidas y varias albergan procesos de corrupción. En el municipio
Sucre, en el ejercicio de una administración oficialista (Rangel), fue
notable -por ejemplo- que un porcentaje relevante de las escuelas (30%)
tuviesen condiciones deplorables en baños y otras infraestructuras. Las
condiciones de miseria e insalubridad en el municipio Libertador en
pleno ejercicio de otra administración oficialista (Bernal) fueron
notorias.
Algunas misiones del área educativa y experiencias universitarias en la
administración del PHC presentan un muy bajo nivel académico; en el caso
de las universidades es alarmante las nociones que se manejan en cuanto
a lo que representan estas últimas. En cuanto a cupo universitario,
indudablemente que ha habido una expansión de la matrícula con la
creación de nuevas universidades o ampliación de otras existentes, pero
con las inclinaciones señaladas. En otros aspectos del área de las
universidades, la administración del PHC tiene logros, como es el caso
de agilización de pagos de prestaciones sociales y pasivos laborales. En
algunos espacios, como el que trata el analfabetismo, la administración
ha presumido de haberlo eliminado aunque haya seguido existiendo y hasta
ampliándose el analfabetismo funcional. En la administración del PHC
debe resaltarse su política de control –o inclinaciones regulatorias- a
los precios de los servicios educativos que -en cierto grado-, puede
considerarse pertinente por frecuentes abusos que afectan a usuarios de
distinto nivel económico y social. Indudablemente que en estas áreas
existen fallas de mercado. Los servicios de educación fueron de
creciente impulso en las décadas de los años sesenta y setenta del siglo
XX y puede aseverarse su éxito no solo en cobertura sino también en
calidad. Alto nivel y mantenimiento de la infraestructura, así como
disponibilidad de un buen recurso docente en el caso de la educación,
fueron elementos destacados de tales servicios en esas décadas.
El desempleo y las relativamente bajas remuneraciones en un contexto
de una inflación de dos dígitos –que se ha mantenido como algo natural-,
son permanentes estímulos a la informalización de las actividades
económicas –con las correspondientes violaciones de la institucionalidad
de la economía- y generación de variadas formas de delincuencia. Esta
última está íntimamente vinculada al tema de la inseguridad en sus
distintas expresiones y formas. Temor a perder la vida ha pasado a ser
un sentimiento no infrecuente en los venezolanos durante los dos últimos
lustros. Motos, carros, patrullas, comandos y armas son frecuentemente
referidos como parte de lo suministrado para combatir el hampa. Sin
embargo, esos suministros no representan seguridades para el ciudadano
en cuanto a que va a estar más protegido de robos rápidos, secuestros,
violaciones o crímenes. En ninguno de estos temas existen entonces
pruebas de una mayor eficiencia de parte de la administración del
Presidente Chávez. Algunos cuerpos de seguridad han perdido el prestigio
que tuvieron en décadas de las administraciones anteriores a la actual.
Paralelamente, a los cuerpos de seguridad actuales, existen funcionarios
en el área pública o agentes de seguridad privada que generan -en la
vida del transito regular de las ciudades- espejismos sobre la
eficiencia en la seguridad, puesto que estos agentes solo encarnan la
protección de funcionarios gubernamentales, agentes políticos y otros,
representando tan solo una protección costosa y focalizada, mientras el
ciudadano común se encuentra altamente desprotegido. Todo este panorama
se ha agravado pues las cárceles, que en las administraciones anteriores
al del presidente Chávez acumularon ingentes problemas, se encuentran
para los años recientes en una clara situación de manejo por parte de
los internos y de ausencia de controles estatales o gubernamentales
significativos.
