La ley habilitante de Maduro es consustancial al chavismo

La ley habilitante de Maduro es consustancial al chavismo
MARTES, 26 DE NOVIEMBRE DE 2013 04:21 ESCRITO POR ORLANDO FREIRE SANTANA

Cuba actualidad, El Cerro, La Habana, (PD) En cualquier país donde la
democracia y el Estado de Derecho funcionen cabalmente, la promulgación
de una Ley Habilitante es vista como un suceso excepcional, una medida
temporal que solo es válida ante situaciones que atenten contra la
estabilidad social.

Es así debido a que esa Ley faculta al poder ejecutivo a gobernar por
decreto, sin tener en cuenta los criterios del poder legislativo.

La Venezuela chavista ha sido pródiga en la promulgación de Leyes
Habilitantes. Hugo Chávez disfrutó cuatro veces de esas prerrogativas, y
ahora su sucesor, Nicolás Maduro, aspira a que el Parlamento apruebe su
solicitud para una nueva versión de esa especie de "gobierno de mano
dura". El señor Maduro pretende combatir la corrupción y defenderse de
la guerra económica que, según él, lleva a cabo la oposición para
desestabilizar a su Gobierno. Sin embargo, no faltan ocasiones en que el
poder chavista deja a un lado el elemento coyuntural y manifiesta el
alcance estratégico que le confiere a la Ley Habilitante: hacer
irreversible la vía venezolana al socialismo.

Mas, cuando nos referimos a lo consustancial de la Ley Habilitante con
el chavismo, no solo pensamos en el número de veces en que ha sido
utilizada, sino en la eliminación de la disparidad existente entre el
discurso de los líderes bolivarianos y la realidad política de esa
nación sudamericana.

Como resultado del desprestigio total sufrido por el sistema leninista
de partido único tras el derrumbe de la Unión Soviética y sus satélites
de Europa oriental, el chavismo en el poder no pudo instaurar un
Gobierno totalitario al estilo de su mentor Fidel Castro. Aun a
regañadientes, la Venezuela bolivariana debió comulgar con importantes
mecanismos de la democracia representativa, como el multipartidismo, las
elecciones presidenciales realmente competitivas, y la existencia de la
prensa escrita y otros medios de difusión en manos privadas.

Pero mientras eso sucedía en la práctica política, el discurso de los
gobernantes de Caracas se alejaba con frecuencia de los cánones
democráticos. Hugo Chávez enarbolaba consignas como: "Esta revolución
llegó para quedarse" o "Aquí jamás volverá el pasado". Es decir, un afán
explícito de perpetuarse en el poder, o la visión de la república como
si se tratase de una hacienda privada. Además, el chavismo no se refería
a los opositores como simples políticos con una concepción ideológica
diferente, sino como representantes de una potencia extranjera. Si
presenciábamos los mítines preelectorales de Chávez, teníamos la
impresión de que los comicios no eran entre el Gobierno y la oposición,
sino entre el Gobierno de Venezuela y la Administración de Estados
Unidos. Entonces la fabricación de un enemigo externo, esa arma que no
falta en el arsenal de ningún gobernante totalitario, pasó a formar
parte del repertorio de los adalides del socialismo del siglo XXI.

Ahora, si por fin el Parlamento venezolano aprueba la solicitud de
Maduro, algo muy probable si consideramos la mayoría chavista en la
Asamblea Nacional, el nuevo hombre fuerte de Caracas podría conciliar su
discurso antidemocrático -hace poco expresó que "aquí nunca volverá a
gobernar la burguesía"- con el ejercicio de un poder ilimitado. No
obstante, la situación económica de Venezuela es tan delicada que no se
vislumbra una rápida solución con la mencionada Ley Habilitante.
Incluso, no hace mucho, en declaraciones a la Mesa Redonda de la
Televisión Cubana, el intelectual argentino Atilio Borón, de reconocida
afiliación chavista, no descartó la ocurrencia de un Caracazo contra el
Gobierno de Maduro. O sea, la salida a las calles de cientos o miles de
personas agobiadas por el desabastecimiento, las largas colas para
adquirir los artículos de primera necesidad, y la exorbitante carestía
de la vida.

Para Cuba actualidad: orlandofs21@yahoo.com


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