Publicado el sábado, 06.14.14
'La subversión castrista en América Latina', una historia de la
intervención cubana
MANUEL C. DÍAZ
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD
Ni la Resolución VI de la Octava Reunión de Consulta de Ministros de
Relaciones Exteriores de la Organización de Estados Americanos,
celebrada en enero de 1962 en Punta del Este y cuya parte resolutiva
excluía al gobierno de Cuba de participar en el Sistema Interamericano,
pudo contener la expansión de la subversión castrista en el continente.
Al contrario, la acrecentó. Fidel Castro reaccionó con furia a lo que, a
pesar del ambiguo lenguaje diplomático usado para calificar sus
violaciones de los reglamentos de la institución (adhesión al marxismo
leninismo, alineación con el bloque comunista y quebrantamiento de la
unidad hemisférica), no era más que una merecida expulsión. No solo
calificó a la organización con los peores epítetos, sino que en un claro
desafío a la comunidad internacional, amplió sus contactos con los
incipientes movimientos revolucionarios del continente y, mediante un
total apoyo económico y moral, se fue adueñando de los mismos.
La Habana se convirtió entonces, para los jóvenes líderes
revolucionarios de aquella época, en una especie de "madraza
insurrecional" en la que se entrenaban para combatir al imperialismo en
sus países de origen. Sin embargo, a pesar de sus inacabables recursos
estatales, aquella subversiva universidad estaba destinada al fracaso. Y
una prueba de ello es que de su fiesta de graduación (la Conferencia
Tricontinental de 1966), aquellos trasnochados estudiantes salieron con
un diploma en la mano y un certificado de defunción en el bolsillo. Es
decir, de la pachanga en los salones del Habana Libre, entre mojitos y
canciones folclóricas, pasaron a una tumba sin nombre en una remota
quebrada andina. La lista de desembarcos y alzamientos guerrilleros en
nuestras costas y montañas, aunque infructuosos, es interminable. Muchos
de ellos han sido documentados en diferentes libros; pero nunca sus
historias habían sido condensadas en un solo volumen, como lo están en
Apuntes sobre la subversión castrista en América Latina, de Pedro Corzo,
publicado recientemente por el Instituto de la Memoria Histórica Cubana
contra el Totalitarismo.
El libro, con un prólogo de Alexis Ortiz, cuenta con ocho capítulos, un
Anexo (con sendas entrevistas a Héctor Pérez Marcano, fundador del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Venezuela, y Félix Rodríguez,
expedicionario de la Brigada 2506 y ex agente de la CIA), y una extensa
Bibliografía. Sus primeros capítulos tratan sobre los organismos
oficiales cubanos encargados de la subversión y las entidades de
carácter internacional que siempre les sirvieron de apoyo, como la
Organización Latinoamericana de Solidaridad y la de Países No Alineados.
En ellos también se analizan los factores que propiciaron el surgimiento
de numerosos movimientos revolucionarios en la zona, así como la
participación de la Unión Soviética en todos los esfuerzos de Cuba por
exportar su revolución. Pero es en el último, titulado Intervención y
subversión en América, en el que aparecen relacionados todos los países
en los que Cuba ha intervenido.
El primero en la lista es Argentina que, aunque en menor medida, también
sufrió su cuota de injerencia cubana; primero con la fundación de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias, bajo el mando del uruguayo José Carlos
Olmedo, y después con la creación del Ejército Guerrillero del Pueblo,
comandado por Jorge Ricardo Masetti, quien, acompañado por los cubanos
Hermes Peña, Raúl Dávila y José Martínez Tamayo, se alzó en armas en la
provincia de Salta. La intervención en Bolivia comenzó desde los
primeros años de 1960, cuando los diplomáticos cubanos José Tabares y
Mario García Triana establecieron contactos con dirigentes gremiales y
políticos en la zona de Oruro y terminaron por ser expulsados del país.
Algún tiempo más tarde, en noviembre de 1964, arribó a la ciudad de La
Paz Tamara Bunke, con la misión de crear condiciones para la futura
fuerza guerrillera del "Che" Guevara, la cual terminó siendo aniquilada
rápidamente por el ejército boliviano.
Es imposible enumerar todos los países; mucho menos señalar las
organizaciones, las acciones violentas llevadas a cabo y la cantidad de
líderes muertos. En Brasil, la Alianza de Liberación Nacional de Carlos
Marighella envió cientos de militantes para ser entrenados en Cuba. Y
así fue en toda Latinoamérica: Colombia, Chile, El Salvador, Guatemala,
Honduras, México (que no se salvó de la subversión cubana ni por haber
sido el único país de la región que no rompió sus relaciones
diplomáticas cuando Cuba fue expulsada de la OEA), Nicaragua, Panamá,
Perú, Uruguay (con sus tupamaros entrenados por La Habana) y Venezuela.
Para qué seguir. Hasta en la caribeña República Dominicana los
tentáculos de Castro se hicieron sentir en términos de entrenamiento
militar, armas y dinero.
Apuntes sobre la subversión castrista en América Latina es un libro
valioso no solo porque documenta los intentos de Cuba por revolucionar
el continente, sino porque sirve de referencia para poder contrarrestar
los recientes esfuerzos de la nueva izquierda latinoamericana por
legitimar a la agonizante dictadura castrista.•
manuelcdiaz@comcast.net
http://www.elnuevoherald.com/2014/06/14/1772331/la-subversion-castrista-en-america.html
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