Gana Venezuela, pierden los intolerantes
YOANI SÁNCHEZ, La Habana | Enero 06, 2016
Si Hugo Chávez estuviera vivo y Fidel Castro en activo, este 5 de enero
la oposición venezolana no habría llegado a la Asamblea Nacional. Los
comandantes sabían que si aceptaban una mayoría opositora en ese órgano
de poder, sería su final político. El líder cubano erradicó el
pluripartidismo en aras de impedir algo así, mientras que el militar
golpista blindó el sistema electoral y compró lealtades con petróleo.
Sin embargo, la peor pesadilla de ambos acaba de cobrar forma en
Caracas. Los diputados del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)
fueron conscientes este martes de su aplastante minoría, de su pequeñez
legislativa. En un recinto donde ya no puede verse siquiera la imagen
del "presidente eterno", los seguidores de Chávez recibieron una
bofetada democrática.
Acostumbrados a legislar con una marcada superioridad numérica de
curules, a los oficialistas les ha sido difícil asimilar el trago amargo
de la desventaja y se han marchado airados de la sala. Los próximos
meses serán para ellos un martirio, porque escucharán una catarata de
opiniones contrarias, tendrán que rendir cuentas por sus decisiones y
verán aprobarse leyes que afectarán a su propia bancada.
En el manual del castrismo se lee en letras mayúsculas –y rojas– la
máxima de evitar a toda costa que los contrincantes políticos tomen
siquiera el micrófono. Una enseñanza que a Chávez le impartió la Plaza
de la Revolución, pero que el torpe discípulo Nicolás Maduro no asimiló
bien. Su arrogancia le hizo creer que ganaría las elecciones del pasado
6 de diciembre y hoy lo empuja a buscar cómo atarle las manos a la
Asamblea Nacional.
La nación sudamericana se ha convertido a partir de este momento en un
país difícil de gobernar. ¿Qué democracia resulta fácil?
En los momentos en que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de
Venezuela recibía los recursos oficialistas contra tres diputados de la
Mesa de la Unidad Democrática (MUD), los parlamentarios cubanos se
reunían en el Palacio de las Convenciones. En Caracas, todo era
especulación y tensión política, pero en La Habana el guion resultaba
harto conocido: voto por unanimidad y, a lo sumo, largas horas de
alocuciones sobre el suministro de yogur, la mala calidad de las cocinas
de inducción o las complicaciones para obtener una certificación de
nacimiento.
La Asamblea Nacional dirigida por Esteban Lazo volvió a ser la imagen de
la docilidad, pero su colega venezolana se transformó este martes en
pura efervescencia. La nación sudamericana se ha convertido a partir de
este momento en un país difícil de gobernar. ¿Qué democracia resulta fácil?
Ahora sólo queda en este hemisferio un parlamento que funciona como
ventrílocuo del poder. Un país donde los legisladores aplauden a un
gobernante que asiste a la Asamblea Nacional vestido de uniforme militar
y le espeta al ministro de Economía que no se ponga " colora'o" por el
fracaso de sus programas. En esa nación, donde hace casi seis décadas no
escuchamos un verdadero debate entre legisladores, este martes hemos
sentido orgullo y envidia por Venezuela.
Source: Gana Venezuela, pierden los intolerantes -
http://www.14ymedio.com/opinion/Gana-Venezuela-pierden-intolerantes_0_1921007881.html
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