Por otra parte, en este mismo punto 1, debe considerarse la
consolidación o avance de la revolución socialista que la administración
de PHC pasó a plantear más definidamente a partir de 2006. Debe
recordarse, sin embargo, que desde los inicios mismos de la
administración en cuestión, se habla de un proceso revolucionario,
aunque algunos no lo recuerden o no lo sepan. Este proceso se buscó
acelerar con el proyecto de reforma constitucional que impulso el PHC y
que fue rechazado en la consulta del 2 de diciembre de 2007. Una
administración de cerca de 15 años, que se ha ufanado de ser
revolucionaria, transmite, después de todo ese período, un rezago
considerable en cuanto a lo que podría ser la construcción de una
sociedad socialista, según los intereses de los administradores de
turno. Las revoluciones como decía el propio Che Guevara (Ver Ernesto
Che Guevara, Obra revolucionaria. Era.) tienen que ser a ritmo violento
(no puede darse la excusa de que se trata de otro contexto y tiempo,
pues es la administración del PHC e incluso intelectuales que simpatizan
o la apoyan, los que permanentemente resaltan la importancia de las
ideas de este personaje). En este caso se trata de una revolución
petrolera y más aun de una revolución cómoda (Un "…castrismo light con
petróleo". Omar Bello. ¿Hay un camino?, después del 7O. Mimeografiado.).
Pero, más dramático es el hecho de que, es una revolución con no muchos
auténticos revolucionarios o digamos ciudadanos de un alto grado de
ideologización. Nuestra percepción es que la experiencia de variadas
revoluciones –incluso autenticas-, en lo que respecta al transcurso del
tiempo, permite afirmar que este último es inversamente proporcional a
la generación o aparición de revolucionarios. Esto es: mientras más pasa
el tiempo menos revolucionarios hay. Por supuesto que, para algunos
vinculados a los procesos en curso en una determinada nación, siempre
quedará la esperanza o la buena intención de que de estos últimos, que
incorporen la participación popular, surjan nuevos líderes
(efectivamente este proceso puede darse pero, en varios casos, se
expresa como oposición a los mandos centralizados). Una muestra es la
reacción de dirigentes populares que claramente se han sentido incomodos
o molestos con las designaciones del PHC para candidaturas diversas.
Ese perfil señalado cerca cada día más al PHC,
independientemente de los resultados electorales de octubre de 2012. De
ahí, la rotación permanente de ministros y la secuencia y presencia de
las mismas caras. En algunos casos, con individuos de origen no
precisamente revolucionario. Así, la revolución bolivariana o socialista
de la V República del PHC, se ha convertido en una revolución lenta y
amenazante y ha consumido una década y media esperando que se alcanzara
cumplir con numerosos logros, teniendo ejemplos fallidos como aquel de
impulsar el establecimiento de las cooperativas –por poner un ejemplo-
en un contexto rentista como el venezolano, para que al final el PHC
admitiera que las cooperativas también son capitalismo. ¿Que balance le
puede quedar a un analista, si evalúa los quince primeros años de los
procesos políticos de revoluciones que se vivieron en el siglo XX? Con
premura y aplicando parámetros un tanto discutibles L. Vivas llamó -o
caracterizó- al proceso iniciado en 1999 bajo el liderazgo del PHC "La
última revolución del siglo" (Ver L. Vivas: Chávez. La ultima revolución
del siglo. Ed. Planeta 1999). Silvio Rodríguez (exponente de la Nueva
Trova cubana) en años recientes señalaba que el proceso venezolano era
diferente y algo así como que no era rápido. Habría que preguntarle eso
al máximo representante de la revolución cubana, Fidel Castro, quien en
los años setenta ya expresaba claramente que, oponiéndose a la
ortodoxia, en Cuba se podía estructurar el socialismo y comunismo al
mismo tiempo (Ver Fidel Castro, Socialismo y comunismo: un proceso
único. Nuestro tiempo.). Mas que una sociedad socialista
–independientemente si ella sería viable y exitosa o no- lo que se ha
observado es el fortalecimiento del capitalismo de Estado en una
sociedad rentista, en el transcurrir de esta década y media de
administración del PHC. En un enfoque de interés se trata también de
que "…el cometido final del régimen… …se ha orientado, de más en más, al
establecimiento de un modelo económico de acumulación en el cual deje de
prevalecer la lógica capitalista, es decir, la existencia de la
propiedad privada, los precios de mercado, la ganancia y acumulación de
capital por parte de los particulares para ser sustituidos por un
irrefrenable proceso de estatización." (Omar Bello. Ob cit.). Puede
perfilarse también un transito de un capitalismo rentístico a un
socialismo rentístico, donde la cualidad del rentismo –como el
aprovechamiento de la renta de un bien, el petróleo, que no es producto
del trabajo- se mantiene. Existe también el llamado rentismo financiero:
"Justamente ese que se aloja en las escabrosas operaciones de arbitraje
y corrupción que promueve el régimen cambiario y en la producción en
serie e interminable de papeles públicos. La ganancia financiera súbita
–y sin impuestos- ha sustituido así al emprendimiento." (Leonardo Vera,
ob cit.).
