Friday, July 26, 2013

RECONSTITUCIÓN URGENTE DE VENEZUELA

RECONSTITUCIÓN URGENTE DE VENEZUELA
Oswaldo Álvarez Paz
26 de julio de 2013

Caracas, Venezuela – www.PayoLibre.com – No nos resignamos a ser
testigos de la destrucción institucional y moral de la República. Se
reduce la grandeza de una nación que fue ejemplo extraordinario para
propios y extraños. Está agotado el lamento del diagnóstico, hecho con
abundancia en estos tiempos. No hay secretos. Nada funciona bien y todo
indica que, mientras este régimen se mantenga, las cosas irán para peor.

Una suerte de resignación pesimista se apodera del ciudadano común.
Abandonado a su propia suerte, sin intérpretes adecuados, con temor a
reaccionar por su cuenta, pero con una rabia interior que agiganta la
indignación con que enfrenta la vida diaria. La mayoría espera que otros
resuelvan por ellos, pero "en un eterno esperar", como diría Andrés Eloy
Blanco, se les está yendo la vida.

Quienes ni nos rendimos, ni nos queremos agotar en un electoralismo
insuficiente, aunque no lo abandonaremos, repasamos a diario las
opciones del país. La primera y principal, si todo se mantiene como
hasta ahora, es que no pase nada. Eso es lo peor que podría suceder, la
consolidación progresiva del neorégimen, en medio de una rutina
improductiva con retórica de esperanza opositora por el supuesto
crecimiento que obtendremos en sucesivas elecciones. Mientras tanto,
cuesta abajo en la rodada.

La segunda posibilidad se manifiesta tímidamente en el día a día. Se
trata de protestas sectoriales, de manifestaciones que expresan
descontento por situaciones concretas vinculadas a los servicios
públicos y al grave problema de la inseguridad de las personas y de los
bienes. El régimen les quita importancia, los medios las reflejan
parcial y tímidamente, pero siempre queda clara la responsabilidad
gubernamental y la incompetencia para cumplir con sus deberes.

Podrían crecer y poco a poco, coordinarse acciones en respuesta a
problemas diversos y sin conexión, pero que aumenten la movilización
popular consecuencia de la rabia también creciente. Podríamos estar
colocados a las puertas de una confrontación grave, de consecuencias
impredecibles por la violencia creciente entre las partes.

Esto nos lleva a la tercera. Sin ley ni orden, sin autoridad respetable
ni diálogo posible en las condiciones actuales, entre el gobierno y la
oposición, ni siquiera con sectores representativos de la nación y al
borde de una guerra civil, no declarada formalmente pero existente,
podría darse una intervención militar de signo desconocido hasta ahora,
destinada a ponerle punto final al caos, a este despelote innegables, o
al avance de la ideologización comunista que se adelanta.

La historia está llena de ejemplos. Golpes y contra-golpes de estado no
son ajenos ni a nosotros, ni al resto de Latinoamérica. El cacareado
comando "cívico-militar" de la revolución podría terminar siendo una
caricatura de lo que debe ser un verdadero Alto Mando Militar.

Sin diálogo honesto, sin respeto al ordenamiento jurídico establecido y
sin nada que indique que las cosas pueden cambiar para bien en el corto
y mediano plano, se abre el camino constituyente como posibilidad cierta
para la reconstitución de un país destruido institucionalmente.
Alternativa posible, civilizada y necesaria en esta coyuntura: Sabemos
que no será fácil. Lo cómodo sería convertirnos en "corchos" para flotar
en todas las aguas, incluidas las que corren junto a los fraudes y
violaciones legales de los organismos electorales al servicio del régimen.

Pero si la firmeza es clara y no vacilamos, la Constitución actual de la
República señala el camino a seguir. Establece en el Artículo 347 que el
pueblo es el depositario del poder constituyente originario, pudiendo
convocar por propia iniciativa, directamente, a una Asamblea
Constituyente a fin de transformar el Estado, crear un nuevo orden
jurídico y, si fuese necesario, aprobar una nueva Constitución.

En el Artículo 348 se establece que el proceso puede iniciarse a partir
del 15% de los electores inscritos en el REP. Y en el 349 se dice que ni
el Presidente de la República, ni ningún otro poder podrán objetar la
nueva Constitución, ni impedir las decisiones de la Asamblea. Como si
todo esto fuera poco, el artículo siguiente, el 350, no es que nos da el
derecho, nos obliga a desconocer "cualquier régimen, legislación o
autoridad que contraríe los valores, principios y garantías
democráticas, o menoscabe los derechos humanos". Suficiente para actuar,
en mi opinión. En la convocatoria pueden establecerse las condiciones
para la elección y disminuir al máximo, las posibilidades de fraude por
parte de las autoridades. La calle impondrá las reglas. Hacerlas
respetar es nuestra obligación.

oalvarezpaz@gmail.com

http://payolibre.com/articulos/articulos2.php?id=5694

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