Tuesday, December 4, 2012

Descontento militar

Descontento militar
Fernando Ochoa Antich
Lunes, 3 de diciembre de 2012

En los cuadros de la Fuerza Armada existe un creciente descontento. Es
imposible ocultar esta verdad. Los recientes accidentes aéreos ocurridos
en Maracay ratificaron públicamente lo que era, desde hace algunos
meses, un permanente rumor: la Fuerza Armada se encuentra en tal grado
de deterioro que no es capaz de cumplir sus obligaciones con la debida
eficiencia. No hay exageración en mi planteamiento. Hace unos días
conversé con un teniente coronel de la Aviación que recién había
solicitado su baja. Sorprendido de su decisión, le pregunté sobre las
causas que lo habían inducido a tomarla. Su respuesta fue terminante:
"mi general, yo tengo familia. No quiero morir en un accidente. No hay
suficiente entrenamiento y el mantenimiento prácticamente no existe".

Estos hechos se originan en una equivocada política militar, planteada
en la Reforma Constitucional propuesta por Hugo Chávez y rechazada por
los venezolanos el 2 de diciembre de 2007. La redacción que allí se hizo
del artículo 328 muestra la intención de destruir el sentido
institucional de la Fuerza Armada preservado en la Constitución de 1999.
Al modificar la parte del artículo 328: "la Fuerza Armada, en el
cumplimiento de sus funciones, está al servicio de la Nación y en ningún
caso al de persona o parcialidad política alguna" por la frase: "en el
cumplimiento de sus funciones estará siempre al servicio del pueblo
venezolano, en defensa de sus sagrados intereses y en ningún caso al de
oligarquía alguna o poder imperial extranjero" muestra que la finalidad
de Hugo Chávez es subordinar a la Fuerza Armada a un partido político.

Si Hugo Chávez hubiese respetado la voluntad popular no hubiera habido
problema, pero su ambición de poder lo llevó a violar la Constitución de
1999 y aprobar dos reformas a la Lay Orgánica de la Fuerza Armada que
buscan alcanzar los mismos objetivos de la Reforma Constitucional: las
reformas del 31 de julio de 2008 y del 2 de febrero de 2010. De manera
particular, en esta última se establecieron normas que debilitan
totalmente el sentido profesional de la Fuerza Armada al centralizar el
mando en el Comando Estratégico Operacional y en el Comando de la
Milicia debilitando los comandos de Fuerzas. Al mismo tiempo, para
lograr la maximización del Momento Político Revolucionario, se ratificó
la creación de la Milicia Bolivariana y del oficial de milicias.

Esta maximización del Momento Político Revolucionario ha debilitado a
tal nivel la capacidad operativa de la Fuerza Armada, que no ha sido
capaz de cumplir con eficiencia sus obligaciones militares: rechazar la
presencia de la guerrilla colombiana en nuestro territorio; impedir la
existencia de organizaciones guerrilleras venezolanas, tanto rurales
como urbanas; no desplegar eficientemente unidades navales y aéreas en
las operaciones combinadas realizadas con la flota rusa en su viaje por
el Caribe y un preocupante incremento del porcentaje de accidentes en el
empleo del material de guerra de origen ruso y chino. Este
debilitamiento del profesionalismo militar se manifiesta en aspectos
doctrinarios, operativos y administrativos.

Para colmo, durante el acto de celebración de los veinte años del 27 de
noviembre, en medio de los accidentes aéreos, el almirante Diego Molero
Bellavia, ministro de la Defensa, terminó la lectura del discurso de
Hugo Chávez con una arenga en la cual afirmó que la Fuerza Armada era
socialista. Un día antes, en la Asamblea Nacional, el contraalmirante
José Luis Castro, incumpliendo sus deberes militares, mantuvo que la
Fuerza Armada era socialista y revolucionaria. Estos inaceptables
planteamientos, muestran que la única manera de tener porvenir en la
Fuerza Armada y alcanzar los ascensos y cargos que le corresponden por
sus méritos profesionales es manteniendo un compromiso ideológico con el
chavismo. Esa es la causa del descontento militar.

Las grandes rupturas históricas venezolanas han ocurrido al coincidir un
creciente descontento militar y una crisis política. Así ocurrió el 18
de octubre de 1945, el 24 de noviembre de 1948 y el 23 de enero de 1958.
La innegable ilegitimidad de la elección presidencial, las graves
interrogantes que surgen sobre el estado de salud de Hugo Chávez y el
creciente descontento militar muestran delicados signos de una profunda
crisis nacional. Es imprescindible que se comience a reflexionar sobre
esta realidad. Se requiere con urgencia alcanzar un acuerdo político que
le encuentre una solución constitucional a esta gran verdad: Hugo Chávez
no puede seguir ejerciendo la presidencia de la República. Su grave
estado de salud se lo impide.

fochoaantich@gmail.com

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/3929732.asp

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