Saturday, February 25, 2012

Tumores y propaganda

Publicado el sábado, 02.25.12

Tumores y propaganda
Ricardo Trotti

La información anodina y sin precisiones de Hugo Chávez sobre el nuevo
tumor cancerígeno que le extirparán en La Habana, calmó en algo los
rumores, pero no las críticas sobre la irresponsabilidad de un gobierno
que insiste en ocultar la verdad y desinformar sobre un asunto de
elevado interés público como la salud del primer mandatario.

Una fuente fundamental de la propaganda es la desinformación
intencionada, lo cual Chávez aprendió como táctica militar y perfeccionó
en su acercamiento a Cuba. Los regímenes autoritarios basan su
estabilidad en la lealtad y el culto a la personalidad, de ahí que la
salud de Chávez o Fidel Castro, como antes la de Lenin, Mao, Hitler o
Kim Jong II, sean consideradas secreto de Estado; y sus cuerpos terminan
embalsamados para la historia.

Chávez adquirió esos vicios por eternizarse en el poder y haber
aprendido técnicas de propaganda que el gobierno cubano ensaya a diario
para crear rumores, manipular información, controlar medios de
comunicación y calcular los efectos del silencio. Por eso Chávez
prefirió internarse en el sigilo de La Habana que exponerse a la
transparencia que manejan las clínicas oncológicas de Brasil, como Lula
da Silva y Fernando Lugo experimentaron.

Hay que hacer una diferencia entre Cuba y Venezuela. El caso de Chávez
es más grave, por dos razones. Primero, porque tratándose de que no es
un régimen impuesto por la fuerza sino ungido por los votos, incumple
con las condiciones de rendición de cuentas y transparencia que exige la
democracia.Y segundo, porque usa dineros de todos los venezolanos para
crear en otros países sistemas de propaganda a su imagen y semejanza,
como ocurre entre miembros de la Alianza Bolivariana para las Américas.

No es casual que en esos países, los responsables de la propaganda sean
los que más han sobrevivido a los constantes cambios de gabinete, como
Fernán Alvarado y Rosario Murillo, secretarios de Comunicación de
Ecuador y Nicaragua; e Iván Canelas y Andrés Izarra, ministros de
Comunicación de Bolivia y Venezuela.

Desinformar a nivel gubernamental se ha vuelto un vicio tan grande como
hacer propaganda. Un caso patético es el de Argentina, donde las
mediciones oficiales sobre pobreza e inflación son manipuladas y rara
vez coinciden con las de consultoras privadas, a las que se prohíbe
divulgar sus resultados. Otros gobiernos son aún más frontales, tomando
represalias contra quienes denuncian actos de corrupción en la función
pública, como le ocurrió en Ecuador a los autores del libro El Gran
Hermano, sentenciados a pagar dos millones de dólares a favor del
presidente Rafael Correa, por revelar la existencia de contratos
fraudulentos y comprobados, entre el gobierno y su hermano.

En América Latina los gobiernos no solo son alérgicos a poner en manos
de los ciudadanos la información que generan, sino que además tratan de
entorpecer que los medios de comunicación lo hagan. Por eso existen más
países con leyes de prensa para trabar la labor de los medios, que
estados con legislaciones sobre transparencia y acceso a información
pública que obliguen a oficinas y funcionarios a difundir los datos que
se les solicitan. En muchos, como Argentina, Bolivia, Colombia, Costa
Rica, Paraguay y Venezuela, los gobiernos se resisten a promulgar este
tipo de leyes, como si los actos de administración de gobierno que los
ciudadanos les han delegado, fueran asuntos privados.

Además de esta resistencia a la transparencia, en Latinoamérica no se
escatiman esfuerzos para crear órganos de propaganda o para "decir la
verdadque los medios callan", como se excusó esta semana Evo Morales al
inaugurar su programa de radio. También en Argentina, Ecuador, Nicaragua
y Venezuela, esa misma excusa promovida hace tiempo por Hugo Chávez, ha
servido a los gobiernos para expropiar o comprar medios o crear agencias
de noticias que solo se utilizan como órganos de difusión partidaria y
no como medios públicos al servicio de todos los sectores de la sociedad.

La desinformación y la propaganda gubernamental son tumores que carcomen
a la democracia. Aunque combatir ese cáncer debería ser una tarea de
todos, lamentablemente es un ejercicio que poco se practica a la hora de
elegir o reelegir a los gobernantes.

trottiart@gmail.com

http://www.elnuevoherald.com/2012/02/25/1135391/ricardo-trotti-tumores-y-propaganda.html

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