Venezuela y su crisis de fin de régimen
CARLOS MALAMUD, Madrid | Octubre 24, 2016
Con independencia del desenlace de la actual crisis que atraviesa
Venezuela, nada en ese país volverá a ser como antes. La movilización
popular y la tan temida represión posterior resaltarán una vez más el
carácter autoritario del régimen, con la diferencia de que esta vez no
habrá marcha atrás y será imposible convencer a los venezolanos y a la
comunidad internacional de las enormes virtudes del proceso bolivariano.
Los sucesos de la última semana han servido para dejar expuestas todas
las vergüenzas del chavo madurismo y para que caiga definitivamente la
careta de la revolución bolivariana y del gobierno al servicio de los
pobres.Hoy las cosas no son iguales a lo que ocurría años atrás cuando
vivía y reinaba el comandante eterno. Para comenzar Nicolás Maduro no es
Hugo Chávez. Y si bien el primero sigue contando con el pleno respaldo
de Cuba, el descenso en el precio del petróleo limita los márgenes de
actuación de unos y otros. En segundo lugar la Asamblea Nacional está en
manos de la oposición. Esto compromete seriamente la posibilidad de
seguir emitiendo el mensaje del carácter marginal y antisistema de
quienes forman la columna vertebral de los "enemigos" del proceso (los
tan denigrados escuálidos y pitiyanquis).
El deterioro de la situación interna es de tal magnitud que el respaldo
popular del chavismo se ha contraído dramáticamente. Las opciones
electorales del oficialismo son tan bajas que han debido postergar a
"finales del primer semestre de 2017" las elecciones regionales del
próximo diciembre. La vaguedad de la fórmula muestra las dificultades y
limitaciones del Consejo Nacional Electoral (CNE) presidido por Tibisay
Lucena. Pese a ser teóricamente un poder independiente, el CNE ha
demostrado una vez más su total subordinación al gobierno. Sin embargo,
el punto más escandaloso y que ha provocado la actual crisis fue la
determinación del CNE de aplazar sine die la convocatoria del referéndum
revocatorio.
Cuando el chavismo ganaba una elección tras otra y se erigía en un
modelo de democracia, la figura del revocatorio se presentaba como la
prueba indudable del compromiso democrático del régimen. La legitimidad
de origen de los sucesivos gobiernos chavistas y del de Maduro eran el
escudo protector que defendía al movimiento bolivariano de críticas
internas y externas. Pero también en el frente internacional
(especialmente en América Latina) las cosas han cambiado, y mucho.
Al mando de la "desprestigiada" OEA (Organización de Estados Americanos)
ya no está el chileno José Miguel Inzulza, que terminó siendo un
cómplice del chavismo, sino el uruguayo Luis Almagro, que contra todo
pronóstico se ha erigido en un crítico feroz del madurismo y sus
constantes ataques a la democracia. En unas recientes declaraciones,
tras la suspensión de la recogida de firmas para permitir el
revocatorio, el Secretario General de la OEA llamó a los países de la
región a tomar "acciones concretas para defender la democracia", dado su
convencimiento "del rompimiento del sistema democrático". También dio un
paso más en su intento de aplicar la Carta Democrática al señalar que
"sólo las dictaduras despojan a sus ciudadanos de derechos, desconocen
el legislativo y tienen presos políticos".
Su actitud es posible por las transformaciones operadas en la región. El
fin del proyecto hegemónico cubano venezolano de ámbito regional es
evidente. Los nuevos gobiernos de Argentina y Brasil han supuesto un
cambio cualitativo en la forma de afrontar el problema venezolano. Del
silencio (y hasta la complicidad) de Cristina Fernández y Dilma Rousseff
se ha pasado a la actitud mucho menos permisiva de Muricio Macri y
Michel Temer. Y quien dice Fernández y Rousseff también dice Kirchner y
Lula, por no mencionar a José Mujica y otros mandatarios
latinoamericanos. Si bien Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega
siguen siendo férreos defensores del régimen, sus voces suenan mucho más
débiles y más aisladas que en el pasado.
En esta ocasión, y con una rapidez inimaginable en el período anterior,
12 de los 35 países que integran la OEA mostraron "su profunda
preocupación" por la decisión del CNE de postergar el revocatorio. Lo
importante de este comunicado es que 10 gobiernos latinoamericanos
(Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Honduras, Guatemala,
México, Perú y Uruguay) junto a Canadá y Estados Unidos, sospechosos
habituales de intentar deponer al chavismo, se han negado a justificar
lo injustificable. Por eso el texto concluye que: "La decisión del Poder
Judicial de prohibir la salida de territorio venezolano de los
principales líderes de la oposición... afecta la posibilidad de
establecer un proceso de diálogo entre el Gobierno y la oposición, que
permita una salida pacífica a la crítica situación que atraviesa esa
hermana nación".
Almagro abunda precisamente en este punto cuando considera
definitivamente acabada la misión de mediación de UNASUR integrada por
Leonel Fernández, Martín Torrijos y José Luis Rodríguez Zapatero. Para
el responsable de la OEA, la misión enviada por Ernesto Samper ha
terminado ayudando involuntariamente al Gobierno de Maduro en sus
intentos de impedir que el referéndum revocatorio se celebre antes del
10 de enero de 2017, lo que podría provocar la convocatoria de nuevas
elecciones presidenciales.
Mientras Almagro habla claramente de dictadura, muchos latinoamericanos
siguen callando frente a lo que ocurre en Venezuela. Las múltiples
denuncias de golpe por el juicio político contra Rousseff se han
convertido en clamoroso silencio en todo lo que respecta a la mal
llamada revolución bolivariana. Pese a ello, el régimen chavista está
viviendo su crisis final. El intento ilegal de Maduro y los suyos de
perpetuarse en el poder puede tener éxito o, por el contrario, puede
saldarse con su salida. En este último caso no sería descartable un
Gobierno militar de transición que permita la convocatoria de nuevas
elecciones. Por el contrario, de concretarse la continuidad del
chavismo, con o sin Maduro al frente, el gobierno "popular" habrá
devenido lisa y llanamente en una vulgar dictadura, cada vez más aislada
internacionalmente.
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Nota de la Redacción: este análisis ha sido publicado previamente en la
web Infolatam. Lo reproducimos con la autorización del autor.
Source: Venezuela y su crisis de fin de régimen -
http://www.14ymedio.com/opinion/Venezuela-crisis-fin-regimen_0_2096190367.html
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