2. Logros asociados al desarrollo económico.
En cuanto al punto 2, que señalamos remite a los logros asociados al
desarrollo económico, su consideración puede partir de una posición
contenida en los planes 2001-2007, 2007-2013 y en variadas expresiones
gubernamentales asociadas a la reducción de la dependencia petrolera. Es
este un objetivo que se han propuesto la mayoría de las administraciones
venezolanas desde que Venezuela depende del petróleo. Por tanto, la
administración del PHC no es original en esto. Pero también, de manera
similar a otras administraciones, pero incluso en forma más acentuada,
la del PHC, ha apuntalado la dependencia petrolera. Hoy día, las
interrelaciones entre agentes económicos y sectores de la economía
indiscutiblemente que están más asociadas a lo que sucede en el área
petrolera. Los mecanismos de difusión de la economía, de los que hablaba
P. Bairoch, están más impregnados de petróleo. Se ha apuntalado incluso
un optimismo, que deriva de esa especie de spread que existe, para que
se pueda pensar que se puede vivir o funcionar con un petróleo a 100$ o
con un petróleo a 50$ –solamente ilustrativo este precio, aunque para
octubre 2012 el barril ha andado por 105$ según se señaló más arriba-,
con lo cual, de todas maneras podríamos desenvolvernos bien como ha
expresado con sus palabras el PHC. ¿Qué manera es esta de percibir o
usar una sociedad sus potencialidades? ¿Quién responde por esta especie
de excedente potencial si se toma prestado y se adapta el concepto de P.
Baran? (Ver su: Economía política del crecimiento. FCE.). ¿Cómo registra
una sociedad el destino de este spread? No es precisamente entonces la
disminución de la dependencia petrolera un logro de la administración
del PHC. Todo lo contrario: ha aumentado la dependencia petrolera. Con
el agravante de que se acentuado el perfil y actividad de los buscadores
de renta, que, históricamente, siempre han percibido que es en el Estado
donde se encuentra el poder económico.
Otros niveles de evaluación de los logros del desarrollo tienen que ver
con los desempeños sectoriales. Es notable que Venezuela haya pasado en
los dos últimos lustros por un proceso de desindustrialización. Si bien
entre 2002 y 2006 se dio un aumento del número de industrias, ello no
compensa la aguda desindustrialización de los años 1999 a 2002 –en 1999
había un total de 11.198 industrias y en 2006 se observaron 7.208- (Ver
Baquero: Situación actual de la industria, 1 de noviembre 2007.
Presidente encargado de Conindustria). Adicionalmente, se pueden
destacar varios aspectos precisados en la Encuesta de Coyuntura
Trimestral de Conindustria de agosto 2012. Según esta Encuesta la
economía crece en comercio y servicios, apoyada en: Crecimiento de 49%
anual del dinero en manos del público, fundamentalmente por mayor gasto
fiscal, e Importaciones por más de USD 27 mil millones en el I Semestre;
mientras, el 96% de los dólares provienen del petróleo (69% en 1998) y
las Reservas internacionales se mantienen en lenta caída; a esto ultimo
se le añaden las limitaciones en acceso a divisas (se ha incrementado el
tiempo para la liquidación de divisas, para los prioritarios pasos de 30
a 60 días),y el que se ha agravado el problema en los puertos
En ese contexto es muy difícil registrar un proceso de aparición de
nuevas industrias que pudieran permitir afirmar que Venezuela está
desarrollando ventajas competitivas en nuevas áreas -se trate de áreas
asociadas a las nuevas tecnologías, industrias de alto contenido
tecnológico o incluso en aquellas de procesamiento de recursos
naturales-. Algunas líneas productivas en curso -de la administración
del PHC- atañen a patrones tradicionales de la industrialización
sustitutiva: producir componentes de vehículos, producir bicicletas o
tractores. Es curioso que la administración en cuestión, en algunas de
estas propuestas pareciera desconocer la experticia de algunos sectores
empresariales que han atendido estas áreas y, peor aún, ignorar la
problemática que en una economía como la venezolana ha presentado la
producción de tractores o los intentos de producirlos (Ver Fernando
Coronil, El Estado Mágico. Nueva Sociedad.), o la situación de los
mercados locales o de los regionales en cuanto a colocación de tales
productos.
