Thursday, November 22, 2012

No hay nada que hacer

No hay nada que hacer
Ángel Oropeza
Jueves, 22 de noviembre de 2012

Uno de los objetivos más deseados y buscados por cualquier modalidad de
dominación autoritaria y más si ésta tiene una clara vocación
totalitaria, como es el caso de la nuestra en Venezuela es convencer a
la población de su casi nula eficacia política. Por "eficacia política"
se entiende el grado de influencia de la persona sobre lo que sucede en
su entorno, esto es, la capacidad de incidencia del ciudadano sobre la
política y sobre los hechos políticos que le afectan e interesan. En
este sentido, una percepción de "baja eficacia política" equivale a que
la persona sienta que lo que le sobreviene en política es inevitable e
impermeable a su acción personal y colectiva.

La percepción de baja o casi nula eficacia política está relacionada con
otro concepto tomado de la literatura psicológica, como lo es de la
"desesperanza aprendida". La "indefensión aprendida" como también se le
llama es el estado psicológico que resulta del auto-convencimiento de la
persona de que los acontecimientos que suceden a su alrededor son
incontrolables e independientes de su propia acción voluntaria. En otras
palabras, el individuo termina creyéndose un ser pasivo, política y
socialmente inerme, a quien no le queda más remedio que resignarse a lo
que le sucede, pues está convencido o le convencieron que no puede hacer
nada para evitarlo.

Al buscar y reforzar inteligentemente las percepciones de baja eficacia
política y de indefensión aprendida entre la población (especialmente
aquellas que les son indómitas y se resisten a la sumisión), los
regímenes de orientación totalizante persiguen la creación de un piso
actitudinal-psicológico de resignación y aceptación pasiva sobre el cual
profundizar las raíces de su modelo de dominación, sin necesidad de
recurrir ni a la represión física ni al uso masivo de la fuerza.

Uno de los síntomas o consecuencias de estos estados psicológicos es la
aparición de déficit cognitivos y motivacionales, en los que la persona
empieza a preguntarse si vale la pena hacer las cosas, o es mejor
simplemente conformarse y dejar que las cosas pasen. Una vez que estas
percepciones y sentimientos se apoderan de la población, cualquier
intento de organización popular, de lucha política y de resistencia
ciudadana tiene un inmenso plomo en el ala que obstaculiza su viabilidad.

Como comentábamos en un artículo anterior, las pasadas elecciones
presidenciales no le dieron a la oligarquía gobernante ni la fuerza ni
la ventaja que necesitaba para poder avanzar como quiere en la
radicalización y profundización de su modelo de dominación. Es por ello
que necesita con urgencia crear una realidad político-electoral distinta
a la que obtuvo hace poco más de un mes. Porque es muy difícil y
complicado la implantación de formas hegemónicas y totalitarias de
dominio (como, por ejemplo, las derivadas para el gobierno del llamado
"sistema comunal"), si la mitad del país que se le opone se vuelve a
manifestar electoralmente, y esta manifestación produce la construcción
de unos auténticos muros de contención geográficos, políticos,
económicos y jurídicos como son las gobernaciones de estado, con los
cuales hacer eficaz contrapeso a las pretensiones imperiales de la
administración chavecista.

El gobierno seguirá intentando como lo ha hecho hasta ahora reforzar en
el país opositor la creencia de que no hay nada que hacer. Cada vez que
oigo en algunos la sumisa expresión de que "esto no se resuelve con
votos" o la todavía más genuflexa de que "frente a este gobierno no se
puede hacer nada", reconozco que o bien Chávez tiene su público seguidor
en la filas de la oposición (aunque éstos no se den cuenta), o que su
estrategia de sembrar desesperanza aprendida y percepción de baja
eficacia política ciertamente ha logrado sus objetivos en algunos
sectores, aunque sean minoritarios. Esos que, con todo el respeto que se
merecen como personas y como venezolanos, no terminan de entender que la
abstención y la desmovilización popular de cara al próximo 16 de
diciembre es todo lo que la actual clase política necesita para ahora
sí, y dependiendo de los resultados de esas cruciales elecciones
intentar en serio la "comunalización" del país y hacer más irreversible
su modelo absolutista de sujeción cuartelaria.

@angeloropeza182


http://www.analitica.com/va/politica/opinion/8634232.asp

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