Lo bueno que tiene Venezuela es lo malo que se está poniendo Chávez
Publicado el Sábado, 06 Octubre 2012 06:57
Por Carlos Cabrera Pérez
El incierto resultado electoral del próximo domingo en Venzuela podría
beneficiar a Cuba, siempre y cuando Raúl Castro cumpla un supuesto pacto
secreto para garantizar la estabilidad venezolana, aun cuando pierda el
candidato Hugo Chávez.
Con su proverbial miopía política, Chávez ha polarizado su país hasta
niveles casi inasumibles, convirtiendo a Henrique Capriles en un
opositor muy valorado. Versiones no confirmadas indican que el
Departamento de Estado habría tanteado a La Habana sobre su disposición
a trabajar juntos ante una probable crisis venezolana,sumados a Brasil y
Colombia.
Diplomáticos de ambos países no confirman ni desmienten el supuesto
pacto Washington-La Habana, pero un alto cargo castrista de paso por
España dijo que eso era un asunto "que lleva directamente Raúl con los
americanos". El testimonio proviene de una pregunta informal sobre el
futuro de Cuba con una Venezuela sin Chávez, realizada en una cena por
un diplomático francés y revelada por un asistente al convite.
Recientemente, el periodista Nelson Bocaranda, aseguró en su blog
Runrunes que Raúl Castro habría recibido en La Habana a tres enviados de
Capriles, revelación que -hasta ahora- no ha sido desmentida por ninguna
de las partes. De hecho, el joven político venezolano afirmó que si gana
las elecciones se sentará con el mandatario cubano a negociar, entre
otros, el tema médicos por petróleo.
Medidas preventivas
Poco antes, la ex diplomática francesa de origen venezolano, Elizabeth
Burgos, avisó en una entrevista concedida a los lectores de Diario de
Cuba que una derrota de Chávez no interrumpiría las relaciones
comerciales entre Venezuela y Cuba, y aseguró que "parece ser, según
medios por lo general bien informados, que las medidas preventivas en
relación a Venezuela, las tendrá en sus manos un eje constituido por
Washington-La Habana-Brasilia".
En este escenario Cuba jugaría el papel preponderante por constituir una
fuerza de ocupación organizada, contrariamente al gobierno chavista que
se caracteriza por la ineficiencia, el desorden, y la incompetencia en
la gestión de las tareas de un Estado.
La diplomática de un país del eje bolivariano acreditada en España suele
asegurar que "quizá nunca se sepa el papel de contención que ha
desempeñado La Habana con Chávez, especialmente en el conflicto con
Colombia por el tema de las guerrillas y el narcotráfico".
Mientras, un ex diplomático cubano exiliado en España y con una larga
experiencia en los entresijos de la isla, aseguró que no sería
descartable "un enjuague así porque Raúl [Castro] mandó para Washington
al Lord (Jorge Bolaños, jefe de la Sección de Intereses de Cuba) y
porque está escarmentado de una política exterior que casi siempre ha
dejado aislada a La Habana, incluso en el contexto latinoamericano".
En 1975, recordó el diplomático, muchos países de América Latina
empezaron a normalizar sus relaciones con La Habana, pero Cuba no supo
aprovechar esa nueva dinámica, porque su prioridad eran Angola y la
Guerra Fría.
En posición ventajosa
Quizá ni siquiera Raúl Castro era consciente de la ventajosa posición
que le otorgaba en el panorama venezolano la masiva y hasta intolerable
penetración cubana en los asuntos claves de Venezuela, uno de los
principales exportadores de petróleo del mundo. La repentina enfermedad
de Chávez y la lucha soterrada por el poder que se desató entre las
corrientes chavistas hicieron que La Habana, a sugerencia de Brasil,
apareciera a los ojos de Obama como un probable socio al que se podía
tantear en caso de crisis.
La prioridad norteamericana desde el 11 de septiembre de 2001 es su
lucha contra el terrorismo islámico, a lo que se suma ahora, intentar
persuadir a sus aliados israelíes de que no bombardeen Irán para
destruir sus instalaciones nucleares; por tanto, Washington es el menos
interesado en la inestabilidad en Venezuela.
Siempre según funcionarios brasileños y colombianos, la diplomacia
norteamericana quiso dar una pequeña vuelta de tuerca antes de tantear
al Palacio de la Revolución y sondeó a Colombia sobre la posibilidad de
usar los buenos oficios de La Habana en el conflicto. La respuesta del
Palacio de Nariño fue discreta, pero positiva, y avisó de que la fórmula
podía satisfacer a todos, pues ni siquiera Raúl Castro se siente cómodo
con las salidas de tono de Chávez, de quien ha tenido que soportar que
lo llame "el merodeador" o decir que si los americanos invadían a Cuba,
él [Chávez] no permitiría que se llevaran a Fidel Castro en un avión,
dando por hecho que el ataque tendría éxito y minusvalorando al menor de
los Castro.
Quizá en los exabruptos de Chávez pese su escasa educación formal y su
desconocimiento interesado de las normas de cortesía internacional, más
aún entre aliados, pero también es posible que le haya molestado
descubrir que la interlocución antiimperialista con Raúl es menor que
con Fidel Castro.
