Delirio y nostalgia
JORGE OLIVERA CASTILLO | La Habana | 26 Ago 2014 - 5:26 am.
El radicalismo que se propaga en los predios del Foro de Sao Paulo no es
una opción realista.
Por estos días, desde tierras bolivianas, se observa con mayor nitidez
el centelleo de la hoz y el sonido bronco del martillo.
Allá en La Paz, más de 650 representantes de la izquierda que se niega a
abandonar los límites de la ortodoxia, ponen al capitalismo mundial en
la diana y le tiran a boca de jarro.
El linchamiento se lleva a cabo en los predios del Foro de Sao Paulo, el
cónclave fundado en Brasil en 1990, a raíz del derrumbe del campo
socialista.
Entre los temas a debatir en las reuniones, figuran el proceso de paz en
Colombia, la problemática de los fondos buitres y el derecho a la
soberanía de las Islas Malvinas en Argentina; el reclamo de Bolivia por
una salida mar, la denuncia del gobierno ecuatoriano contra la petrolera
Chevron por daños ambientales y el "bloqueo" de Estados Unidos a Cuba,
entre otros.
La vigencia de este espacio en que se reciclan las viejas ideas del
patrimonio marxista-leninista, refleja la tendencia cada vez marcada de
decenas de líderes políticos y sindicales, académicos, literatos e
integrantes de la sociedad civil, fundamentalmente de los países de la
América hispanohablante, por articular un mundo bajo la égida del
llamado socialismo del siglo XXI.
Con mucha retórica y argumentaciones de escaso valor conceptual se
desdibujan las fronteras de lo que sería la materialización postmoderna
del ideario que solo ha servido para engrandecer egos y satisfacer
caprichos.
Esa izquierda que propugna la emancipación de las tenazas del capital,
la igualdad de clases y la prosperidad para todos, es la misma que le
allana el camino a los dictadores y contribuye a entronizar el caos.
Según las teorías que funcionan como anzuelo para cazar tontos útiles y
cínicos de la peor ralea, la pobreza se acaba con la eliminación de la
propiedad privada y el control estricto de los medios de producción por
parte del Estado.
El plan también contempla el tiro de gracia al multipartidismo y a la
libertad de prensa.
En Sao Paulo se levantan las voces por una revolución imposible. Es muy
difícil que esas ideas lleguen a materializarse en la magnitud que
aspiran sus organizadores.
Por lo menos esa izquierda que apuesta por el radicalismo y sueña con
revoluciones que pongan de rodillas a Occidente, tiene allí un ámbito de
lujo para hacer catarsis.
Los asistentes deben sentir tristeza por la ausencia de Fidel Castro y
Hugo Chávez, dos caudillos que avalaron con sus discursos la necesidad
de construir un imperio administrado por el proletariado.
No hay dudas de que los participantes regresarán a sus países sonrientes
y con nuevos bríos para continuar su lucha por una Patria Grande.
Es paradójico que el odio al capitalismo, y sus valores, sea más
relativo de lo que pudiera estimarse.
Fidel, Raúl Castro, Daniel Ortega y Nicolás Maduro, por solo mencionar a
algunos de los líderes más sobresalientes dentro de esa corriente de
pensamiento, son ejemplos de la doble moral.
En público parecen consecuentes con la austeridad que proclaman. Sin
embargo su estilo de vida excede el poder adquisitivo de sus
presidenciales salarios.
Se presume que, en conjunto, las fortunas de Fidel y Raúl Castro superen
los 1.000 millones de dólares. Ambos hermanos tienen decenas de
mansiones a lo largo y ancho de la isla de Cuba, y sus despensas están
atiborradas de productos fabricados en el primer mundo.
Así que esos dardos que lanzan contra el establishment norteamericano y
sus aliados, son artificios para desviar la atención de su latrocinio a
expensas del cargo que ocupan.
El radicalismo que se propaga en los predios del Foro de Sao Paulo es
una pose de moda. Un remedio para calmar las frustraciones de quienes
todavía lloran la pérdida de la Unión Soviética. Nunca una opción realista.
http://www.diariodecuba.com/cuba/1409002248_10122.html
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