Sunday, March 26, 2017

Venezuela fallida

Venezuela fallida
CARLOS ALBERTO MONTANER, Miami | Marzo 26, 2017

El asunto es más grave. El régimen chavista de Nicolás Maduro, sin duda,
ha violado todos los incisos de la Carta Democrática Interamericana de
la OEA y merece ser sancionado, pero suspender a Venezuela de la
Organización de los Estados Americanos es poca cosa y, tal vez, llega
muy tarde. El daño que ha sufrido esa sociedad ha sido muy profundo.

Peor que tratar de convertir a Venezuela en otra Cuba, es haberla
transformado en otro Congo, un país caótico y desorganizado, dominado
por jefecillos locales que viven a punta de cuchillo. Venezuela, además
de ser un Estado forajido que agrede a los demás, es un Estado fallido
que incumple sus propias leyes e ignora sus instituciones, del que ha
desaparecido el principio de autoridad, la capacidad de reprimir se ha
atomizado en mil centros violentos, y el aparato estatal no responde a
las órdenes de quienes, supuestamente, mandan.

Maduro, un señor que dice tonterías y baila salsa, dirige precariamente
uno de esos centros. "Por ahora" es el más poderoso, pero sólo
provisionalmente. Está a su alcance encarcelar a Leopoldo López o a
Antonio Ledezma, porque la oposición actúa dentro de unos esquemas
republicanos pacíficos y predecibles, pero Maduro no puede controlar a
los miles de venezolanos de rompe y rasga, los malandros a los que el
chavismo armó y les dio patente de corso para que desvalijaran y
aterrorizaran a lo que llaman "la burguesía", es decir, las personas
empeñadas en tener una vida decente y normal.

Es la anomia total. La absoluta falta de principios, valores y normas
civilizadas. Aunque quisiera, que no es el caso, Maduro tampoco puede
impedir la producción y tráfico de estupefacientes. Esa, desde la
perspectiva chavista, es solo una zona más de enriquecimiento. El
narcotráfico apenas es una variante del delito. Lo practican muchos
generales coludidos con los capos de la droga, e incluso sus propios
parientes más cercanos, como sucede con sus narcosobrinos. Hay unos
ladrones de cuello blanco que roban en PDVSA. Otros crean empresas de
maletín para intermediar en las compras del Estado o reciben cuantiosas
coimas de compañías como Odebrecht. En el fondo, son iguales.

¿Cómo llamarlos al orden si el chavismo ha sido una inmensa máquina
dedicada a delinquir? El desalmado que mata a una muchacha para robarle
un teléfono celular siente que lo que él hace no es peor que
aprovecharse de las relaciones personales para obtener dólares a precios
preferentes y enriquecerse por medio de cambios tramposos. Cada uno
rebaña lo que puede y como puede. El perraje, que es impresentable, usa
la navaja o la pistola para extorsionar o matar a cualquiera y huir de
la escena del crimen a bordo de una moto. El bandido sofisticado utiliza
un bolígrafo de oro, tiene cuenta en un paraíso fiscal, y se prepara
para abandonar Venezuela en su propia avioneta tan pronto el barco
comience a hundirse. Uno y otro se hermanan en la impunidad y en el
desprecio por el país en que nacieron.

¿Qué más puede ocurrir en Venezuela? Dada la infinita incapacidad del
régimen y la creciente pérdida de autoridad, puede suceder cualquier
cosa. Ya está sucediendo. El default y la consecuente desaparición del
crédito para importar alimentos están a las puertas. Como resultado de
ello, es previsible una hambruna que mate a miles de venezolanos o los
deje en puro hueso y pellejo. La ausencia prolongada de electricidad y
agua potable no es descartable. Tampoco la aparición de unas infecciones
monstruosas e incontrolables. Seguirá, in crescendo, la desesperante
hiperinflación que va agregándoles ceros a los precios y puede llegar a
cifras incalculables, como sucedió en Alemania en los años veinte del
siglo pasado o en la década de los ochenta en países andinos del
vecindario como Perú, Bolivia y Ecuador.

¿Cómo se le pone fin a esta pesadilla? Es difícil creer que Maduro se
acoja al sentido común y busque una solución colegiada junto a la
oposición, que es la infinita mayoría del país. Raúl Castro le ordenará
que resista y se atrinchere en el discurso antiimperialista. Raúl está
dispuesto a pelear hasta el último venezolano. Todo lo que le interesa a
La Habana es continuar con el ordeño de la vaca lechera. No veo a
Nicolás Maduro perdiendo unas elecciones y colocándole la banda
presidencial a Henrique Capriles, a María Corina Machado, y mucho menos
a Leopoldo López.

Se cumplirá, sin embargo, un dictum propio de estas situaciones:
mientras más dure, y mientras mayor sea la destrucción de los
fundamentos nacionales, más dolorosa y sangrienta será la cura.

Source: Venezuela fallida -
http://www.14ymedio.com/opinion/Venezuela-fallida_0_2187981181.html

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