Baldomero Vásquez
Viernes, 3 de febrero de 2012
El desmantelamiento progresivo de la democracia venezolana y el riesgo
latente que existe de su liquidación definitiva a manos del Presidente
Chávez, nos lleva a analizar de manera más precisa las causas que nos
trajeron a esta situación.
En "La quiebra de las democracias", señala el Prof. Linz que "El fin de
una democracia aparece en los libros de historia asociado con la fecha
de un evento concreto" (1). A partir de esa fecha, se reducirían de
manera considerable las posibilidades de defender el régimen democrático
del ataque de sus enemigos destinado a derrocarlo. Así, señala como
ejemplo, que el 30 de enero de 1933 habría quedado sellada,
prácticamente, la suerte de la democracia alemana con "el nombramiento
de Hitler como Canciller".
Se cumplen 20 años del golpe de estado del Teniente Coronel Hugo Chávez
contra la democracia venezolana. El 04 de febrero de 1992 es la fecha
del "evento concreto" que nos ha conducido al peligroso escenario
actual. A nuestro juicio, fue la alocución del ex-presidente Rafael
Caldera ese día en el Congreso de la República, el "evento" trascendente
que hirió mortalmente la democracia, al no condenar sino justificar el
golpe militar.
Que un militar de vocación comunista simulara por varios lustros apoyar
la democracia e insurgiera contra ella no es algo para sorprenderse.
Tampoco que por su ideología legitime como moralmente lícitas sus
acciones, las cuales aquella ideología le permite reinterpretar según
convenga a sus intereses políticos. Por ejemplo, hoy, para pasar por
demócrata, dice que su intentona no fue "un golpe", cuando en la campaña
presidencial de 1998 se enorgullecía en declararse golpista: "Para
ustedes y para el mundo entero digo: sí, llámenme golpista" (2).
Chávez fue, y es, un militar que siempre ha tenido como objetivo acabar
con la democracia. Pero, al ex-presidente Caldera tenemos que
reprocharle su traición al régimen democrático. Régimen del cual fue uno
de los padres fundadores y que durante décadas contribuyó a construir
para que los venezolanos nos incorporáramos a la modernidad y saliéramos
del oscurantismo dictatorial. Su frase: "Es difícil pedirle al pueblo
que se inmole por la libertad y por la democracia" (3), debemos
repudiarla de la manera más contundente posible porque la libertad y la
democracia son valores irrenunciables.
Aquella infame frase ha quedado para la historia como el certificado de
defunción de un gran líder político que colocó su ambición personal por
encima de los intereses de su pueblo y, al mismo tiempo, creó un nuevo
lineamiento de acción política que justifica el golpe de estado cuando
"la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer" al
pueblo. Según tal "aporte" a la teoría política, hoy en Grecia y otros
países europeos, debido a la grave crisis económica que atraviesan, los
militares deberían acudir al golpe de estado contra el régimen
democrático que "no le da de comer" al pueblo.
La justificación al golpe de estado por parte del ex-presidente Caldera
tuvo consecuencias nefastas que se pierden de vista. En primer lugar,
otorgó legitimidad por adelantado al sangriento segundo golpe militar
del 27 de noviembre de 1992. En segundo lugar, le obligó a indultar a
los golpistas al asumir la presidencia de la república en 1994. El
indulto otorgado le despejó el camino a Chávez para aprovechar la vía
electoral y llegar al poder en 1998 en hombros de una mezcolanza de
opositores desleales a la democracia -de izquierda y de derecha- aún
mayor que la agrupada en el "chiripero" del Dr. Caldera en 1993.
Una consecuencia que trasciende hasta hoy es la de haber sembrado en la
conciencia de la población la idea de que la democracia no es un fin
deseable en sí mismo. Por tanto, es mínima la defensa que se hace del
período democrático que arrancó en 1958, Así, el presidente Chávez ha
abonado en ese en terreno fértil su permanente descalificación a la
democracia, a la que llama despectivamente "la IV República".
Afortunadamente, el futuro de la democracia venezolana aún está abierto.
Estamos a tiempo de impedir su naufragio, nos diría el Prof. Linz, ya
que "Retrospectivamente es posible identificar momentos en los cuales
hubo una oportunidad para que la acción tomara otro rumbo que hubiese
reducido la probabilidad de que el régimen (democrático) cayera". Ojalá
esa oportunidad sean las elecciones primarias del 12 de febrero.
1) LINZ. J. La Quiebra de las Democracias. 1996. Ed. Alianza
Universitaria. España, pp.142.
2) Video http://www.youtube.com/watch?v=simCrn0tsyc.
3) Video http://www.youtube.com/watch?v=DUS019TF9aQ
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