El actual gobernante cubano reveló años atrás que, desde 1994 (ojo a la
fecha, que coincide con la crisis de los balseros) estableció reuniones
mensuales entre militares cubanos y norteamericanos basificados en
Guantánamo, lo que ha permitido maniobras conjuntas para cooperar en
extinción de fuegos, salvamentos marítimos y ante otras posibles
desgracias naturales; una cita se celebra en suelo cubano y al mes
siguiente dentro de la Base Naval norteamericana.
Priorizar una salida para Cuba
Por tanto, el tanteo de Obama no habría podido ser más oportuno para
Raúl Castro. Porque a sus 81 años y habiendo sido el vicejefe nominal de
todo el desastre heredado, su escaso tiempo biológico y político lo
obligan a priorizar una salida para Cuba que evite una revuelta al
estilo Primavera Árabe, un fenómeno que desvela a la gerontocracia
cubana por su carácter espontáneo y rápida propagación, y que se llevó
por delante a antiguos aliados como Mubarak y Gadaffi, y ahora muerde
los talones de Bashar el Assad.
Y es que la actual situación del chavismo tampoco ayuda: los más
próximos a las tesis socialdemócratas ven en el canciller Nicolás Maduro
la mejor opción posible para relevar a Chávez, mientras que la otra
facción apoya a Adán Chávez, hermano mayor y mentor del actual
presidente. Aparencialmente, Cuba apoyaría a Adán, pero La Habana no
bloquearía las intenciones de Maduro de hacerse con el santo y la
limosna, siempre que gane y luego muera Chávez, porque recela del
"dogmatismo y el resentimiento" que suele mostrar en público y en
privado, el mayor de los Chávez.
El papel de Raúl Castro, si se confirma una victoria electoral de
Capriles y el eventual pacto secreto, obedece no solo a una política más
realista, sino también a la necesidad de preservar el suministro
energético venezolano. La crisis económica de los 90, tras la
desaparición de la URSS, cogió a Cuba con sus entonces "reservas de
guerra" intactas, pero eso no evitó el empobrecimiento y en los casos
más críticos la hambruna. Ahora no queda ni donde amarrar la chiva, los
cubanos de todas las tendencias políticas están hartos de penurias y
dificultades cotidianas, y los nuevos opositores evitan la letanía
propagandística castrista de ser financiados por Washington y combinan
el uso de nuevas tecnologías con la búsqueda de espacios legales o
promoviendo el voto en blanco o nulo con una letra D, de democracia, en
las próximas elecciones para delegados del Poder Popular.
El menor de los Castro podría estar ante una oportunidad de pasar a la
historia en un tono menos gris y con una menor carga negativa. Obligado
por las circunstancias del empobrecimiento y dependencia crónicos en que
ha contribuido a sumir a su país; en la actitud China de cobrar hasta la
risa, con una sonrisa; y en la memoria rusa que acaba de filtrar un
mensaje claro: Habana, Habana, tenemos un problema, que son los 25 mil
millones de dólares que nos debéis de la ayuda generosa y desinteresada.
Conflicto y oportunidad
Pero todo conflicto suele ser una oportunidad, siempre que las partes
desechen las lecturas ideológicas en las relaciones bilaterales y se
centren en conseguir el menos malo de los acuerdos bilaterales posibles.
En esta hoja de ruta, cubanos y norteamericanos atesoran una experiencia
notable de 53 años en los que han bordeado la guerra en momentos
puntuales, pero casi siempre han vivido como vecinos mal avenidos que se
ofenden de vez en cuando, otro día se relajan, pero se asombran de lo
que pudieran conseguir juntos. Aunque -hasta ahora- la probable alianza
no ha podido ir a más porque los Castro pretenden casi todo, a cambio de
casi nada, y la Casa Blanca, al margen del partido que gobierne, siempre
machaca con esas sencillas reglas de democracia, justicia social y libre
mercado.
Pero la urgencia ahora está en isla, porque se les acaba el tiempo a los
dueños de la finca.
Sería imposible citar aquí todos los contactos secretos y no tan
secretos entre Cuba y Estados Unidos a lo largo de estos años, pero
quizá sirvan dos. Ronald Reagan, que acabó derrotando al "Imperio del
mal", fue avisado por Ramón Sánchez-Parodi Montoto, primer jefe de la
Sección de Intereses de Cuba en Washington, que la Inteligencia cubana
tenía datos de un complot para asesinarlo y esos datos propiciaron
detenciones en territorio estadounidense.
También en esta etapa, Alexander Haig, Secretario de Estado, y Carlos
Rafael Rodríguez, miembro del Politburó a cargo de las Relaciones
Internacionales, negociaron secretamente en México una posible
normalización de relaciones diplomáticas. Mientras eso ocurría, una
editorial cubana publicaba el libro Haig, el americano feo, una pieza
antológica de la propaganda antinorteamericana.
Ya sabemos que en ese proceloso eje Washington-La Habana casi todo lo
aparencial es retórica; la política real es la que no vemos, aunque
podamos intuirla.
http://cafefuerte.com/opinion/opinion/puntos-de-vista/2241-lo-bueno-que-tiene-venezuela-es-lo-malo-que-se-esta-poniendo-chavez
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