Dios en la portería
RAÚL RIVERO | Madrid | 17 Ago 2013 - 9:36 am.
Lo que vende ahora en América Latina, una región con más demagogos que
esperanzas, es Dios, el fútbol y los personajes de la televisión.
Los populistas en América Latina no tienen fronteras. Tienen pasión por
el poder. Para ejercerlo con sus vanidades sin una quemadura y el
barullo de sus ideologías ya no se conforman con cargar niños pobres,
abrazar a unos trabajadores o saludar de lejos a los limosneros. Lo que
vende ahora en aquella región con más demagogos que esperanzas es Dios,
el fútbol, los personajes de la televisión y la derrota de la corbata.
El empeño por ganar un voto, seducir y engañar es más poderoso que las
ideas y está por encima de la inclinación política de los personajes.
Cristina Fernández de Kirchner fue a Brasil con un fotógrafo entrenado
para que la retratara, junto a su delfín, en una conversación de amigos
con el Papa Francisco. Luego, durante la campaña para los comicios que
acaba de perder estrepitosamente, los cristinistas tapizaron Buenos
Aires con la imagen de los tres cristianos.
Para las elecciones de alcaldes y concejales que se realizarán en
Venezuela en diciembre, Nicolás Maduro ha designado como candidatos a un
grupo de figuras de la televisión. Entre ellos nombró a un actor de
culebrones llamado Winston Vallenilla y a un cantante popular conocido
como El Potro. El presidente venezolano dijo a la prensa que con esa
decisión se suma a los ciudadanos que defienden el derecho de los
artistas "a regir los destinos de la patria".
La alegre y fervorosa izquierda sudamericana no está sola en esa
contienda. En Paraguay, el flamante presidente Horacio Cartes, un
millonario que apareció como un ciclón, ha llegado para enseñar las
cualidades del populista de derecha.
Liberados del obispo Fernando Lugo, un cantamañanas zurdo en la línea de
Hugo Chávez y el castrismo, los paraguayos tienen que confiar en que
Cartes, como ha dicho, le dé un nuevo rumbo a ese país. El hombre,
además de un empresario poderoso, es el presidente del club de fútbol
Libertad y ha comparado su consejo de ministros con una selección
nacional de ese deporte.
A Cartes le gusta usar ese lenguaje, evoca con frecuencia a Dios y a la
Virgen y quiere que se le tenga por un individuo espontáneo, informal,
casi como un descamisado. Por ser rico, donará su salario para asuntos
sociales, como lo dona José Mujica, el uruguayo, por ser pobre.
Por allá nadie corre los riesgos del equilibrio.
http://www.diariodecuba.com/cultura/1376656396_4666.html
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