Este cuadro de desinversión, quiebras y retiros de parte de los agentes
privados, siempre ha sido suavizado en la interpretación oficial.
Indudablemente que a él se asocian las particulares medidas
macroeconómicas que ha venido ejecutando la administración del PHC que,
en varios casos, no se distancian de las ejecutadas por otras
administraciones, incluso de corte claramente ortodoxas en cuanto a
tradicionales planes de ajuste y estabilización. Con una diferencia
notable en el área cambiaria, pues esta ha estado ceñida a un estricto
control de cambios para los ciudadanos y agentes privados quienes, desde
posiciones diversas, han buscado obtener beneficios en las figuras
existentes que permiten restringidos contactos con las divisas. Un caso
patético de la política cambiaria lo constituye la reducción drástica de
los montos asignados a compras por internet (esta reducción fue puesta
en ejecución en el año 2008), por los negocios que agentes diversos
venían haciendo a través de ese mecanismo. A falta de mecanismos para
ejecutar eficientemente su establecido control de cambio, la
administración en este punto decidió simplemente reducir los montos
afectando a ciudadanos y agentes económicos honestos y necesitados de
las divisas. Debe reconocerse que, en tiempo reciente, se han ampliado
posibilidades para los viajeros en cuanto a montos y, también, para 2012
se estableció la posibilidad de abrir cuentas en dólares para manejos de
estos últimos en el exterior. Aun así, el espíritu y tendencia
fundamental hacia un control estricto se mantiene y,
correspondientemente, el uso del control de cambio como instrumento de
control político, tal cual ya se señaló.
Algunas otras medidas ejecutadas como controles de precios de algunos
servicios puede aceptarse que han tenido –relativamente- resultados
favorables para los ciudadanos. Pero, el cuadro global de medidas, en el
contexto de la dinámica fiscal y cambiaria que se presenta en la
economía venezolana -con sus características de economía rentista,
dependiente del petróleo y con un capitalismo de Estado ampliado y
amenazante- en los desempeños de la administración del PHC y, más aun,
el cuadro de desconfianza por amenazas a la propiedad y por deterioro e
inestabilidad en los desempeños institucionales, ha generado un
escenario de desinversión, presión inflacionaria y búsqueda de activos
seguros y salidas de capital que se ha convertido en una verdadera
zozobra económica durante buena parte de los catorce años de la
administración. En este contexto, se ha vuelto normal la desaparición de
productos que en ya rutinarios ciclos aparición/desaparición terminan
convirtiéndose en nuevos aumentos de precios. Los ciudadanos se han
visto, así, sometidos a escaseces forzadas por las interrelaciones entre
el ejecutivo y los empresarios.
Los controles de precios en alimentos, han sido ejecutados por la
administración del PHC con el fin de disminuir especulaciones y
garantizar el suministro de los mismos para las mayorías. En algunas
áreas como legumbres y hortalizas, los productores siguen insistiendo en
que desestimulan la producción de los mismos. Se han perdido alimentos
en las comercializadoras estatales y se ha generado el monopolio estatal
de algunos rubros y -en otros casos- los productos reglamentados nunca
aparecen a los precios a los que están regulados; se dirigen a otros
mercados y desaparece la regularidad de su abastecimiento. Creándose,
así, una ficción de una administración que regula precios con fines
distributivos pero con bienes que no aparecen. Los alimentos se han
vuelto, entonces, un tema de recurrente preocupación e inestabilidad
para los consumidores y de un mecanismo de permanentes nuevas ofertas
sobre regularización del suministro o aparición interesada y focalizada
de tales bienes sólo en los mecanismos y cadenas de distribución que se
encuentran bajo control gubernamental. Estas últimas son varias y cada
día amplían su radio de acción (Mercal, Casa, Bicentenario, otras).
