Saturday, July 8, 2017

Venezuela al borde del abismo

Venezuela al borde del abismo
CARLOS ALBERTO MONTANER

Luis Almagro ha vuelto a la carga. Al Secretario General de la OEA, como
a medio planeta, le pareció repugnante el asalto de las turbas chavistas
a la Asamblea Nacional. Quiere congregar a los embajadores para examinar
ese vergonzoso episodio. Tal vez para condenarlo, si se logran los votos
y consigue adecentar el comportamiento miserable de los islotes
caribeños comprados por el chavismo a punta de petrodólares.

¿Por qué Maduro propició estos hechos? Por varias razones.

Es lo que suele hacer el régimen de La Habana. Maduro es un simple brazo
del gobierno de Raúl Castro. Se trata de un "acto de repudio" cubano
realizado en Caracas. Aunque esta suerte de pogromo es orquestado y
dirigido tras bambalinas por los servicios de contrainteligencia, es
ejecutado por supuestos "ciudadanos indignados que no consiguen reprimir
su cólera ante la perfidia de los enemigos de la patria, siempre al
servicio de Estados Unidos".

Esa es la narrativa. No importa que nadie crea esa versión absurda. Es
sólo una explicación formal para justificar la represión. La función de
estas actividades represivas es castigar a los disidentes, intimidar al
conjunto de la sociedad para que no se le ocurra vincularse a los grupos
de oposición, y construir una realidad paralela de revolucionarios
heroicos contra la ultraderecha fascista.

A Maduro no le importa que la OEA o el Mercosur lo condenen. El mundo
tiene poca memoria y se cansa rápidamente de protestar. La dictadura
puede vivir con esas censuras. Lo que no puede es vivir fuera del poder.
La arroparán los comunistas del mundo entero, comenzando por los
españoles de Unidos Podemos (esos personajes sin corazón que piden
democracia para ellos y tiranía para los demás), la Rusia de Putin,
probablemente China, los hermanos de las FARC, Evo Morales, los
sandinistas de Ortega, el Farabundo Martí de El Salvador, y el resto de
la tribu prototalitaria. ¿Quién recuerda que en 1989 los chinos acabaron
a sangre y fuego con las protestas de Tiananmen?

Fidel Castro siempre creyó en la utilización de turbas para lograr sus
objetivos. Recurrió a ellas desde que estaba en la oposición a Batista
en los años cincuenta. Pero ni siquiera lanzó a sus partidarios de rompe
y rasga contra los batistianos. Los usó para amedrentar a los miembros
de su propio Partido Ortodoxo que tenían otro concepto de la estrategia
de lucha. Fidel Castro, finalmente, decidió morirse hace unos meses,
pero dejó como parte de su herencia esa impronta violenta.

Raúl Castro, el heredero, piensa que Nicolás Maduro es un idiota, pero
es su idiota. Y la manera de protegerlo es calcando en Venezuela la
manera cubana de controlar a la sociedad para que nunca más los
venezolanos "contrarrevolucionarios" puedan ganar alcaldías,
gobernaciones o la mayoría parlamentaria.

Esto se logra con una Constitución que establezca la sacrosanta primacía
de la revolución bolivariana, un sistema de postulaciones que les cierre
el paso a los "desafectos" y un modelo electoral de segundo grado que,
como sucede en Cuba, garantice que sólo ganan los "buenos revolucionarios".

Es verdad que el noventa por ciento de los venezolanos está en contra de
la cubanización del país, incluidos muchos chavistas, pero, en la
matemática comunista que maneja Raúl Castro, el 10% que respalda a
Maduro alcanza para sellar la jaula. El número mágico de la
contrainteligencia, espina dorsal de esos regímenes, es de apenas el
0.5% de la población. De los dos millones de adultos que simpatizan con
el chavismo, o que se benefician de él, bastan apenas 150,000 personas
para echar el cerrojo definitivo.

Los venezolanos tienen pocos días para impedirlo. ¿Quién puede
ayudarlos? Estados Unidos examina una propuesta interesante basada en la
pugna que existe entre el poder legislativo, respaldado por el voto
popular, y el judicial, artificialmente construido por una maniobra del
chavismo.

La propuesta de los demócratas es sencilla: abonar en una cuenta escrow
el importe diario de la factura petrolera, que es el único dinero en
efectivo que entra a las arcas del país, y dejar que la Asamblea
Nacional, depositaria de la soberanía popular, decida el momento en que
se efectúen las transferencias reales al tesoro nacional. Esto le daría
a la oposición el leverage que necesita para obligar al gobierno a
negociar en serio una salida a la crisis.

Periodista y escritor. Su último libro es la novela Tiempo de Canallas.

Source: Venezuela al borde del abismo | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/carlos-alberto-montaner/article160135814.html

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