El fiscal Nieves, la carta de Almagro y los sobrinos de Cilia
FERNANDO MIRES | Oldenburg | 14 Nov 2015 - 5:46 pm.
En la Venezuela de Maduro han ocurrido en menos de 30 días tres hechos
de fuerte impacto. ¿Son tres hechos aislados o son expresiones de todo
un proceso?
La tarea del comentarista político no se reduce a analizar a cada hecho
por separado. Se trata más bien de descubrir las relaciones que existen
entre ellos. En ese sentido la tarea analítica no es diferente de la del
historiador. En ambas prácticas, la historiográfica y la analítica, lo
fundamental es deducir, ante la presencia de los hechos, la existencia o
inexistencia de procesos. La diferencia reside solo en el uso de los
tiempos.
Mientras el historiador debe operar sobre la base de hechos ya
ocurridos, el analista debe hacerlo sobre hechos que están ocurriendo.
El tiempo de la política, a diferencias del tiempo de la historia que es
el pasado, es el gerundio.
Ahora bien, en la Venezuela de Maduro han ocurrido en menos de 30 días
tres hechos de fuerte impacto. ¿Son tres hechos aislados o son
expresiones de todo un proceso? La pregunta, desde un punto de vista
político, parece ser importante.
El primer hecho surge de las declaraciones (23 de octubre) emitidas en
EEUU por el fiscal acusador de Leopoldo López, Franklin Nieves.
Declaraciones en las cuales fue claramente estatuido como las pruebas
que llevaron a condenar a más de 13 años de prisión al dirigente
político, no solo son falsas sino, además, fueron elaboradas por el
propio Gobierno.
El segundo hecho fue la carta dirigida por el secretario general de la
OEA, el uruguayo Luis Almagro, a Tibisay Lucena (9 de noviembre). En esa
carta Almagro deja muy claro que el régimen venezolano ha incurrido en
gravísimas faltas que llevarían a adulterar el evento electoral a ser
realizado el 6-D, razón por la cual Almagro exige la presencia de
observadores internacionales en los comicios.
El tercer hecho fue la detención —mediante un operativo de la DEA en
Puerto Príncipe (10 de noviembre)— de dos sobrinos de la primera dama
Cilia Flores, involucrados en una de las actividades más criminales de
nuestro tiempo, el tráfico de drogas. Ambos sobrinos presidenciales
viajaban portando pasaportes diplomáticos.
El primer hecho, las revelaciones de Nieves, ha puesto de manifiesto lo
que todo el mundo sabía: que en Venezuela la justicia está subordinada
al poder ejecutivo. Pero en este caso no se trata de la constatación
obvia de que el régimen de Maduro viola los derechos humanos sino de
algo aún más grave: el Gobierno viola sistemáticamente la propia
legalidad sobre la cual se encuentra erigido.
Sin legalidad no hay democracia y sin democracia hay dictadura. Los
ciudadanos de Venezuela —ahora se sabe en todas partes— se encuentran
absolutamente desprotegidos frente a las decisiones de un gobierno que
entiende por legalidad solo a las ordenes impartidas por sus máximos
personeros.
En Venezuela, Cabello y Maduro han destruido en todas sus formas el
Estado de derecho. Ha culminado así la gran obra destructiva iniciada
por Hugo Chávez.
El segundo hecho, la carta de Almagro, muestra a todos los gobiernos de
América Latina y del mundo, como el Gobierno de Maduro incurre en graves
irregularidades electorales. Irregularidades que probablemente no se
hacen presentes en la contabilidad formal de los votos, sino en la
utilización del aparato del Estado como medio de propaganda y coerción,
en la construcción artificial y forzada de tramposos circuitos
electorales, en arbitrarias inhabilitaciones, en el uso de naipes
marcados, como la boleta electoral confeccionada para confundir a los
electores con partidos inexistentes y candidatos anónimos.
No obstante, a través de su carta, Almagro ha puesto también de
manifiesto que esta vez Maduro no gozará del beneplácito internacional.
La constelación política latinoamericana ha cambiado y seguirá cambiando
frente a los desmanes ocurridos y por ocurrir en Venezuela. Las
elecciones del 22 de noviembre en Argentina, cualquiera sea su
resultado, determinarán el inicio de un cambio político de gravitante
importancia continental.
El Gobierno de Maduro, es la diferencia con el de Chávez, se encuentra
cada vez más solo en el mundo. La infame amenaza de gobernar con una
junta militar en caso de perder las elecciones, no podrá fructificar.
Los generales venezolanos podrán ser muy oportunistas. Pero dementes no son.
La detención de los sobrinos de Cilia Flores ha sido la gota de agua que
ha colmado el vaso. Ha mostrado no solo las prácticas nepotistas a las
que nos tiene acostumbrado la "revolución" bolivariana, sino algo mucho
peor: la descomposición del propio Estado.
Al Gobierno de Maduro se debe el aniquilamiento del aparato productivo,
la disociación de las relaciones ciudadanas y la evidente
desarticulación (anomia) de los lazos sociales que conforman a una
nación bien constituida. Lo nuevo es que la desintegración social de
Venezuela —uno de cuyos síntomas es la altísima criminalidad que asola
sus calles— ha infectado al propio aparato del Estado. Y no podía ser de
otra manera: una administración formada por gente que no persigue otro
objetivo sino la conservación de su poder, y que para mantenerlo salta
por sobre todas las vallas morales y legales, no puede ser dirigida con
eficiencia. Ningún Estado puede ser mejor que sus ocupantes.
Las tareas que aguardan a la oposición no son para envidiar. Si el
triunfo en las elecciones del 6-D se convierte en realidad, aparecerá en
Venezuela una constelación marcada por una dualidad de poderes. Maduro,
Cabello y sus secuaces, continuarán adueñados del poder instrumental:
las armas, la policía, los jueces vendidos y los paramilitares. La
oposición, en cambio, será depositaria del poder social, político y
constitucional. Pero para que el segundo poder se imponga sobre el
primero, deberá ser necesario que la oposición logre mantenerse unida en
el marco de una disciplina que lleve a posponer intereses de liderazgo
personal.
Cualquier intento para aislarse del conjunto, cualquiera declaración
espectacular no debatida al interior de la MUD, cualquier proyecto de
jugar al martirologio o de usar la plataforma alcanzada a favor de
desmadres exhibicionistas, puede echar un largo trabajo político por la
borda. Y eso lo pagaría muy caro la mayoría de los ciudadanos.
Diosdado Cabello ha declarado que el Gobierno de Maduro está siendo
atacado por todos lados. Definitivamente no ha leído bien el momento
político que vive su país. Lo que sucede es que el Gobierno de Maduro
está haciendo agua por todos lados; y eso es muy distinto. No estamos
frente a una conspiración internacional. Solo estamos presenciando el
naufragio de un gobierno. Ese naufragio es también un proceso.
Esas son las razones que llevan a entender a las declaraciones del juez
Nieves, a la carta del secretario general Almagro y a la detención de
los sobrinos de Cilia, no como hechos aislados sino como eslabones en la
cadena de un proceso. De ese proceso que lleva al naufragio de un régimen.
De la oposición dependerá en gran parte que el naufragio gubernamental
no se convierta en un naufragio nacional. La Constitución indicará, a su
debido momento, los objetivos y los rumbos. Ojalá sea así.
Source: El fiscal Nieves, la carta de Almagro y los sobrinos de Cilia |
Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/internacional/1447515993_18127.html
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