Friday, February 3, 2012

¿Ahora no fue un golpe?

¿Ahora no fue un golpe?
Las lecciones le costaron mucho al país. Los golpes no sirven en la
sociedad moderna
GERARDO BLYDE | EL UNIVERSAL
viernes 3 de febrero de 2012 12:00 AM

Dónde estaba usted aquel 4 de febrero? Seguramente estaba, como casi
todo el país, durmiendo. Todos estábamos acostados cumpliendo el
necesario reposo nocturno para iniciar, al día siguiente, otra jornada
más de trabajo o de estudios. No hubo casa en la cual no repicara el
teléfono para que alguien le dijera: "hay un golpe de Estado, levántate,
prende el televisor".

Todo el país despertó. De golpe. Todo el país se preguntaba: ¿Quién lo
está dando? ¿Quiénes son esos? ¿Quién es ese señor de franela rosada que
aparece en el Canal 8 hablando, que afirma que tomaron el poder y,
además, pide que el pueblo salga a las calles a respaldarlos? ¿Es ese
señor quien lo dio?

Resulta que ahora aquel 4 de febrero no fue un intento de golpe de
Estado sino una rebelión popular encabezada por jóvenes militares que
actuaban en nombre del pueblo venezolano, el cual, no se sabe ni cómo ni
cuándo, los habían autorizado para alzarse con las armas de la República
y asaltar al poder para derrocar a un presidente en ejercicio. Más allá
de si nos gustaba o no aquel presidente, había sido electo por una
mayoría de venezolanos y estaban tratando de derrocarlo con las armas,
no con los votos. Eso no tiene otro nombre aquí o en cualquier parte que
Golpe de Estado, que al fracasar, quedó en intentona.

Con asombro hemos visto cómo ahora el Presidente dice que aquello no fue
un golpe, que eso es un invento de los yanquis imperialistas y de sus
manipulados dirigentes venezolanos. ¿Usted recuerda que el pueblo
atendiera aquel llamado y saliera a las calles en masa a respaldar a
aquellos entonces desconocidos personajes alzados? Será que mi memoria
es muy mala pero no recuerdo a nadie en las calles. Sí recuerdo el ruido
de las ráfagas de ametralladoras escupiendo balas. Sí recuerdo las
imágenes de un tanque tratando de traspasar las puertas del Palacio
Blanco frente a Miraflores. Sí recuerdo al entonces presidente Pérez
despeinado desde un canal de televisión dirigiéndose a los venezolanos
para tratar de decirnos que él aún estaba en el poder. Todo eso seguro
lo recordamos todos quienes, desde que nos avisaron, nos quedamos
pegados frente a los televisores y llamábamos a amigos en diferentes
zonas de la ciudad para saber cómo estaban y qué sabían de lo que estaba
pasando. "Aquí en mi casa se escuchan los tiros" o "por aquí no se
escucha nada pero no hay ni un alma en las calles", eran las respuestas
que obteníamos. Ningún ciudadano común, no involucrado en aquella
intentona, sabía a ciencia cierta ni qué estaba pasando ni quiénes eran
sus autores. Al amanecer ya todo el mundo estaba muy claro en algo que
era innegable: se estaba ejecutando un golpe de Estado. Bueno o malo,
justificado o no, era un golpe.

¿A qué viene ahora el cuento de que aquello no lo fue? Quizás se pueda
tratar de engañar a aquellos que no habían nacido o que eran demasiado
jóvenes para recordarlo; para todos los demás fue un golpe. Hasta para
aquellos que luego, al fracasar, lo justificaron, no cabía la menor duda
de lo que había sido ese 4 de febrero.

Lo que sí se debe reconocer es que aquellos golpistas luego decidieron
tomar el camino del voto para arribar al poder. Caldera concedió
sobreseimientos de causas judiciales a quienes eran juzgados por
intentar derrocar a un gobierno electo usando las armas de la República.
Entendieron que no era conspirando que accederían al poder y se
prepararon para presentarse a elecciones hasta que lo lograron.

Como sé que aquellos partidarios del presidente Chávez van a
preguntarlo, de una vez lo decimos: ¿Fue el carmonazo otra intentona
golpista? Por supuesto que lo fue, lo dijimos antes y lo decimos de
nuevo ahora. Una protesta popular en la que parte de la población pedía
la renuncia del presidente (hasta allí todo era constitucional), fue
deformada y se terminó convirtiendo en un intento de golpe de Estado que
también fracasó. Nunca defendimos la tesis sentenciada de un supuesto
"vacío de poder" y así lo expresamos en su momento. Si, como decían, el
presidente había renunciado (o lo tenían detenido sin poder ejercer su
cargo, como más les guste), la sustitución presidencial correspondía al
vicepresidente y, si éste no aparecía, debía reunirse al único poder
nacional con legitimidad electoral que quedaba vivo, la Asamblea
Nacional, para que procediera a decidir la sustitución ante el vacío
constitucional (que era el único vacío que existía), pues no se
contempla en ella qué pasa si no están ni el presidente ni el
vicepresidente.

Las lecciones le costaron mucho al país. Los golpes de Estado no sirven
en la sociedad moderna. Con los votos se cambian las realidades. De nada
vale tratar de borrar la historia.

gblyde@gmail.com / @GerardoBlyde


http://www.eluniversal.com/opinion/120203/ahora-no-fue-un-golpe

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