PEDRO CORZO: La subestimación del populismo
PEDRO CORZO
Las fuerzas políticas que pugnan con los movimientos populistas
identificados con el extremismo, tienden a subestimar a sus rivales,
porque salvo excepciones, consideran que si aspiran al poder nunca serán
capaces de alcanzarlo y si lo conquistan, no importa el método que usen,
serán incapaces de conservarlo.
Las experiencias sobran. Un profesor y político cubano le expresó en
1959 a uno de sus discípulos más destacados, José Ignacio Rasco: "Pepe,
no te preocupes, a Fidel lo manejamos con un dedo", una creencia tomada
como certeza, que compartió un amplio sector de la oposición al
castrismo por varios años.
Las palabras de Chávez en la Universidad de La Habana en su primera
visita a la isla, "algún día esperamos venir a Cuba en condiciones de
extender los brazos y en condiciones de mutuamente alimentarnos en un
proyecto revolucionario latinoamericano", no fueron suficientes para que
la mayoría del pueblo, la clase dirigente y los políticos rechazaran al
militar golpista.
El totalitarismo cubano fue una inspiración para Hugo Chávez, aunque hay
que reconocer que adecuó las prácticas castristas a las condiciones de
su país.
Las experiencias de Cuba y Venezuela no fueron suficientes para que los
ecuatorianos impidieran a Rafael Correa llegar al poder, tampoco a los
bolivianos para rechazar al cocalero Evo Morales.
Nicaragua es otro ejemplo. La reinvención política de Daniel Ortega
demuestra la capacidad de sobrevivencia de los caudillos populistas.
Los regímenes populistas podrán estar divididos hacia el interior, pero
el frente que presentan a sus enemigos es monolítico. Sus dirigentes
están conscientes que el discurso paternalista, protector, clasista,
cargado de resentimientos, siempre conquistará adeptos.
Cierto que el populismo produce una impresión de caos, desorden y falta
de autoridad, pero la realidad es que tras esa apariencia amparada en un
discurso justiciero que se revierte en enriquecimiento de la clase
dirigente y el envilecimiento de la ciudadanía, hay un núcleo duro
organizado e identificado con un proyecto que tiene como fin conquistar
y conservar el poder por tiempo indefinido.
Todos los movimientos extremistas con base popular son peligrosos, pero
esa condición se acentúa cuando los conducen individuos capaces de
seducir y victimizar a las masas hasta su total manipulación, como
fueron, entre otros, dirigentes como Benito Mussolini, Adolfo Hitler y
Fidel Castro.
Los iluminados por el extremismo no se detienen a pensar en el derecho
de quienes se les oponen. Padecen del absolutismo de los fanáticos y
como tales actúan.
Para retar con ciertas posibilidades de éxito a un movimiento populista
se precisa un discurso claro y coherente, llegar a las bases del
oficialismo sin concesiones de ningún tipo, demostrar a los partidarios
del régimen que son instrumento de un gobierno que les empobrece en
todos los aspectos.
Constituir sombrillas de organizaciones que copien el principio de
unidad en la diversidad de la Mesa de la Unidad Democrática venezolana
es una sabia decisión, si se toman en cuenta las condiciones de cada
país. Es una estrategia que puede servir de modelo a los sectores que en
otros países elaboran fórmulas para enfrentar el despotismo electoral.
Cierto que en esas sombrillas de la oposición no estarán representados
todos los que rechazan el oficialismo porque habrá un sector convencido
que el gobierno nunca respetará la voluntad popular y que participar en
elecciones cuando el ejecutivo tiene un control total de las
instituciones, es legitimar el régimen.
El esfuerzo para encontrar un camino común, por encima de las
diferencias genuinas que se generan en todo organismo pluralista, junto
a los siempre presentes egos y ambiciones, demanda de parte de los
directores de estas sombrillas estratégicas un talento y una habilidad
extrema para poder concertar las diferencias en pro de la meta que les une.
El proyecto opositor tiene que estar vinculado estrechamente a las
necesidades populares, a la vez que debe tener conciencia que nunca
seducirá al núcleo central que respalda al gobierno.
Si una entidad unificadora logra seleccionar al candidato que cuenta con
mayor respaldo popular, está enviando un fuerte mensaje a los sectores
de la oposición, pero también a los indecisos, incluidos aquellos que
aunque simpatizan con el gobierno, son capaces de reconocer que el país
está enfrentando una seria crisis estructural en el aspecto económico y
ético.
Un reto importante es hacer que los escépticos ejerzan su derecho al
voto. Convencer a las personas que no confían en la vía electoral y
favorecen la abstención es muy difícil, pero más complicado aún es sacar
de la frustración y el desencanto al sector de la población que
desprecia la política y los políticos.
La no participación ciudadana en las elecciones es una amenaza a la
democracia más letal que el más sanguinario de los dictadores.
Periodista de Radio Martí.
Source: PEDRO CORZO: La subestimación del populismo | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article32443770.html
No comments:
Post a Comment