Padre nuestro y madre mía
La estrambótica campaña política en Venezuela busca erigir a Chávez en
una especie de santo, un ser excepcional, un Dios omnipotente, a quien
se le debe idolatría...
Joan Antoni Guerrero Vall
septiembre 11, 2014
Muchos meses después de la muerte del expresidente venezolano Hugo
Chávez prosigue la estrambótica campaña política en Venezuela que busca
erigirlo en una especie de santo, un ser excepcional, un Dios
omnipotente, a quien se le debe idolatría, incluso después de haber
muerto. Presenciamos la construcción paulatina del mito y muestra de
ello es, ¡madre mía!, la versión del Padre Nuestro que ha circulado en
las últimas semanas, levantando polémica y revelando una vez más el
carácter mesiánico, y de vocación pseudoreligiosa, del movimiento
político bolivariano. Un movimiento que responde a los intereses del
castrismo cubano, hoy por hoy el que, podríamos decir, es el dueño
ideológico del "alma política" latinoamericana.
Mientras el madurismo sigue construyendo su particular mitología
alrededor de la obra política de Chávez, el silencio rodea la suerte del
opositor venezolano Leopoldo López, un nombre que ha desaparecido de las
crónicas de los periódicos en Europa. Ya no solo es difícil encontrar
información sobre el movimiento de oposición en los medios españoles,
donde existe cierta sensibilidad por las cuestiones de Latinoamérica,
sino que también es notoria la falta de atención sobre la cuestión en la
prensa de otros países europeos. Para obtener datos del juicio contra el
líder de Voluntad Popular hay que recurrir a otros medios.
Los movimientos de oposición, tanto en Venezuela como en Cuba, padecen
también de la falta de atención por parte de la prensa internacional lo
que hace que, en ocasiones, se desconozcan sus nombres, sus propuestas y
en muchos casos incluso su existencia. Hoy por hoy las páginas de
internacional siguen siendo ocupadas por los shows orquestrados por los
dirigentes de esos gobiernos que, con anécdotas como la versión del
Padre Nuestro chavista, acaparan más atención mediática que cualquier
otra información relativa a la oposición por mucho más importante que
nos pueda parecer.
Lamentablemente una dinámica del periodismo es hablar más de los
políticos que de la gente. Se invierte mucho más tiempo siguiendo a los
políticos, para tomar notas de sus mentiras, que preguntando a la gente
en las calles y plazas para conocer sus intereses y necesidades. La
balanza periodística sigue decantándosehacia los movimientos y
operaciones políticas más que en las consecuencias de los programas
políticos, que afecta a la ciudadanía, en muchos ocasiones,
probablemente, donde puede encontrarse a la oposición más honesta y sincera.
Ahora en Venezuela los que parecen haber asaltado las calles son los
partidarios del madurismo. Lo sabe bien Maduro, que sin el apoyo de la
calle no va a ningún lado. "Debemos formarnos en los valores de Chávez
en el combate diario en la calle, creando, construyendo revolución,
haciendo revolución". Y es que cualquier movimiento político, sea el que
gobierna como el que aspira a hacerlo, no puede prescindir de la calle.
Como tampoco el periodismo, al que jamás se le debe olvidar que tomar el
pulso de lo que sucede entre la gente corriente es la clave para conocer
mejor cualquier realidad.
http://www.martinoticias.com/content/padre-nuestro-madre-mia/74722.html
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