En el año 2011, la administración del PHC promulgó la Ley de Costos y
Precios Justos - Gaceta Oficial 39.715 (18 de julio 2011). En ella se
señala en su Artículo 1°: "El presente Decreto con Rango, Valor y Fuerza
de Ley tiene por objeto establecer las regulaciones, así como los
mecanismos de administración y control, necesarios para mantener la
estabilidad de precios y propiciar el acceso a los bienes y servicios a
toda la población en Igualdad de condiciones, en el marco de un modelo
económico y social que privilegie los intereses de la población y no del
capital." Y en el Articulo 3: "Se exceptúan de la aplicación del
presente Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley los bancos e
instituciones financieras sometidas a la vigilancia de la
superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario." Dentro de
numerosas observaciones que se le pueden hacer a esa Ley debe señalarse
que no está claro ni evidenciado que una política que no privilegie los
intereses del capital, sea lo más adecuado para inspirar manejos de
política económica o de compensación de externalidades negativas del
mercado en la Venezuela actual, ni tampoco que todas las medidas de
control de precios hayan sido tomadas por fallas de mercado.
Dados los matices sectoriales, el fortalecimiento del rentismo y las
particularidades seguidas en ámbitos de la política macroeconómica, las
perspectivas para el corto plazo ya avanzado 2012, están altamente
asociadas al petróleo, sus precios y a las repercusiones respectivas en
el área cambiaria, que se ve modulada grandemente por estos últimos, y,
de la misma manera, su influencia en la perspectiva anticipativa de los
agentes económicos en cuanto a la inflación. El cuadro para 2013 se
torna bastante problemático, con medidas posiblemente fuertes en el
ámbito macroeconómico, como es el caso de la devaluación, que es
automáticamente una especie de impuesto al ciudadano, en las condiciones
fiscales venezolanas. Debe considerarse, entre otros elementos, que el
escenario administrativo de la nación, cerrará 2012 con un déficit de
entre 17 y 19% del producto.
Con el escaso desarrollo de competitividad en rubros distintos al
petróleo, impulsos insuficientes en cuanto a desarrollo económico -pues
el crecimiento económico ha derivado fundamentalmente de la dinámica
petrolera-, puede entonces perfilarse el conjunto de dimensiones
económicas y políticas que han entrado a formar parte de la agenda
internacional de la administración del PHC y que hemos planteado como
punto 3.
3. Logros en un mejor posicionamiento para la nación.
Por una parte y estrictamente asociado a los beneficios que se han
tenido por los -hasta noviembre de 2012- altos precios del petróleo, la
revolución bolivariana ha buscado internacionalizarse. Con
financiamiento por delante a países algo débiles, pero también a
espacios de pobladores de otro tipo de países, se han establecido un
conjunto de relaciones con aquel fin. Pero también, la renta petrolera
en la administración de PHC ha permitido ampliar relaciones con países
como China o la actual Rusia, en la compra de instrumentos como
satélites, armamento y naves como aviones. En estos dos últimos casos,
más que irradiar la revolución bolivariana, la administración de PHC ha
buscado desarrollar otra dimensión geopolítica y beneficiarse de la
experiencia revolucionaria en estas dos últimas naciones. Esto, aunque
la experiencia revolucionaria de estos dos países, ha devenido en –por
una parte- una Rusia sumida en numerosas crisis y en perfiles y valores
que en nada tienen que ver con los ideales de los revolucionarios
fundadores, que por lo demás no estuvieron asociados tampoco con Stalin
y sus tenebrosas décadas; y, por otra parte, una China con alguno de los
capitalismos más "salvajes" del mundo, con la venta de esclavas en
ciudades como Shanghái y un pragmatismo y un gusto occidental que en
nada recuerdan aquella terrible y uniforme moda Mao; ambas naciones, por
lo demás, albergan varios de los multimillonarios más ricos del mundo.
Es curioso que aunque en ninguna de las naciones de Europa del este o la
actual Rusia, e incluso en la misma China continental, existe hoy
socialismo, las acciones de la administración del PHC se conducen como
si tratara del establecimiento de relaciones comerciales y de otro tipo
con naciones donde si lo hubiese. La posibilidad de negociar el
petróleo venezolano de altos precios, al igual que conflictos
geopolíticos que no es claro que vayan más allá de los intereses rusos
en sus diferencias y conflictos con USA, entre otros elementos, es
indudable que han permitido la ampliación de estas relaciones. De todas
maneras para los casos de relación con China y con Rusia, debe señalarse
que son específicas en materia comercial y de inversión y muy
particularmente política y, hasta ahora, no han estado contextualizadas
en acuerdos de integración estrictamente hablando. A pesar de este
señalamiento debe advertirse la importancia que ha venido adquiriendo el
llamado Fondo Chino para la economía venezolana y la dimensión creciente
en inversiones diversas y en comercio de productos de tal nación (autos,
televisores y otros).
