Tuesday, October 2, 2012

Venezuela en la encrucijada

Venezuela, Chávez

Venezuela en la encrucijada

Una mirada desde La Habana a unas elecciones presidenciales clave no
solo para la nación sudamericana, sino también para Latinoamércia, el
Caribe y en especial Cuba

Oscar Espinosa Chepe, La Habana | 02/10/2012 8:21 am

Las elecciones presidenciales en Venezuela, el 7 de octubre, más que un
enfrentamiento entre partidos políticos, podrían marcar un punto de
inflexión en la historia de esa nación. En esta oportunidad se oponen
dos concepciones totalmente divergentes; una representada por el
chavismo, caracterizada por las tradiciones caudillistas
latinoamericanas más nefastas, aderezadas con las experiencias
totalitarias de Cuba y del desaparecido "bloque socialista". De triunfar
esta corriente política, se reforzaría la Venezuela oscurantista de Juan
Vicente Gómez y otros tiranos que ensombrecieron buena parte de la
historia de ese país, ahora con ropajes modernizados. Por su parte, una
victoria de la Mesa de Unidad Democrática podría encauzar la patria de
Simón Bolívar hacia el progreso que hoy se aprecia en muchos países del
continente que, a pesar de dificultades y obstáculos dejados por el
pasado, construyen sociedades plurales y avanzadas en Brasil, México,
Perú, Chile, Colombia, Panamá, Costa Rica y otros.

Son innegables las posibilidades de que las tendencias totalitaria y
antidemocrática puedan imponerse en estas elecciones. Lamentablemente,
muchas veces la retórica demagógica, pseudo-nacionalista y cargada de
mentiras, confunde a los pueblos y castra sus capacidades de análisis.
Ejemplos sobran. Sucedió en la culta Alemania bajo el nazismo; en la
Italia, cuna de civilizaciones; en la ex Unión Soviética y en Cuba,
donde la inmensa mayoría creyó que construiría el paraíso terrenal, pero
ha sido conducida al infierno. Las clases populares han sido las más
engañadas en estos procesos, pues ahogadas por la miseria y desesperadas
por la ausencia de oportunidades han sido terreno fértil para las
estafas ideológicas, como prueba la experiencia cubana, donde
actualmente los trabajadores son quienes más sufren las consecuencias de
53 años de falsedades.

En Venezuela, Hugo Chávez ha tenido la ventaja de disfrutar de una de
las coyunturas económicas más propicias de la época actual. Cuando el
teniente coronel asumió el poder en 1999, el precio del barril de
petróleo no alcanzaba los 11 dólares en el mercado internacional, pero
creció hasta llegar a 144 dólares en julio de 2008, y se ha mantenido en
el entorno de los 100 dólares en los últimos tiempos. Esto ha permitido
desarrollar una política de gasto fácil, con sucesivos aumentos de
salarios en especial a los militares y allegados al régimen, sin la
correspondiente contrapartida material, con el resultado de altos
índices de inflación, desabastecimiento y otros males, que se reflejan
en las cifras macroeconómicas del país en los últimos años. A esto se
añade la pronunciada burocratización de la sociedad; de 16 ministerios
existentes en 1998, actualmente pasan de 30. Se ha realizado una
política de nacionalizaciones, por lo que la mayoría de las grandes
empresas fueron expropiadas o controladas bajo distintas manipulaciones,
incluida la petrolera PEDEVESA y los más importantes medios de difusión,
están en manos del Estado, convirtiendo a sus empleados en seres
dependientes de los designios del chavismo. Los cubanos tenemos la
oportunidad de ver todas las noches el "famoso" canal TELESUR, que no es
más que un órgano de propaganda de las ideas del Presidente venezolano,
para resaltar su "grandeza" y atacar a los opositores y gobiernos
distantes de sus posiciones.

Además, los fabulosos ingresos financieros recibidos por Venezuela, han
servido para realizar actividades en la salud y la educación mediante la
contratación de una masiva asistencia técnica extranjera,
fundamentalmente de Cuba. Esto se ha hecho con fines políticos para dar
la impresión de un gobierno interesado en elevar la calidad de vida de
la población, cuando se pretende utilizar los avances logrados para
garantizar su apoyo. Sin considerar las repercusiones futuras en la
economía y la insostenibilidad de ese modelo asistencial en caso de
desplomarse la cotización del petróleo.

Llama la atención que a pesar de la lluvia de divisas caída sobre
Venezuela, convirtiendo los años del chavismo en los mejores de su
historia por los elevados precios del petróleo, esto no se haya
reflejado en el comportamiento de la economía y los resultados
estadísticos. De acuerdo con información de CEPAL, en su Balance
Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe en 2011, en el
período 2002-2011 el PIB como promedio fue inferior al de esa área
geográfica, incluso en 4 de los años comprendidos en este lapso hubo
descensos, lo cual muestra un desarrollo inestable, mientras en la
región solo hubo una reducción en 2009 como resultado de la crisis
mundial. Por supuesto Chile, Perú, Argentina, Brasil, Panamá, Uruguay y
otros tienen desarrollos relevantes en el período, a pesar de no contar
la mayoría con las posibilidades de exportación de petróleo a 100
dólares el barril.

