¿Cuánto cuesta no devaluar?
Luis Vicente León
Lunes, 12 de noviembre de 2012
¿Pueden entonces no devaluar? Sí, quemándose las reservas, gastándose el
flujo de caja y comprometiendo el futuro, seguro que sí. Las preguntas
son: ¿Cuántos hospitales y escuelas se dejarán de construir para no
devaluar?
El debate no es sobre si el bolívar está depreciado o no. Eso es un
hecho evidente que no depende de un decreto oficial sino de una mala
política económica. La pregunta es cuánto tiempo más el Gobierno
intentará esconder su ineficiencia en una decisión primitiva de no
reconocimiento de la realidad, retrasando una devaluación que luce
indispensable, aunque no suficiente para estabilizar la economía, a
menos que venga acompañada de un cambio profundo en la política oficial.
Es evidente que existe una fuerte presión para devaluar. Pero no de
analistas o inversionistas interesados (la típica acusación chimba de
quienes quieren esconder su propio error). La mayor presión proviene de
la propia realidad económica que nos explota en la cara. Pero en
Venezuela, el hecho de que se requiera una devaluación no indica que el
Gobierno la haga. Después de todo, ¿será esta la primera vez que el
Gobierno hace lo que no debe... o no hace lo que debe?
Es obvio que al devaluar se incrementará la presión sobre los precios,
lo que resulta incompatible con la obsesión de control que el chavismo
tiene sobre todas las variables económicas. Sin embargo, esta tendencia
es precisamente la que ha explicado las grandes crisis que se han visto
en materia de escasez y desestímulo a la inversión y la producción
interna en los últimos años. El ajuste cambiario, lejos de ser una
decisión negativa, aliviaría un cúmulo de distorsiones que no se
compensan entre sí, como el tren del gasto electoral, la acelerada
liquidez, el alza de la demanda, mientras reforzaría los ingresos
fiscales y reduciría la presión de deuda.
El Gobierno ha dicho de todas las maneras posibles que no devaluará,
pero hay un sesgo evidente en esas respuestas puesto que es contra
indicativo anunciar una devaluación antes de hacerla. Su deber es enviar
señales que regulen las expectativas del mercado, mientras la
credibilidad de esos mensajes es otra historia.
Empezando por el nivel de reservas internacionales. No importa cuanto
oro se produzca para reponer parte de la venta de divisas, no habrá
capacidad para afrontar una demanda híper estimulada a precio de divisa
regulada (o mejor dicho regalada a 4,30 BsF/$). Es similar a rematar
mercancía en Navidad. Te pedirán todo hasta agotar la existencia. Las
reservas se han estancado por los últimos diez trimestres y se enfrentan
a una economía que cimenta su foco en las importaciones. Adicionalmente,
prolongar esta sobrevaluación, hundiría las posibilidades de competencia
para los productores internos, desestimulando su producción e inversión.
Ante esto, la estrategia de filtrar las divisas hacia los sectores
"claves" por medio de restricción y direccionamiento, ha mostrado una
deplorable ineficiencia y un pronunciado desgaste.
Finalmente, la clásica salida petrolera se encuentra debilitada y el
acompañamiento por endeudamiento en este caso es contraproducente. El
ojo internacional observa críticamente e incrementa el riesgo país ante
la negativa de tomar medidas serias en materia económica, lo que hará
cada vez más caro y difícil pedir recursos en el mercado internacional.
¿Pueden entonces no devaluar? Sí, quemándose las reservas, gastándose el
flujo de caja y comprometiendo el futuro, seguro que sí. Las preguntas
son: ¿Cuántos hospitales y escuelas se dejarán de construir para no
devaluar? ¿Cuántos puentes más se caerán? ¿Cuántas empresas quebrarán
para que el Gobierno pueda maquillar los precios? ¿Cuántos aviones más
volarán sin condiciones de seguridad? ¿Cuánto subdesarrollo son capaces
de subsidiar para que la gente no se dé cuenta por un rato de lo que,
sin duda, se darán cuenta después? Usted dirá.
luisvicenteleon@gmail.com
http://www.analitica.com/va/economia/opinion/8207232.asp
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