Igualmente, es el petróleo venezolano el que ha permitido construir el
conjunto de relaciones asimétricas que se dan en los desarrollos del
ALBA, como proceso de integración de un conjunto de naciones
latinoamericanas entre las que cuentan Bolivia y Nicaragua, entre otras.
Debe admitirse que, las posibilidades de integración que ha buscado
impulsar la administración del PHC por esta vía, están asociadas a lo
que con todo derecho en sus posiciones son las críticas a los modelos de
desarrollo económico y a las experiencias de integración con las que tal
administración se encontró. Esta posición entra en contradicción, sin
embargo, con sus iniciativas para ingresar al Mercosur, donde no están
en proceso ideas de alteración del modelo de desarrollo capitalista. Por
lo demás, la incorporación definitiva de Venezuela al Mercosur durante
2012 -aunque la solicitud venia en proceso-, se da por razones meramente
circunstanciales y atinentes a la destitución del presidente Lugo del
Paraguay, por parte del congreso de esta nación. Las asimetrías de una
incorporación no bien estudiada y peor planificada, con ausencia de
equipos y mecanismos institucionales estables, no se corrigen con la
incorporación circunstancial de Venezuela a una experiencia de
integración que tiene suficientes problemas y diferencias a su interior.
La participación de Venezuela en Mercosur, no abre económicamente altas
perspectivas de éxitos; entre otras razones, por el pragmatismo de los
brasileños (quienes generalmente presentan continuidad en sus
estrategias e intereses comerciales) y la comodidad de los argentinos
(hoy día sumergidos en crisis de variados tonos), entre numerosos
aspectos que podrían destacarse pero que, indudablemente, se dan en un
contexto de considerables asimetrías que se van a unir a las que ya
existen a lo interno de esa experiencia, cuando se consideran los casos
de Uruguay y Paraguay en comparación con Argentina y Brasil.
En general, puede afirmarse que, en materia de desempeño en los acuerdos
regionales, la posición venezolana de la administración del PHC no ha
sido muy exitosa. En el caso de la Comunidad Andina de Naciones y por
razones vinculadas a aspectos de los señalados, la administración
decidió retirarse de tal proceso de integración en 2006, y lo cual fue
totalmente formalizado en 2011, después de cumplir los 5 años
reglamentarios para tales casos y sin mayor efecto de altibajos que
pudieron observarse en el intermedio, que hacían pensar que pudiese
volver a participar en tal comunidad. En la situación previa al
pronunciamiento de retirarse de la Comunidad, la evolución de la
participación venezolana –durante la administración del PHC-, dados
diferentes conflictos, no estaba produciendo mejores articulaciones de
Venezuela con los países de la comunidad en cuestión. Igual puede
afirmarse del casi natural retiro de G-3 (México, Colombia, Venezuela),
una vez que se había dado el de la Comunidad Andina.
Al valorar experiencias de integración siempre se ha encontrado el valor
de tres aspectos para medir sus posibilidades de éxito. En primer lugar,
que las naciones tengan semejanzas en sus estructuras productivas. En
segundo lugar, que estén cerca (si son vecinos mejor), aun con todo y
globalización, internet y otros avances tecnológicos. En tercer lugar,
si han realizado comercio previo al proyecto que se puedan plantear dos
o más naciones (altamente relevante en la experiencia del Tratado de
Libre Comercio de América del Norte). Ciertas ausencias en cuanto a
estos elementos, pueden apreciarse cuando uno se las aplica a algunas de
las experiencias que impulsa la actual administración –caso de creación
de ALBA y participación en Mercosur-.
