Sunday, September 15, 2013

Los amigos contados y secretos

Publicado el domingo, 09.15.13

Los amigos contados y secretos
RAÚL RIVERO

La oposición pacífica cubana, asumida por el régimen como una fuerza
enemiga beligerante en un frente de guerra, lo único que ha recibido de
las democracias que gobiernan en América Latina es un desprecio
escrupuloso. Una indiferencia del tamaño del continente y, en algunos
casos aislados, una simpatía contenida que se expresa siempre en
secreto, con discreción, como el amor prohibido de los amantes.

Los partidos políticos, los grupos de derechos humanos, las Damas de
Blanco, el periodismo independiente, los bibliotecarios y otros
activistas de la verdadera sociedad civil de la isla, no encuentran
abierta ni una sola puerta de las embajadas en La Habana de lo que la
historia y, desde luego la geografía, convidan a llamar "los hermanos
latinoamericanos".

No se habla de la charanga populista que organizó Hugo Chávez con el
dinero de los venezolanos. Nadie espera nada de los ahora inquietos y
azorados integrantes del núcleo duro del socialismo del siglo XXI. Ni
tampoco se aspira a gestos positivos de lo que Mario Vargas Llosa
considera la izquierda vegetariana como Dilma Rousseff o José Mujica.

El asunto está en las que se proclaman democracias reales. Aquellas en
las que se cumplen los ciclos electorales, se anuncia la defensa de los
derechos humanos, el respeto por todas las ideas políticas, la libertad
de prensa y, en general, donde tienen vigencia las estructuras que deben
garantizar la vida civilizada y libre de la ciudadanía.

Son partidos y personajes con programas políticos alejados del
autoritarismo y de las copias desdibujadas del castrismo. Ellos debían
ser los aliados naturales de los hombres y mujeres que trabajan en Cuba
–marginados, perseguidos y bajo un descomunal aparato represivo– por
alcanzar una sociedad abierta, plural, integradora y entregada al
desarrollo y el progreso económico.

En esos postulados hay tanta cercanía como en el mapa, el idioma o la
cultura, pero los desaprensivos hermanos prefieren el silencio, la
distancia, los recados tímidos escritos con tinta invisible. Al tiempo
que van a Cuba a estrujarle las guayaberas con abrazos y a beber mojitos
con los funcionarios de una dictadura por la que pueden sentir una
mezcla enfermiza de admiración (por tantos años de poder), temor y gratitud.

Esos gobiernos quieren lejos de su país a los totalitarios, pero los
quieren cercanos y sonrientes en sus embajadas, contentos en los actos
oficiales como si representaran un gobierno legítimo. Inspirados y
solemnes en los teatros y en las fechas históricas.

Los necesitan en las campañas electorales para que sus izquierdistas
fervorosos estén tranquilos y les bajen el tono de las huelgas y los
alborotos. Y para que estén mansos durante los mandatos.

Los verdugos son útiles y están aquí. Las víctimas son peligrosas y
están lejos, dirán esos grandes líderes demócratas de nuestra querida
América Latina. Han cambiado de rostro, tono de voz y de discurso en los
últimos años, pero son los mismos.

http://www.elnuevoherald.com/2013/09/15/1566187/raul-rivero-los-amigos-contados.html

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