Publicado el sábado, 06.08.13
el informe Oppenheimer
OPPENHEIMER: La derrota del ALBA
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Andrés Oppenheimer aoppenheimer@elnuevoherald.com
Algo muy inusual ocurrió en la reunión anual de ministros de relaciones
exteriores de la Organización de Estados Americanos (OEA) la semana
pasada: Estados Unidos y México ganaron una victoria diplomática sobre
los gobiernos populistas autoritarios que querían silenciar la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos y la Relatoría de Libertad de
Expresión de la OEA.
Es un acontecimiento raro, porque Venezuela, Ecuador, Bolivia y otros
miembros de su alianza bolivariana ALBA — a menudo respaldados por
países más grandes como Brasil y Argentina— han estado ganando terreno
en los últimos años en su ofensiva para debilitar estas dos
instituciones semi-independientes de defensa de los derechos humanos,
que son de lejos lo mejor que tiene la OEA.
Pero en la reunión anual de la OEA celebrada el 5 y 6 de junio en
Guatemala, una moción de Ecuador apoyada por el ALBA y destinada a
paralizar la Comisión Interamericana fue rotundamente derrotada en la
votación secreta.
La fallida ofensiva de Ecuador pretendía paralizar la Comisión eligiendo
tres nuevos miembros cercanos al ALBA, entre ellos un funcionario de
Ecuador. Se esperaba que la moción del ALBA triunfara, en parte gracias
a los votos de muchos países caribeños que reciben generosos subsidios
petroleros de Venezuela.
Pero en cambio, el voto secreto resultó en una aplastante derrota del
ALBA, y en especial del presidente ecuatoriano Rafael Correa, que se
había embarcado en una cruzada personal contra la Comisión.
El jurista mexicano José Orozco, que preside la Comisión y tiene buenos
antecedentes en defensa de los derechos humanos, fue fácilmente reelecto
con 22 de los 34 votos de la OEA. El candidato de Estados Unidos, James
Cavallaro, profesor de leyes de las universidades de Harvard y Stanford,
que ha estado asesorando a la Comisión durante dos décadas, fue elegido
con una sorprendente mayoría de 20 votos.
El candidato ecuatoriano Erick Roberts Garces, que había criticado
abiertamente la labor de la Comisión, no fue elegido. En cambio, los
países optaron por un candidato de Brasil, que fue elegido con una
mayoría relativamente pequeña de 18 votos.
"Esto fue una gran victoria para la Comisión como institución, así como
para la protección de los derechos humanos en las Américas", me dijo en
una entrevista telefónica desde la reunión José Miguel Vivanco, del
grupo independiente Human Rights Watch.
"También fue una derrota importante para los países del ALBA, que
pretendían que se eligiera a un miembro de su bloque para socavar el
sistema desde adentro", añadió.
Vivanco agregó que "fue muy significativo que los candidatos de México y
Estados Unidos, que tienen excelentes antecedentes en la defensa de los
derechos humanos, fueran elegidos con más votos que cualquier otro
candidato".
Los funcionarios de Estados Unidos mantuvieron un bajo perfil y evitaron
cantar victoria, en línea con la política del gobierno del presidente
Obama de evitar a toda costa darle munición propagandística a los
líderes populistas que buscan la confrontación permanente con Washington
como excusa para perpetuarse en el poder.
La embajadora de Estados Unidos ante la OEA, Carmen Lomellín, me dijo
después de la votación que "fue un resultado muy positivo, porque los
estados miembros todavía defienden la autonomía y la independencia de la
Comisión". Al igual que otros funcionarios estadounidenses, Lomellín
atribuyó la victoria de los candidatos de México y Estados Unidos a sus
respectivas calificaciones profesionales.
Mi opinión: Es demasiado pronto para saber si esto es un punto de
inflexión en la diplomacia latinoamericana, y un síntoma del lento ocaso
del ALBA después de una década de constante erosión de la democracia,
los derechos humanos y la libertad de prensa en la región.
Hay datos que podrían indicar lo contrario, como que los gobiernos
latinoamericanos pocas semanas antes habían hecho la payasada de elegir
al último dictador militar de la región —el general Raúl Castro, de
Cuba— como presidente de la Comunidad de los Estados Latinoamericanos y
del Caribe (CELAC).
Y muchos países se siguen haciendo los distraídos ante el hecho de que
Venezuela se ha negado a realizar un recuento de los votos de las
cuestionadas elecciones del 14 de abril.
Pero la derrota de la ofensiva del ALBA contra la Comisión es una
excelente noticia, porque ésta es una institución profesional, que trata
de denunciar las violaciones de derechos humanos sin sesgos ideológicos.
De hecho, ha criticado tanto los abusos cometidos por Estados Unidos en
su base de Guantánamo, o contra los inmigrantes indocumentados, como los
abusos cometidos por Venezuela, Ecuador o Bolivia.
Sería bueno que, en vez de defender los derechos humanos tímidamente,
mediante votos secretos, los países lo hicieran abiertamente y con
orgullo. En los últimos años han habido demasiados retrocesos en este
terreno —tanto en Latinoamérica como en Estados Unidos — como para
permitir que las libertades fundamentales se debiliten aún más.
http://www.elnuevoherald.com/2013/06/08/v-fullstory/1495705/oppenheimer-la-derrota-del-alba.html
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