Otros datos indicativos de los problemas de la economía venezolana es
que la deuda era de 35,4 miles de millones de dólares en 2002, y
ascendió a 89,1 miles de millones de dólares en 2011, lo que se explica
por el despilfarro de divisas y los caprichos del caudillo. Se destacan
en ello, las colosales e injustificables compras de armamento,
adquiridos fundamentalmente en Rusia y China, para un inexplicable
proceso de militarización, que no se sabe contra quien está dirigido.

Tampoco se entiende que en el período 2002-2011, el desempleo se
mantenga tan alto para un promedio de 11,2 %, si bien se ha reducido
algo, mientras el salario real se ha deteriorado desde 2009, según
cifras deflactadas por CEPAL en relación con el Índice Oficial de
Precios al Consumidor que en Venezuela fue como promedio de 24,6 % como
porcentaje de variación de diciembre a diciembre, un indicador que
triplica el dato correspondiente al conjunto de la región. Como se puede
apreciar, los resultados no son nada halagüeños. El Gobierno venezolano
hace mucha propaganda sobre la reducción de los niveles de pobreza y
mendicidad en el país, un proceso existente en la mayoría de los países
latinoamericanos, incluso con mayor intensidad y magnitud, sin poseer
los enormes recursos a disposición de Venezuela, ni la enorme asistencia
extranjera con un ejército de profesionales en diversas ramas. Las otras
naciones han reducido los niveles de pobreza ofreciendo oportunidades a
las personas para prepararse y ganarse el sustento con el esfuerzo
propio, no convertidos en parásitos del Estado al estilo cubano.

Sin embargo, los problemas de Venezuela no son solo económicos, existe
un creciente nivel de violencia que sitúa a sus ciudades entre las más
peligrosas del planeta. Si en 1999, cuando Chávez asumió el poder,
ocurrieron 5.968 homicidios, en 2011 llegaron a 19.336, convirtiendo el
país en uno de los más violentos y peligrosos del mundo, a tal punto que
esa cifra rebasa los muertos que se han producido en los últimos años en
la guerra de Afganistán. Estas cifras brindadas por el Observatorio
Venezolano de Violencia coinciden con datos aportados por organismos
especializados de Naciones Unidas. El PNUD en el Informe de Desarrollo
Humano 2010 refleja 52 homicidios por 100.000 habitantes en el período
2003-2008, solo superado en la región por Honduras (60,9) y Jamaica
(59,5). El dato del país sudamericano fue de 67 en 2011, detrás de
Honduras (86) y El Salvador (71) en el área. El ambiente de violencia va
parejo con frecuentes motines en las cárceles, donde bandas rivales
dirimen sus diferencias en batallas campales, incluso con la utilización
hasta de rifles de asalto.

Por otra parte, el chavismo ha llegado a controlar los principales
medios de difusión y, probablemente de triunfar en las próximas
elecciones, se decidirá a convertir Venezuela en otra Cuba, con un
absoluto monopolio de las comunicaciones. Aunque todavía no se ha
implantado la dualidad monetaria existente en la Isla, ya está presente
una diferenciación pronunciada en la tasa de cambio oficial del bolívar
frente al dólar (4,3), respecto a la imperante actualmente en el mercado
negro (13 -14). No sorprendería que si Chávez se impone nuevamente,
algún día los venezolanos se levantarán con la dualidad monetaria,
Comités de Defensa de la Revolución en cada cuadra para vigilar los
vecinos, una libreta de racionamiento y hasta una Tarjeta Blanca de
permiso para salir del país.

En política exterior los resultados han sido igualmente nefastos.
Venezuela ha forjado alianzas con los gobiernos más represivos y
oscurantistas del mundo. Desde la dictadura de Lukashenko en Bielorrusia
hasta el régimen de los ayatolas en Irán, convirtiéndose en uno de los
más firmes defensores políticos del carnicero de Damasco, Bashar el
Asad. Recuérdese que hasta sus últimos estertores, Caracas apoyo la
tiranía de Gadafi en Libia, convirtiendo a TELESUR en su vocero para
América Latina y el Caribe. Para promover las aspiraciones imperiales
del caudillo, el petróleo ha sido muy utilizado como arma política al
suministrarlo con precios y formas de pago preferenciales en el marco de
la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) y selectivamente a otros
países, lo cual ha significado inmensos desembolsos de dinero, cuando
Venezuela aún posee sectores de la población inmersos en la miseria y la
marginalidad, y una economía totalmente atada a los precios del
hidrocarburo, que de derrumbarse sumirían el país en el caos.

Para Cuba las futuras elecciones pueden tener consecuencias dramáticas
en caso de derrota de Hugo Chávez. Con una economía moribunda y
convertida en un estado parásito, si se perdiera el cordón umbilical que
la alimenta desde Venezuela, ocurriría una situación desastrosa e
insostenible. ¿Cómo pagar los 100.000 barriles de petróleo diarios, en
su mayor parte ahora amortizables en 25 años? Indudablemente el pueblo
venezolano no solo definiría el futuro de su país, sino el de muchas
naciones el 7 de octubre.

http://www.cubaencuentro.com/internacional/articulos/venezuela-en-la-encrucijada-280503

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