El Plan Dictadura de Maduro
GINA MONTANER
Horas antes de que una vez más la oposición venezolana tomara las
calles, el gobernante Nicolás Maduro hizo una alocución amenazante en la
televisión oficialista: la Fuerza Armada Bolivariana le había presentado
el "Plan Zamora" para, según él, contener el supuesto golpe de estado
que los opositores estaban urdiendo con el apoyo de Washington.
El "Plan Zamora" no era otra cosa que el mensaje intimidatorio del
mandatario venezolano a los ciudadanos que se niegan a vivir bajo un
sistema que pisotea sistemáticamente el estado de derecho. Maduro le
estaba comunicando al pueblo que se emplearía sin miramiento la
violencia con el fin de minimizar la presencia en las calles de la
coalición opositora. La noche antes de la gran movilización del pasado
19 de abril el núcleo duro del chavismo escenificaba un cónclave para
disuadir a sus detractores del único modo que conocen, que es mediante
el miedo y la coacción.
No es la primera vez que Maduro acusa a los parlamentarios de la
oposición de estar detrás de un supuesto golpe de estado que igual tenía
la bendición de Obama y ahora de la administración Trump. En vísperas de
las manifestaciones el Departamento de Estado advirtió que le preocupa
mucho la crisis en el país sudamericano, donde unos días antes el propio
Maduro había prometido que le entregaría armas a milicias civiles para
"defender" la revolución bolivariana. A este comunicado se ha aferrado
el gobernante venezolano para asegurar que se trata de la luz verde por
parte de Washington para desestabilizarlo y ha culpado directamente al
presidente del Parlamento, Julio Borges, de instar al golpismo.
A pesar de sus amenazas, su voluntad de armar a sicarios del chavismo y
su nebuloso "Plan Zamora" cívico-militar, la oposición marcha en todo el
país y en distintas ciudades del mundo donde la diáspora venezolana se
ha asentado huyendo del régimen despótico y fallido de Caracas.
Nuevamente se convocan protestas para exigir que se reinstaure el hilo
constitucional, que se solucione la grave crisis humanitaria que
atraviesa Venezuela, que se libere a los presos políticos y que se
convoquen elecciones generales. Unas exigencias que de cumplirse podrían
darle paso a una transición que rompería el maleficio que instauró Hugo
Chávez con la intención de que el chavismo se perpetuara al estilo del
modelo castrista en Cuba.
Quienes intermitentemente salen a las calles acompañando a dirigentes y
activistas de la oposición como Henrique Capriles, María Corina Machado
o Lilian Tintori cada vez más se arriesgan a ser asesinados por las
fuerzas represivas. En los últimos días ha habido muertos y heridos por
disparos de lo que aparentan ser grupos paramilitares, aunque desde
Miraflores no se ha tardado en acusar a sus oponentes de los brotes de
violencia. A pesar de que las marchas que se convocan son pacíficas y en
clara desventaja frente a un gobierno militarizado, jóvenes, estudiantes
y familias enteras conforman una multitud unida por la desesperanza y la
frustración crecientes. La tan cacareada revolución del siglo XXI no
tiene salida. Sólo es un agujero negro de escasez, hambruna,
criminalidad y represión.
En una de las marchas en Caracas que el pasado miércoles avanzaba hacia
la Defensoría del Pueblo para exigir el cambio, una manifestante había
escrito en su pancarta, "Pobre de aquel gobierno cuya única fuerza sean
las armas". A eso se ha reducido el chavismo. La represión pura y dura
para mantenerse en el poder a cualquier precio, que es el de estar
dispuesto a salir a matar a los venezolanos. A ellos tampoco la historia
los absolverá de sus crímenes y atropellos.
Source: El Plan Dictadura de Maduro | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/gina-montaner/article146016259.html
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