Monday, September 10, 2012

De instigadores a pacificadores

Colombia

De instigadores a pacificadores
Miriam Celaya
La Habana 10-09-2012 - 8:21 am.

Incapaz de dialogar con su propio pueblo y sin voluntad política para
impulsar cambios, La Habana media en el conflicto colombiano disfrazada
de cordero.

Bertrand de la Grange: Política o cocaína, Santos disipa la sospecha de
haber caído en una trampa de las FARC, Venezuela y Cuba.

Marco Leon Calarcá, vocero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC): 'El rechazo de un cese de fuego por el presidente Juan
Manuel Santos no será obstáculo para iniciar las negociaciones de paz'.
(AP, La Habana, 7 de septiembre de 2012)

El martes 4 de septiembre último los medios de prensa cubanos
transmitieron un video en el que Rodrigo Londoño (alias Timochenko),
Comandante del Estado Mayor Central de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) declaró el interés de ese cuerpo
armado en participar en un diálogo de paz y reconciliación con la
participación de todos los colombianos.

Mauricio Jaramillo, comandante de las FARC, confirmó ante una rueda de
prensa que tuvo lugar en el Palacio de Convenciones de La Habana, que se
habían cerrado los encuentros exploratorios que se venían produciendo
desde el 23 de febrero de 2012 en la capital cubana con la mediación del
gobierno de la Isla, y que se había iniciado una Mesa de Conversaciones
con el gobierno del presidente colombiano Juan Manuel Santos.

Huelga decir que el proceso de paz de Colombia debe ser visto de manera
muy positiva, toda vez que podría sellar largas décadas de conflicto
armado en esa nación, con un alto costo humano y económico y con todas
las implicaciones que ello tiene para la región.

No obstante, el momento parece propicio para un paréntesis,
fundamentalmente dirigido a los cubanos de la Isla, que hoy reciben la
información de un hecho consumado pero que en su mayoría ignoran la
naturaleza del proceso, el conflicto, su evolución y las razones por las
cuales su gobierno, incapaz de dialogar con sus propios paisanos, de
solucionar los agudos problemas internos y carente de toda voluntad
política para impulsar los cambios imprescindibles, resulta ser el
mediador y garante del diálogo entre los narco-guerrilleros colombianos
y el presidente de ese país.

Muchos cubanos ignoran que las FARC son un cuerpo armado que surgió
décadas atrás inspirado en las ideas de una quimérica revolución
marxista latinoamericana al estilo de la revolución de Castro; que ese
ejército fue entrenado, apoyado y financiado por el gobierno cubano; y
que después del desplome del socialismo del Este europeo devino foco de
terrorismo, nido de secuestradores y extorsionadores e institución
armada del narcotráfico colombiano, sembrando la violencia y la
inseguridad en Colombia y en la región. Un rezago de una estrategia
fracasada. De marxistas a jefes del cártel colombiano. Del tráfico de la
ideología comunista al tráfico de cocaína, ni más ni menos.

Los cubanos que se preguntan en qué se fundamenta la mediación del
gobierno en el conflicto colombiano seguramente ignoran los estrechos
lazos históricos que unen a éste con los narco-guerrilleros, y que la
llamada guerrilla colombiana es el último jirón que resta de la
exportación de la revolución cubana en este hemisferio, impulsada en sus
años dorados por Fidel Castro.

Es decir, la mediación cubana en el tema Colombia-FARC, lejos de ser una
novedad, es de vieja data: el gobierno cubano es mediador no por
prestigio, sino por complicidad y responsabilidad en el conflicto. Y
aunque actualmente la función de las autoridades cubanas en este caso es
bien diferente y ahora la cúpula verdeolivo se viste de paloma de la
paz, no hay que olvidar que antes fue el sostén de la violencia en
Colombia y en otras muchas naciones latinoamericanas.

A lo largo de estos años, Cuba ha sido también refugio seguro para
muchos narco-guerrilleros que se han visto forzados a abandonar su país
ante la acometida del ejército constitucional colombiano bajo el
gobierno de Álvaro Uribe, quien tuvo el apoyo decisivo del gobierno
estadounidense y cuyas acciones asestaron golpes demoledores a las FARC,
estrechándoles el cerco. Cada porrazo a las FARC ha significado también
un golpe efectivo contra la influencia de la revolución cubana en
Latinoamérica.

Resulta obvio que el gobierno cubano tenía suficientes vías de
comunicación con los líderes de las FARC para fungir ahora como
interlocutor de las partes en conflicto. Naturalmente, en los medios
oficiales que se encargan de la desinformación en Cuba, el
gobierno—histórico aliado de los narco-guerrilleros— es mediador,
mientras el gobierno estadounidense —colaborador del gobierno
constitucional de Colombia— es injerencista. Gracias a esos mismos
medios, en el interior de Cuba siempre se ha presentado a las FARC, y no
a los gobiernos de ese país, como representante legítimo de las
aspiraciones de justicia social del pueblo colombiano.

Ayer instigadores, hoy pacificadores, la capacidad mimética de la
dictadura cubana parece no tener fin. Muchos intereses deben ocultarse
tras esta movida de la astuta y longeva casta revolucionaria, pero no
hay dudas que cuando se cierre la última página de la historia de las
FARC, habrá quedado sepultado otro pedazo de la historia negra de la
revolución castrista, la que alentó la violencia y la muerte para
perpetuar la megalomanía de un mesías fracasado y hoy definitivamente
desaparecido de la escena.

http://www.diariodecuba.com/opinion/12924-de-instigadores-pacificadores

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