Premio de la paz Hugo Chávez, una nueva "madurada"
El presidente de Venezuela ha declarado que el primer condecorado será
Vladimir Putin
Martes, octubre 11, 2016 | Alberto Roteta Dorado
ESTADOS UNIDOS.- El presidente de una nación tiene la potestad para
distinguir con órdenes, condecoraciones y reconocimientos, previo
proceso de análisis y aprobación por su gabinete de gobierno, a aquellas
personalidades que tengan una labor meritoria en determinada esfera
social o área del saber, así como la creación de ciertas distinciones
con las que podrá reconocer a dichas figuras.
El pasado viernes, 7 de octubre, Nicolás Maduro, presidente de
Venezuela, refirió la creación de un Premio de la Paz y la Soberanía
de los Pueblos, de carácter nacional e internacional, con el que
pretende reconocer la labor de personalidades de todo el mundo que se
hayan destacado en la lucha por la paz y en la resolución de conflictos
por vías pacíficas.
Durante el acto en el que se develó una estatua de Chávez elaborada por
el escultor ruso Sergey Kazantzev por orden del presidente ruso Vladimir
Putin, en el poblado de Sabaneta, lugar de origen del presidente, quien
falleció en marzo de 2013, Maduro declaró que el primer condecorado será
Putin, lo que resulta llamativo si se tiene en cuenta que esto ha tenido
lugar a solo unas horas de que Juan Manuel Santos obtuviera el Premio
Nobel de la Paz y que el mandatario venezolano ha sido uno de los pocos
de la región que no ha felicitado a Santos por su premio.
No pretendo cuestionar el ya otorgado premio de Santos, ni a la
personalidad política que será distinguida con el nuevo premio
venezolano. La obtención de un Premio Nobel en cualquiera de sus
variantes (política, literaria, científica, etc.) es el resultado final
de un proceso que se supone sea sometido a un minucioso análisis por
parte de un grupo de expertos; aunque con frecuencia quedemos
sorprendidos al saber quiénes obtuvieron la honorable distinción, algo
que acaba de suceder con el resultado del Nobel de la Paz del
presidente Santos.
De cualquier modo, insisto en la necesidad de que los analistas,
comentaristas, periodistas, politólogos y todo hombre de bien,
independientemente de nuestra libertad para opinar, seamos mesurados sin
dejarnos llevar por nuestras emociones, las que juegan un papel
determinante en gustos y preferencias, y no precisamente en nuestro
pensamiento, el que en última instancia debe predominar al hacer
cualquier juicio crítico. Al fin, ya los premios están otorgados.
Nuestras especulaciones y mucho menos las absurdas encuestas populares
que están apareciendo en las redes sociales para determinar si están o
no de acuerdo con el actual Nobel de la Paz, no van a variar los
resultados.
Después de todo hemos de sentirnos victoriosos por el hecho de que no lo
recibiera Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko, el comandante en
jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, organización
considerada terrorista por numerosos países, incluyendo Estados Unidos y
los miembros de la Unión Europea, y que ni siquiera Raúl Castro con su
historial criminal fuera nominado, lo que sin duda, hubiera sido
bochornoso y entonces si tendríamos que pronunciarnos enérgicamente
contra los resultados finales de un reconocimiento, que se supone sirva
para estimular la labor pacifista, lo que según el testamento de Alfred
Nobel resultaría a quien "más o mejor" haya luchado por la paz.
Pero retomemos la iniciativa de Nicolás Maduro. En primer lugar y
partiendo de que un monarca, un presidente o un líder político están
facultados para la creación de un reconocimiento, la idea no sería del
todo descabellada a no ser que viniera de alguien que como recientemente
afirmara una analista española: "se ha convertido en un chiste –
refiriéndose a Maduro- y Venezuela ya no cuenta para nada".
El país suramericano ocupa actualmente el centro de toda la atención en
América, aun cuando el proceso de la paz en Colombia y su controversial
no del plebiscito, así como el incremento de la oleada represiva del
régimen comunista cubano, ocupan lugares cimeros.
Resulta contradictorio que el presidente de un país se ocupe de crear un
premio de la paz cuando su pueblo se lanza a las calles exigiendo un
revocatorio presidencial, el presidente de su parlamente sea acusado de
manera reiterada por narcotráfico, y ha tenido lugar en su territorio
una Cumbre del Movimiento de Países no Alineados a la que solo
asistieron 15 jefes de estado de más de un centenar que integran dicho
movimiento, y lo peor, existe una marcada represión violenta por parte
de las fuerzas policiales de su gobierno contra la oposición.
Si la distinción se le da o no a Putin, pasa a un segundo plano ante la
magnitud de la paradoja de Maduro. Se sabe que más tarde serán
propuestos Hasán Rouhaní, Kim Yong-nam, Fidel y Raúl Castro, Evo Morales
y Rafael Correa, solo que al mandatario le queda ya tan poco en el poder
que el presidente ruso será el único que pasará a la historia con tan
"honorable distinción", que para colmo lleva el nombre de Hugo Chávez,
cuyo protagonismo desde los primeros años del presente siglo condujo a
Latinoamérica por el peor de los caminos y llevó a Venezuela al colapso
económico y a su crisis política.
Esta "madurada" nos sorprende ahora por su novedad; pero recordemos que
los presidentes comunistas de la Europa oriental fueron expertos en
creaciones de este tipo. Por solo recordar algunas citemos al Premio
Internacional Lenin, el que se daba a aquellos que se destacaran en
fortalecer la paz entre los pueblos, la Orden de Georgi Dimitrov del
estado búlgaro, la Orden Estrella de la República Socialista de Rumania,
la Orden de la Bandera de la República Popular de Hungría en Primera
Clase, la Gran Estrella de la Amistad de los Pueblos de Alemania
oriental y la Orden del León Blanco en Primera Clase de la antigua
Checoslovaquia.
Por supuesto, no podía faltar en nuestra América la Orden José Martí, la
más alta distinción que otorga el Estado y gobierno cubanos, la que han
recibido los principales dictadores de la historia actual, entre los que
se destacan: Leonid Brézhnev, Erich Honecker, Alexandr Lukashenko,
Nicolae Ceaucescu, Mengistu Haile Mariam, Daniel Ortega, Hugo Chávez y
por supuesto Nicolás Maduro, entre otros tantos, algunos de ellos
sentenciados por sus horrendos crímenes y por haber atentado contra la
paz mundial.
De cualquier modo no me indigna tanto quien pudiera recibir el premio,
sino quien lo ha creado, y el nombre que se la ha dado. Por suerte, con
la inminente derrota definitiva de Nicolás Maduro y del Chavismo, todo
este fetiche pasará al olvido y no creo que Putin tenga entre sus
prioridades recibir distinciones de cuarta categoría, la que pasaría a
las áreas de su cerebro encargadas de olvidar lo que resulte poco
significativo, con lo que el premio quedaría por siempre sepultado.
Source: Premio de la paz Hugo Chávez, una nueva "madurada" | Cubanet -
https://www.cubanet.org/venezuela/premio-de-la-paz-hugo-chavez-una-nueva-madurada/
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