La revolución es exactamente eso
CARLOS ALBERTO MONTANER | Miami | 7 de Agosto de 2016 - 06:47 CEST.
En Venezuela pasan hambre. Es la revolución. No importa que sea el país
potencialmente más rico del mundo. Lo mismo sucedió en 1921 en la recién
estrenada URSS. Murieron de hambre un millón de rusos. Lenin se
regocijó. "La revolución y yo somos así, señora". Les impidieron
comerciar a los campesinos y el Ejército Rojo les confiscó los
alimentos, incluidas las semillas.
Pasó en China. Hubo 20 millones de muertos. En ese país el dolor también
es multitudinario. Pasó en Camboya y en Norcorea, donde algunos sujetos
desesperados recurrieron a la antropofagia. Pasa siempre. En Cuba 60.000
personas perdieron la vista o la movilidad de sus miembros inferiores
por la neuritis periférica generada por la desnutrición tras el fin del
subsidio soviético.
Castro chilló contra el "bloqueo". Al ministro de Salud, que advirtió lo
que pasaba, lo echaron de su puesto. La revolución también es callarse
la boca. No era el embargo. Era la revolución. Siempre es la revolución.
Al bengalí Amartya Sen le dieron el premio Nobel de Economía por
demostrar que las hambrunas invariablemente son causadas por la
intromisión del Estado. Cualquiera de las víctimas del comunismo se lo
hubiera podido explicar a los suecos con la misma claridad sin necesidad
de obtener un doctorado en Cambridge.
¿Por qué lo hacen los comunistas? ¿Son sádicos? ¿Son estúpidos e
incurren en los mismos errores una y otra vez? Nada de eso. Son
revolucionarios empeñados en crear un mundo nuevo a partir de las
recetas de Karl Marx.
¿No aseguraba Karl Marx que la oligarquía dominante y el modelo de
Estado eran la consecuencia del régimen de propiedad capitalista? ¿No
aseguraba que si una vanguardia comunista se apoderaba de los medios de
producción en nombre del proletariado surgiría una sociedad nueva regida
por hombres nuevos dotados de una moral nueva?
Es una cuestión de prioridades. A los revolucionarios comunistas no les
interesa que la gente viva mejor o que el campo y las fábricas produzcan
más. Esas son tonterías pequeñoburguesas propias de las democracias
liberales en las que están incluidos los traidores socialdemócratas, los
democristianos y otras especies menores empeñadas en la cháchara de la
pseudojusticia social.
Las dos tareas esenciales de los revolucionarios comunistas son,
primero, demoler la estructura de poder del "antiguo régimen" y
sustituirla por su propia gente; segundo, apoderarse del aparato
productivo, arruinar a las empresas que no pueden manejar y estatizar el
resto para privar de recursos a los viejos oligarcas capitalistas.
Son en estas dos actividades donde los revolucionarios comunistas
demuestran si han triunfado o fracasado. Ese es el benchmark. Lenin y
Stalin triunfaron, al menos por varias décadas. Mao y los Castro
triunfaron. Chávez triunfó … por ahora.
¿Qué le importa a Maduro que haya niños esqueléticos que se desmayen por
hambre en las escuelas o que los enfermos se mueran por falta de
medicinas? Su definición del éxito nada tiene que ver con la
alimentación o la salud de los venezolanos, sino con lo que en ese
mundillo enfebrecido y delirante llaman, pomposamente, la "consolidación
del proceso revolucionario".
Eso explica la lenidad ante el inmenso robo al tesoro público o la
complicidad con el narcotráfico. Bienvenidos. Marx también entregó la
coartada perfecta: están en la fase de acumulación primaria del capital.
En esta época de cambio de régimen, como quien muda de piel, todo vale.
Ya habrá tiempo de restablecer la honradez y confiar en que los planes
quinquenales centralmente planificados traerán algo parecido a la
prosperidad. Por ahora se trata de enriquecer a los revolucionarios
clave: los Cabello, los sobrinos, los generales dóciles, los
boliburgueses, es decir, los revolucionarios al servicio de la causa.
Deben tener los bolsillos llenos para que puedan ser útiles.
¿Se entiende ahora por qué los revolucionarios comunistas repiten una y
otra vez el mismo esquema de gobierno? No están equivocados. El
desbarajuste es parte de la construcción del nuevo Estado.
¿Se comprende por qué los Castro le aconsejan a Maduro que siga el
improductivo modelo cubano y por qué este los obedece perrunamente? Lo
que les importa a los chavistas es mantener el poder y cambiar las
élites de gobierno por las suyas propias.
¿Se explican los colombianos qué quiere decir "Timochenko" cuando
promete revolucionar a Colombia cuando llegue al poder? ¿O Pablo
Iglesias en España cuando asegura que utilizará en su país la misma
receta que les recomendaba a los venezolanos? Son coherentemente
destructivos.
La revolución es eso. Exactamente eso. Nada más y nada menos.
Source: La revolución es exactamente eso | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/internacional/1470526935_24430.html
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