Mas fuerte es aun, al considerar tres elementos adicionales que también
se relacionan con la integración pero ya para evaluar procesos en curso
o resultados de los mismos. En primer lugar, que la integración y sus
procesos no la pueden llevar individualidades. Contrariamente, deben
llevarla equipos (no es claro que en la actualidad venezolana esto se
esté haciendo; tampoco se hizo en las administraciones anteriores). En
segundo lugar, que para impulsar procesos de integración las
instituciones privadas y públicas deben desarrollar numerosos estudios
que les den base para el mejor impulso de los proyectos que les son de
interés. No hay evidencias de que en la actual administración esto se
haya observado (deben reconocerse, sin embargo, algunos esfuerzos que se
han venido dando por la Asamblea Nacional y el Instituto Pedro Gual así
como por el CELARG y que han implicado la generación de algunas
publicaciones); tampoco ha sucedido en anteriores administraciones. El
tercer elemento es que los procesos de integración deben convertirse en
un objetivo nacional. Realmente, la actual administración ha buscado
difundir los que considera deberían ser los intereses del país en tal
materia. No obstante, no puede registrarse que la sociedad civil haya
participado significativamente en la toma de decisiones para entrar o
salir de un proyecto de los relacionados y más allá del hecho de si son
convenientes o provechosos para La nación, según ha venido sucediendo y
se indicó más arriba.
El posicionamiento internacional del país ha venido estando entonces muy
vinculado a la reforzada presencia del petróleo en la economía
venezolana y al beneficio que los altos precios (al menos en lo visto
hasta noviembre de 2012, tal cual se indicó) han procurado como ingresos
adicionales al país y que han sido digeridos en su cualidad de nación
rentista y petroestado. Pero también, lo ha estado a los caprichos e
insistencias del PHC y algunos de sus funcionarios, apartando o
privilegiando experiencias de integración o de ampliación de relaciones
comerciales y de inversión según sus preferencias, correspondientemente
con ello. Esto también sucedió en otras administraciones como la segunda
de Carlos Andrés Pérez donde este último presidente, o algunos de sus
funcionarios, manifestaron preferencias y acciones hacia regiones o países.
Observaciones finales.
Al momento de las evaluaciones, siempre se deberá destacar un elemento
notorio de las complicaciones, insuficiencias y desviaciones de las
instituciones en Venezuela y que el PHC prometió atacar y eliminar y no
lo ha hecho en casi década y media. Se trata del pernicioso elemento de
la corrupción que, en Venezuela, está asociada al fenómeno del rentismo,
la democracia de partidos, la actitud de botín en cuanto al estado y la
"riqueza fácil". Los buscadores de renta en la economía no
necesariamente son un fenómeno pernicioso, pero los buscadores de
corrupción si lo son en cualquier parte. Esto, en estos catorce años,
indudablemente que ha afectado la fuerza y operatividad de los que están
participando en la administración del PHC con principios y buenas
intenciones. Lo impresionante es que, los buscadores y beneficiarios de
la corrupción, tienen origen y vida en variados estratos sociales de la
actual sociedad venezolana.
Pero también al final del día o de su tiempo de administrador se le
reconocerá al PHC –y a algunos de los de su camarilla- haber destacado
la importancia de la atención a los sectores menos favorecidos en la
distribución del ingreso y generado algunos mecanismos que a pesar de
todas las observaciones que puedan hacérseles, han beneficiado a tales
sectores o grupos sociales, que son el resultado de variadas
administraciones en su desatención de los mismos y en la ejecución de
instrumentos de política que se consideró debían producir resultados
automáticos; puede recordarse el caso de la afirmación de aquel ministro
de la segunda administración del Presidente C. A. Pérez cuando señalaba
con altivez: " …el ingreso real va a subir porque en toda economía donde
crece la inversión crece el ingreso real". Pero además, aunque algunos
no lo reconozcan, lo destaquen o peor aun no les importe, la sociedad
venezolana se fue desempeñado en los años ochenta y noventa con una gran
indiferencia y, en varios casos, discriminación hacia tales grupos
sociales a los que el PHC les ha brindado un espacio.
