Enrique Pereira
Jueves, 2 de febrero de 2012
Nueve meses más para que llegue el momento de contarnos. Visto con una
óptica es un tiempo corto, con otra puede ser larguísimo
El tiempo es relativo, cómo casi cualquier cosa de la que hablemos.
Menos de 300 días para que lleguemos a un momento trascendental en la
vida de este país, luce un tiempo muy largo para quien, montado en la
silla de gobierno, debe enfrentar cada día los desastres que ha
producido a lo largo de estos últimos trece años. Todo se le arrejunta.
Desde los damnificados hasta los expropiados. Candelita aquí y candelita
allá. Es prácticamente improbable que suceda un día en la que no
contemos una nueva manifestación, tranca o protesta. El pueblo ruge, por
debajo de las mentiras de este gobierno.
Un escándalo es sólo el preámbulo del siguiente. Todavía no nos
recuperamos del estupor de escuchar a un Ministro hablarnos con descaro
de la mejora de la seguridad –para acto seguido enterarnos de una
cadena de secuestros y muertes violentas- cuando se nos viene encima el
caso de los niños armados en el 23 de enero, con un diputado rojo
riéndoles la gracia. Ahora a sombrerazo limpio se quieren quitar de
encima este caso. Ayer unos cincuenta motorizados de este grupo
violento, trancó la Avenida Universidad, muy cerca de la Asamblea. Este
gobierno pierde a manos llenas la gobernabilidad. Aquí manda Fidel
Castro, la Farc, la Piedrita y los pranes de las cárceles.
Chávez tendrá que aguantar nueve largos meses de inconformidades, de
desastres, de escándalos, de corruptelas, de violencia sin control y de
funcionarios que no trabajan emulando a su conductor, que sólo piensa en
política. Así las cosas, cada día estaremos peor.
Mientras esto sucede, los candidatos de la cada día más fuerte Mesa de
la Unidad siguen hablándole al país, para sembrar un mensaje de cambio.
Con seis estilos de pensamiento y acción diferente, cada cual esboza su
versión de país, que dista de parecerse a este recalentado sancocho
ideológico que estos revolucionarios nos quieren imponer. El progreso de
Venezuela no se logra expropiando galpones en Catia o congelando los
precios de la crema dental.
Chávez no está bien, pero la noticia es que se va a poner peor.
A menos de dos semanas de las elecciones primarias, un país se baña de
democracia para opinar por la vía de los votos. La bilirrubina
revolucionaria llega a límites superiores, observando como la unión de
un país nos lleva en la dirección adecuada para acabar con esta
barrabasada que no podemos llamar gobierno. Chávez no podrá contener por
nueve meses una situación que se le viene encima. Sus ojos hinchados y
su papada recrecida, sólo alcanzan a repetir incesantemente que ganará
las elecciones en octubre.
Este próximo domingo doce de febrero cada voto cuenta. No dejes de
expresarte Venezuela.
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