Se ha afirmado más arriba, también, que la administración del PHC ha
supervisado algunos servicios –educativos, por ejemplo- que si se
dejasen a la voracidad de algunos agentes económicos y a la indiferencia
de algunos miembros de los sectores mejor ubicados en la distribución
del ingreso, estarían hoy día deteriorando el ya bastante mermado
ingreso real de los venezolanos, dada una inflación de dos dígitos y las
permanentes amenazas desde el área cambiaria. Pero también, haber
continuado las obras del metro de caracas (aun con su deterioro y al
olvido o desconocimiento con quienes hace varias décadas iniciaron en
solitario una obra en la que pocos tenían entusiasmo operativo); el
arreglo de algunas vías de comunicación, a veces más rápido de lo que
sucede en alcaldías que en Caracas ha manejado la oposición, aunque en
varios de esos procesos algunos se hayan quedado con lo que los
mexicanos han llamado a veces un pico; haberle dado a niños y jóvenes la
posibilidad de viajar o salir aunque se lo hayan convertido en una
atadura; y, también, el suministro de viviendas, que amerita algunas
precisiones.
Atender el déficit habitacional o parte de él, ha sido de esmero muy
dinámico en tiempos recientes por la administración del Presidente
Chávez. No existen abundantes y detallados registros que permitan
cotejar las promesas en la construcción de viviendas con las
realizaciones efectivas y las entregas de las mismas. Debe afirmarse,
sin embargo, que, aunque estimulado por la campaña y las
correspondientes ofertas electorales, el nivel de construcción de
viviendas en la región capital ha sido desde el lado del sector público
bastante intenso, medido por las observables obras en ejecución en la
región referida. Existen dudas y pronunciamientos sobre la calidad de
esas viviendas (dados variados casos de resquebrajamiento de las mismas)
pero, dado un conjunto diverso de elementos, habrá que esperar para
poder realizar evaluaciones más completas. También será de evaluar si el
ritmo de construcción continuará con la intensidad observada en el
período previo a las elecciones de octubre de 2012.
En fin, muchas son las deficiencias y no hay tantos éxitos como piensa
la administración del PHC, pero hay logros que se deben reconocer. De
todas maneras, lo que ha convertido a la administración de PHC en una de
sesgo populista, no es su preocupación y atención de los grupos sociales
referidos, sino el hecho de que su camarilla ha transformado eso, en un
medio para buscar mantenerse en el poder, permitiendo –paralelamente- el
desarrollo claramente expansivo de la corrupción dentro de un conjunto
de deficiencias que se han venido observando y manteniendo en catorce años.
Dentro de esas deficiencias se encuentra haber: 1. Aumentado la
dependencia petrolera; 2. Instrumentado políticas y asumido actitudes
que han generado un clima de desinversión y quiebra de empresas; 3.
Convertido su pregonada "refundación de las instituciones" en un proceso
de destrucción de estas últimas a través de una intensa politización y
su correspondiente influencia en la subida de los costos de transacción;
4. Transformado el régimen de control de cambio en un arma de control
político y de permanente presión hacia el sector productivo y ciudadano;
5. Permitido la corrupción a niveles de considerable desplante y alta
afectación del erario público; 6. Eliminado, una y otra vez,
posibilidades políticas de estructurar un consenso social y político;
7. Acentuado el resentimiento de grupos de venezolanos, acumulado
durante doscientos años de la historia nacional; entre otros elementos.
El panorama para 2013 no se presenta como muy transparente y existen
-entre otros- dos factores que pueden condicionarlo: por un lado, los
resultados de las elecciones de diciembre de 2012 y, por el otro, el que
la administración del PHC decidiese profundizar sus políticas hacia lo
que entiende como socialismo. En realidad, la administración ha
demostrado poca premura -además de comodidad petrolera- en las
ejecutorias de los manuales revolucionarios o de secuencias vistas en
otras experiencias (y cuyas condiciones de inicio para tales procesos no
existen en Venezuela, ni en el venezolano oficialista promedio), así
como poca capacidad para mejorar su eficiencia o hacer las cosas de
distinta manera dentro del contexto existente. El petróleo, si continua
en más de 100 $ el barril o cercano a este nivel, genera un resorte
administrativo de cierta comodidad. Pero aun así, tiene el régimen
agudísimos problemas como el déficit y el endeudamiento público, las
presiones cambiarias y de tasa de interés, el problematizado contexto de
inversión y una población polarizada que se expresó en octubre 2012.
eortizramirez@gmail.com
http://www.analitica.com/va/economia/opinion/4777891.asp
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